Otra vez, el miedo a la recesión
Insisto: No se trata de que la Reserva Federal de Estados Unidos esté aplicando un remedio insuficiente, está aplicando un remedio totalmente contraindicado. El miedo a la recesión es un pésimo consejero.
A diferencia de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo (BCE) decidió mantener las tasas de interés y su presidente, Jean Claude Trichet, declaró explícitamente que la preocupación de las autoridades monetarias de la zona euro es la inflación, no una eventual recesión.
En este sentido, el mandato único del BCE, la estabilidad de precios, le otorga a Europa una inmensa ventaja sobre Estados Unidos, país que padece en materia monetaria un arreglo disfuncional y sumamente riesgoso, el famoso "mandato dual": buscar a la vez combatir la inflación e impulsar la generación de empleos. Un doble objetivo contradictorio que tiene dos consecuencias graves: 1. Reduce la capacidad del banco central para ejercer una política monetaria eficaz y 2. Disminuye la autonomía de la autoridad monetaria frente a los avatares de la política electoral.
La crisis económica que se fue gestando en México a lo largo de 1993 y 1994 – y que estalló en diciembre de ese último año- es un buen ejemplo de cómo el miedo a la recesión y a sus secuelas (un miedo que se transforma en pánico perturbador, en la mente de algunos políticos, en época de elecciones) provoca decisiones catastróficas. Algunas decisiones que en su momento parecieron oportunas y hasta geniales – por ejemplo, la de impulsar el traslado de la deuda en Cetes a Tesobonos, nominados en dólares, a fines de marzo de 1994- tuvieron pésimas consecuencias, como imponer al banco central un mandato impertinente – el deslizamiento fijo del tipo de cambio- que le impedió ejercer a plenitud la política monetaria.
Vale la pena comparar las recientes intervenciones públicas del presidente de la Reserva Federal con las del presidente del BCE. Mientras el primero, Ben Bernanke, aparece alarmado por el espectro de la recesión pero no hace un diagnóstico de las causas últimas de las turbulencias, su contraparte europea, Jean Claude Trichet, ofrece un diagnóstico sistematizado y una clara "hoja de ruta" para corregir las causas del desajuste. El doctor Bernanke recetó un cambio en la escala del termómetro para ilusoriamente "bajar la fiebre". El doctor Trichet sabe, por el contrario, que la fiebre es sólo un síntoma.
A diferencia de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo (BCE) decidió mantener las tasas de interés y su presidente, Jean Claude Trichet, declaró explícitamente que la preocupación de las autoridades monetarias de la zona euro es la inflación, no una eventual recesión.
En este sentido, el mandato único del BCE, la estabilidad de precios, le otorga a Europa una inmensa ventaja sobre Estados Unidos, país que padece en materia monetaria un arreglo disfuncional y sumamente riesgoso, el famoso "mandato dual": buscar a la vez combatir la inflación e impulsar la generación de empleos. Un doble objetivo contradictorio que tiene dos consecuencias graves: 1. Reduce la capacidad del banco central para ejercer una política monetaria eficaz y 2. Disminuye la autonomía de la autoridad monetaria frente a los avatares de la política electoral.
La crisis económica que se fue gestando en México a lo largo de 1993 y 1994 – y que estalló en diciembre de ese último año- es un buen ejemplo de cómo el miedo a la recesión y a sus secuelas (un miedo que se transforma en pánico perturbador, en la mente de algunos políticos, en época de elecciones) provoca decisiones catastróficas. Algunas decisiones que en su momento parecieron oportunas y hasta geniales – por ejemplo, la de impulsar el traslado de la deuda en Cetes a Tesobonos, nominados en dólares, a fines de marzo de 1994- tuvieron pésimas consecuencias, como imponer al banco central un mandato impertinente – el deslizamiento fijo del tipo de cambio- que le impedió ejercer a plenitud la política monetaria.
Vale la pena comparar las recientes intervenciones públicas del presidente de la Reserva Federal con las del presidente del BCE. Mientras el primero, Ben Bernanke, aparece alarmado por el espectro de la recesión pero no hace un diagnóstico de las causas últimas de las turbulencias, su contraparte europea, Jean Claude Trichet, ofrece un diagnóstico sistematizado y una clara "hoja de ruta" para corregir las causas del desajuste. El doctor Bernanke recetó un cambio en la escala del termómetro para ilusoriamente "bajar la fiebre". El doctor Trichet sabe, por el contrario, que la fiebre es sólo un síntoma.
Etiquetas: Banco Central Europeo, Ben Bernanke, economía de Estados Unidos, expansión crediticia, Jean Claude Trichet, miedo a la recesión, política monetaria, Reserva Federal, Unión Europea
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