jueves, 7 de febrero de 2008

Infraestructura – Productividad – Crecimiento

¿Qué es lo más valioso que puede hacer un gobierno para propiciar un mayor bienestar? Remover obstáculos a la productividad. Esa es la gran virtud de apostarle a la inversión en infraestructura.

1. La única llave efectiva para acelerar en forma sostenida el crecimiento económico de un país es la acumulación de incrementos en la productividad.

2. La productividad es la relación entre lo producido y los medios empleados para ello.

3. Los obstáculos a una mayor productividad, básicamente, pueden ser de tres tipos: financieros, institucionales y físicos.

4. Gracias a la estabilidad económica México ya no tiene obstáculos financieros que impidan crecimientos en la productividad. Tenemos baja inflación, finanzas públicas sanas y un sistema financiero con buenos índices de capitalización y con regulaciones modernas. El ahorro interno crece a un ritmo saludable.

5. México padece, en cambio, abrumadores obstáculos institucionales para desatar la productividad: Por ejemplo, una Constitución llena de restricciones absurdas y de mitos consagrados como dogmas que la clase política no está dispuesta a tocar. El fundamentalismo mitómano de la mayoría de nuestros políticos nos permite aspirar, en el mejor de los casos, NO a reformas estructurales, sino a reformitas de muy baja productividad (el producto final de esos cambios, si se logran, será magro en relación a los costosos medios empleados), como una reformita en Pemex, una reformita laboral, una reformita de la instrucción pública…

6. Los desarreglos fiscales y monetarios de los últimos 30 años del siglo pasado, así como las recurrentes crisis en las balanzas de pagos derivadas de los primeros, dejaron como herencia en México, al igual que en la mayor parte de los países de América Latina, una infraestructura insuficiente, deficiente y obsoleta. Esa carencia física es otra barrera abrumadora contra la productividad.

7. Dado que ya alcanzamos, tras una década de políticas fiscales y monetarias ejemplares, la estabilidad económica suficiente y se han removido los obstáculos financieros, y dadas las restricciones “político-mitológicas” para realizar reformas institucionales de gran calado, parece evidente que la apuesta por la inversión en infraestructura, que además tiene un poderoso efecto multiplicador, es obligada y un gran acierto de este gobierno.

Un dato para meditar: En 2005 China invirtió en infraestructura el equivalente al 9% de su PIB. Ese mismo año la inversión en obras públicas en México fue equivalente a 2.4% del PIB.

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