jueves, 13 de octubre de 2005

Otra vez, los tres ejemplos

Es totalmente desafortunado para México que ahora se busque mutilar la nueva Ley del Mercado de Valores. El fondo de la polémica es definir si las empresas públicas – las que cotizan en la bolsa de valores- deben de ser eso, de veras públicas, o sólo públicas de mentiritas y para tomarse la foto.

Hace unas 14 semanas, a principios de julio, se rebatió en este espacio la falsa tesis de que la transparencia informativa por parte de las empresas cotizadas en la bolsa de valores atenta contra los derechos de los accionistas mayoritarios.
Como se sabe, la diputación del PRI logró que el dictamen de la nueva Ley del Mercado de Valores fuese regresado a comisiones con la intención de hacerle tres cambios. Las modificaciones que se anticipan mutilan – ese es el verbo preciso – la legislación y revierten los avances que contenía el proyecto original – ampliamente consensuado – en materia de protección de los derechos de accionistas minoritarios. Uno de esos tres cambios, por ejemplo, implicaría que las autoridades reguladoras no podrían informar al mercado de la realización de investigaciones sobre presuntas conductas irregulares en una emisora; tal como sucede ahora, eso significaría que el público inversionista (léase, accionistas minoritarios) sólo se enteraría de las mismas investigaciones tarde, una vez que éstas concluyesen con la aplicación de sanciones.
Esto es muy grave porque abre una gran ventana para que los accionistas de control obtengan ventajas indebidas en detrimento del resto de los inversionistas, ¡justamente porque las autoridades estarían impedidas para difundir un hecho relevante – crucial – para una emisora: el dato básico de que hay una indagatoria y de que ésta podría tener consecuencias!
Vale la pena volver a citar lo publicado en julio pasado:
“Se me ocurren tres ejemplos de decisiones estratégicas para el capital, que sí requieren de la venia o el consentimiento previo de los accionistas minoritarios:
"Ejemplo 1: Incursionar en un género de negocios ajeno al que dio origen a la empresa – digamos: usar recursos excedentes de una empresa de televisión abierta para adquirir una empresa telefónica.
“Ejemplo 2: Alterar la situación patrimonial de la empresa y, por ende, de sus accionistas. Digamos, comprar a título personal y a escondidas deuda de la propia empresa a descuento para revenderla a la empresa a valor nominal.
“Ejemplo 3: Ocultar – eufemismo: omitir informar- que la empresa está siendo sujeta a investigaciones por parte de las autoridades regulatorias por conductas presumiblemente ilícitas. Es claro que el accionista de control, con esa ‘pequeña omisión’, está tomando una ventaja indebida respecto de sus socios, al grado de que – algún caso se habrá dado- él venda paquetes accionarios previendo las repercusiones negativas de las indagatorias mientras predica públicamente que no hay mejor inversión que comprar acciones de su empresa.
“Son ejemplos que se me ocurren. El último demuestra, sin necesidad de perder más tiempo, el por qué las indagatorias que hagan las autoridades sobre las empresas emisoras deben ser públicas.”

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