¿Le ponemos más cremitas a la abuela?
Lo más inquietante del panorama económico mundial son las respuestas de la mayoría de los políticos en casi todo el planeta: La cosmetología parece haber sustituido a la buena economía.
¿Al mal tiempo, buena cara? No, eso es optimismo pacato. La mercadotecnia electoral, que se ha convertido en una especie de ciencia política posmoderna, tiene otra receta ante los males tiempos económicos: Una batería de cremas que prometen desaparecer arrugas y verrugas. La “buena cara” no surge ya del ánimo interno, sino de algún ungüento de colágeno y elastina.
En Argentina el gobierno K, la dupla Néstor y Cristina, está metido de lleno en la tarea del maquillaje. Por un lado, han arreglado la báscula que mide la inflación para que no inquiete con sus malas noticias y, de paso, para volverle a escatimar el pago de sus haberes a los acreedores del gobierno. Un nuevo impago ingeniosamente oculto detrás de una mentirosa metodología para calcular el índice de precios. Nadie se cree el embuste pero a los políticos ahora no se les paga para lidiar con la realidad sino para fabricar apariencias.
Por otro lado, el mismo gobierno K está enfrascado en una lucha feroz contra el sector más productivo y competitivo de su economía. Buscan que las malas noticias de los altos precios de los alimentos no lleguen al mercado interno. Los precios del mercado libre les dicen que hay que estimular la oferta, pero ellos prefieren el consejo de la modista: “No estás gordita, mi reina, lo que pasa es que las rayas horizontales no te favorecen”.
En Estados Unidos la fiebre electoral contamina prácticamente todas las políticas públicas: El Congreso multiplica los subsidios a los productores agropecuarios – que están en plena bonanza- y propone nuevas barreras al libre comercio. De pronto, cosmetología de punta, el libre comercio con Colombia se dibuja como una terrible amenaza para los empleos estadounidenses, ¡y lo dicen apasionados como si de veras se creyesen esa patraña!
En España, el gobierno ya no sabe de qué otros trapitos echar mano para cubrir las vergüenzas de una economía que pierde competitividad y fibra.
Y en otras latitudes no cantamos mal las rancheras ni nos faltan recursos cosméticos.
Malos tiempos para la economía; pero son días de gloria para la industria del embellecimiento.
¿Al mal tiempo, buena cara? No, eso es optimismo pacato. La mercadotecnia electoral, que se ha convertido en una especie de ciencia política posmoderna, tiene otra receta ante los males tiempos económicos: Una batería de cremas que prometen desaparecer arrugas y verrugas. La “buena cara” no surge ya del ánimo interno, sino de algún ungüento de colágeno y elastina.
En Argentina el gobierno K, la dupla Néstor y Cristina, está metido de lleno en la tarea del maquillaje. Por un lado, han arreglado la báscula que mide la inflación para que no inquiete con sus malas noticias y, de paso, para volverle a escatimar el pago de sus haberes a los acreedores del gobierno. Un nuevo impago ingeniosamente oculto detrás de una mentirosa metodología para calcular el índice de precios. Nadie se cree el embuste pero a los políticos ahora no se les paga para lidiar con la realidad sino para fabricar apariencias.
Por otro lado, el mismo gobierno K está enfrascado en una lucha feroz contra el sector más productivo y competitivo de su economía. Buscan que las malas noticias de los altos precios de los alimentos no lleguen al mercado interno. Los precios del mercado libre les dicen que hay que estimular la oferta, pero ellos prefieren el consejo de la modista: “No estás gordita, mi reina, lo que pasa es que las rayas horizontales no te favorecen”.
En Estados Unidos la fiebre electoral contamina prácticamente todas las políticas públicas: El Congreso multiplica los subsidios a los productores agropecuarios – que están en plena bonanza- y propone nuevas barreras al libre comercio. De pronto, cosmetología de punta, el libre comercio con Colombia se dibuja como una terrible amenaza para los empleos estadounidenses, ¡y lo dicen apasionados como si de veras se creyesen esa patraña!
En España, el gobierno ya no sabe de qué otros trapitos echar mano para cubrir las vergüenzas de una economía que pierde competitividad y fibra.
Y en otras latitudes no cantamos mal las rancheras ni nos faltan recursos cosméticos.
Malos tiempos para la economía; pero son días de gloria para la industria del embellecimiento.
Etiquetas: cosmetología, España, Estados Unidos, gobierno K, populismo, precios mentirosos, proteccionismo comercial
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal