viernes, 4 de agosto de 2006

Irán: ¿El estilo chiíta de "gobernar"?

"Aquél día, en su casa, me di cuenta de que ese hombre no era un hombre de gobierno, que todavía era revolucionario. No sabía controlarse. Hasta el último día estuvo imponiendo el desorden"



Muchas de las causas profundas detrás de la gravísima situación en Medio Oriente y gran parte del desafiante terror que el actual gobierno de Irán propone al mundo, pueden explicarse por la impronta que marcó el liderazgo del ayatolá Ruhollah Jomeini, quien gobernó Irán alrededor de diez años, hasta su muerte en 1989.

V. S. Naipaul – premio Nóbel de Literatura 2001- transcribe los comentarios de Alí, un próspero musulmán chiíta que apoyó sin reparos la revolución islámica hasta que comprendió apesadumbrado que el liderazgo religioso-político de Jomeini sólo generó caos, sufrimiento y terror.

Unos tres meses después de la revolución y del derrocamiento de Shah un amigo de Alí, también ayatolá (máxima jerarquía entre los musulmanes chiítas), le llevó a casa de Jomeini, para que el líder máximo de la revolución islámica le conociera: "Estábamos los tres sentados, mi amigo el ayatolá, Jomeini y yo en casa de Jomeini. Se abrió la puerta y entraron varios mulás. Jomeini se puso a hablar con ellos. Después aparecieron más mulás, y siguieron entrando hasta que la habitación se llenó de mulás, unos doscientos. Y todos querían dinero para dárselo sus discípulos y a las organizaciones religiosas de sus ciudades. Jomeini les dijo que no tenía dinero suficiente para todos, y añadió: 'Id a vuestra ciudad, y al primer hombre rico o que tenga una fábrica o una finca enorme que os encontréis, obligadle a pagar'."

Y más adelante Alí precisa la raíz de su horror ante ese singular estilo de gobernar de Jomeini: "Cuando decía 'Respetad la ley', no era la ley del país. Era su ley, la ley que él tenía en mente. Antes de la revolución decía que pagar impuestos al gobierno era antiislámico. Después decía que era islámico pagar impuestos al gobierno. Lo que quería era el caos absoluto. Aquél día, en su casa, me di cuenta de que ese hombre no era un hombre de gobierno, que todavía era un revolucionario. No sabía controlarse. Hasta el último día estuvo imponiendo el desorden".

El mismo Alí, que elude atribuir este desorden permanente en Irán – donde "la necesidad" permite a los gobernantes violar las leyes- al propio chiísmo y prefiere atribuirlo a la personalidad de Jomeini (que "ha dado mal ejemplo: Ahora, cualquier ayatolá puede recurrir a la necesidad, como él hizo tantas veces, y violar las leyes"), ofrece un retrato en pinceladas de la personalidad de Jomeini:

"Tenía una menta intuitiva, una inteligencia intuitiva. Como los animales. Y por eso podía dominar a la gente. No tenía una inteligencia cultivada. No le salían los sentimientos. Era muy frío."

Pero millones de iraníes lloraron su muerte y su estilo personal de "gobernar" – ajeno a las leyes pero atado a "lo que el pueblo quiere"- sigue dominando en Irán.

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