miércoles, 18 de junio de 2008

¿El sufragio femenino violó la Constitución?

No hay absurdo – decía Aristóteles – que no encuentre un filósofo dispuesto a defenderlo. Si el "espíritu" del Constituyente de 1917 fue otorgar, como "derecho adquirido" de los varones la exclusividad del voto, ¿habrá que concluir que el sufragio femenino, reconocido en 1953, violó el espíritu de la sacrosanta Constitución?


Una de las reivindicaciones del movimiento vasconcelista a fines de la segunda década del siglo XX en México fue el sufragio femenino. Desde luego, se opuso a ello el flamante Partido Nacional Revolucionario (PNR), simiente del actual PRI, argumentando, entre otras cosas, que las mujeres representaban un peligro para la Revolución dado que en su mayoría estaban bajo la influencia del pensamiento clerical.

Años más tarde, y ante la presión de algunas mujeres decididas incluso a realizar una huelga de hambre para exigir la modificación del artículo 34 de la Constitución (cuya redacción en género masculino parecía limitar la ciudadanía a los varones), el general Lázaro Cárdenas envió una iniciativa de reforma al Congreso para que el nuevo artículo especificase: " son ciudadanos de la República, todos los hombres y las mujeres que…".

Considerando la ferviente sumisión del Congreso a los dictados del Presidente (estamos hablando de 1937 y todos los legisladores eran ya, al menos de dientes para fuera, cardenistas), se hizo el cambio, pero ese reconocimiento de ciudadanía no significó, aún, el derecho a votar y ser votadas.

Llama la atención que el senador Luis Mora Tovar en un principio estuviese en contra de reconocer la ciudadanía a las mujeres y, aunque más tarde cambiase de opinión, haya expuesto de cualquier forma sus prevenciones, entre otras que "la mujer es ignorante por lo que su actuación puede ser peligrosa para el país" y esta otra, típica de la época, "no es el momento oportuno porque las mujeres de la reacción, que son muchas y con muchos recursos, forman un bloque compacto, mientras que las emancipadas están divididas".

Y, al final, esta joya: No es conveniente, dijo Mora Tovar, que a la mujer "se le haga descender a compartir con nosotros – los hombres- esa pestilencia del fango de nuestra democracia".


Pues, ¡qué caballeroso fue el senador!

(Las citas están en el libro "¡Por fin ya podemos elegir y ser electas!" de Enriqueta Tuñón Pablos, 2002, Plaza y Valdes, que también puede encontrarse pinchando aquí en la biblioteca de Google.

Etiquetas: , , , , , , , ,

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal