Obstinados en contra de la globalización
La oleada mundial en contra de la libertad de los seres humanos para comerciar, emigrar e invertir es la peor de las noticias que nos han dado los políticos en los últimos tiempos.
La historia señalará como un trágico error de los dirigentes mundiales de los inicios del siglo XXI su obstinación en poner barreras a la globalización. Esta obstinación, dictada por mezquinos cálculos políticos de corto plazo, se caracteriza por oponerse a tres libertades que son clave para un mundo mejor: la libertad de comercio, la libertad de migración y la libertad de invertir en donde mejor nos parezca.
Las alzas mundiales de los precios de los energéticos y de los alimentos, así como de otras materias primas, son el síntoma más visible del destino ruinoso al que la mayoría de los dirigentes políticos está conduciendo a la humanidad. Esta obstinación en frenar la globalización se traducirá en mayor pobreza y en la generación de más tensiones y violencia dictadas por nacionalismos aldeanos y por sentimientos de envidia y xenofobia.
A su vez, la multiplicación de los conflictos, al interior de los países y entre países, se convierte en terreno abonado para la promoción del populismo y de la demagogia que, trágicamente, sólo agravan más el deterioro mundial.
Hoy, por ejemplo, son alarmantemente precarias las probabilidades de éxito de la ronda de Doha para liberalizar, algo al menos, el comercio de productos agropecuarios en el mundo y para desmantelar, algo al menos, el entramado de mecanismos proteccionistas que representan, por ejemplo, los subsidios a minorías de productores (Estados Unidos, Unión Europea) o los impuestos que castigan la productividad y promueven el hambre (Argentina).
Por no hablar del sostenimiento de subsidios irracionales que promueven el dispendio de recursos escasos, sólo porque nadie, de quienes podrían corregir ese absurdo, quiere pagar el costo político que conlleva actuar con responsabilidad.
Los grandes perdedores serán los pobres del planeta, sacrificados en el falso altar de las ganancias electorales.
Esta tragedia mundial podría ser evitada por líderes políticos verdaderamente visionarios que la convertirían en oportunidad única para la prosperidad global. Pero no hay tales líderes en el horizonte. Sólo expertos en maquillaje. Y en la fabricación de chivos expiatorios que permitan a los políticos llegar a las próximas elecciones con algo de popularidad.
La factura a pagar será terrible.
La historia señalará como un trágico error de los dirigentes mundiales de los inicios del siglo XXI su obstinación en poner barreras a la globalización. Esta obstinación, dictada por mezquinos cálculos políticos de corto plazo, se caracteriza por oponerse a tres libertades que son clave para un mundo mejor: la libertad de comercio, la libertad de migración y la libertad de invertir en donde mejor nos parezca.
Las alzas mundiales de los precios de los energéticos y de los alimentos, así como de otras materias primas, son el síntoma más visible del destino ruinoso al que la mayoría de los dirigentes políticos está conduciendo a la humanidad. Esta obstinación en frenar la globalización se traducirá en mayor pobreza y en la generación de más tensiones y violencia dictadas por nacionalismos aldeanos y por sentimientos de envidia y xenofobia.
A su vez, la multiplicación de los conflictos, al interior de los países y entre países, se convierte en terreno abonado para la promoción del populismo y de la demagogia que, trágicamente, sólo agravan más el deterioro mundial.
Hoy, por ejemplo, son alarmantemente precarias las probabilidades de éxito de la ronda de Doha para liberalizar, algo al menos, el comercio de productos agropecuarios en el mundo y para desmantelar, algo al menos, el entramado de mecanismos proteccionistas que representan, por ejemplo, los subsidios a minorías de productores (Estados Unidos, Unión Europea) o los impuestos que castigan la productividad y promueven el hambre (Argentina).
Por no hablar del sostenimiento de subsidios irracionales que promueven el dispendio de recursos escasos, sólo porque nadie, de quienes podrían corregir ese absurdo, quiere pagar el costo político que conlleva actuar con responsabilidad.
Los grandes perdedores serán los pobres del planeta, sacrificados en el falso altar de las ganancias electorales.
Esta tragedia mundial podría ser evitada por líderes políticos verdaderamente visionarios que la convertirían en oportunidad única para la prosperidad global. Pero no hay tales líderes en el horizonte. Sólo expertos en maquillaje. Y en la fabricación de chivos expiatorios que permitan a los políticos llegar a las próximas elecciones con algo de popularidad.
La factura a pagar será terrible.
Etiquetas: globalización, libertad para invertir, libre comercio, libre migración, precios de los granos, precios del petróleo, precios mentirosos
2 Comentarios:
Encuentro claridad nítida en el tratamiento que defiende lo que AMLO llamaría "la derecha". ¿Habría forma de que el tal tuviera oportunidad de enterarse de estos simples pero contundentes razonamientos? No encuentro manera alguna de dirigir al autor de este blog un correo personal, para tratarle un asunto público.
Se trata de publicar, en nuestro semanario (12,000 ejemplares, cada lunes, papel periódico, tabloide, 32 páginas) "Artículo 7" (a7.com.mx) no sólo una invitación a leer su blog, sino publicar un artículo en nuestra edición del próximo lunes 16 de junio.
Ay, la globalifobia...
Es lamentable que en las democracias, la mayoría de los votantes son una mezcla de ovejas ciegos e intereses especiales corruptos que siguen a elegir los prostitutos políticos como sus "representantes" y “líderes” gubernamentales.
Y, lamentable, los ojos liberales del mundo no ven un remedio en el futuro previsible para esa forma de enfermedad política.
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