viernes, 18 de julio de 2008

¿Por qué suben las tasas de interés?

El banco central sigue al mercado y el mercado está anticipando, con acierto, que debemos decirle adiós a la larga temporada de dinero barato en todo el mundo. Es probable que en las próximas semanas veamos una o dos alzas más.

Hoy a las 9 de la mañana se confirmó una nueva alza, de un cuarto de punto porcentual, en la tasa de referencia que establece la junta de gobierno del Banco de México. El alza estaba cantada desde la subasta de Cetes del martes cuando la tasa primaria a 28 días subió 22 puntos base. Lo que nos están diciendo las alzas en las tasas de interés en prácticamente todo el mundo – salvo en Estados Unidos, donde la Reserva Federal parece políticamente maniatada hasta las elecciones- es que la inflación es la más grave amenaza que se cierne sobre la economía mundial.

Dejemos de lado, por ahora, la discusión de si se trata de alzas de precios en alimentos y energéticos dictadas exclusivamente por choques de oferta (oferta insuficiente) o si se trata, también, de una oleada inflacionaria alimentada desde 2001 por una larga temporada de política monetaria complaciente, impulsada sobre todo, aunque no exclusivamente, por la Reserva Federal.

Sea cual fuese la causa, la manera inmediata de enfrentar esta oleada de alzas y evitar que se propaguen es endurecer la política monetaria o, para ser exactos, abandonar la complacencia del dinero barato y las tasas de interés negativas.

Es evidente que se trata de una receta antipática para los políticos que han prometido generar empleos e impulsar el crecimiento. Tampoco es una receta que genere simpatías entre empresas y deudores. Pero es una receta de aplicación indispensable. Si el dinero se vuelve escaso más nos vale atraerlo y retenerlo con rendimientos atractivos (reales).

No se trata de que los "perversos monetaristas" conspiren contra el crecimiento. Nada más desacreditado por la experiencia que ese falso dilema entre inflación y crecimiento, entre inflación y empleo.

Se trata de que cualquier crecimiento será falaz y terminará en una profunda depresión si dejamos suelto al demonio inflacionario. Recordemos la terrible perturbación en los precios relativos que provoca la inflación y, con ella, la tremenda sensación de injusticia por la desastrosa asignación de recursos que genera ese desquiciamiento de los precios relativos.

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