miércoles, 23 de julio de 2008

Temeridad y exceso de liquidez

De una manera simplista se dice que condiciones monetarias laxas, que generan un exceso de liquidez en los mercados, alimentan el optimismo. Error: No es el optimismo el que crece, sino la temeridad inconsciente y la mala asignación de recursos.


¿El exceso de liquidez disminuye la aversión al riesgo? No exactamente, el exceso de liquidez distorsiona la percepción de los riesgos. Nuestra aversión a sufrir pérdidas permanece más o menos constante a lo largo de la historia, lo que cambia con el dinero fácil – generalmente auspiciado por bancos centrales puestos al servicio de la política, o por gobiernos irresponsables- es nuestra percepción de lo que es riesgoso y de lo que no lo es. Y cambia, desde luego, para mal.

Así, nos volvemos temerarios sin saber siquiera que lo estamos siendo.

Por eso, dos condiciones imprescindibles para el ideal funcionamiento de un sistema democrático es que las políticas monetaria y fiscal sean inmunes a las solicitaciones de la política electoral. He dicho "ideal" porque salta a la vista que muy pocos países, si acaso alguno, disfrutan de instituciones monetarias y fiscales totalmente ajenas a las presiones de los políticos.

Si nos vamos al extremo contrario al "ideal" tenemos a la mano varios ejemplos de cómo gobiernos venales promueven deliberadamente percepciones distorsionadas mediante el mal uso de los recursos públicos.

Un caso particularmente indignante es el montaje que ha hecho el gobierno del Distrito Federal para satisfacer el capricho de algún aspirante a dictador con la mal llamada "consulta energética". Estas aberraciones – desperdiciar los recursos públicos para engañar a la sociedad y rendirle pleitesía a un farsante- sólo son posibles cuando la política fiscal – en este caso, el uso del presupuesto del gobierno de la ciudad de México- se ha pervertido de raíz.

Alejándonos de ese ejemplo aldeano (que sólo merece atención por el monumental cinismo de quienes ejecutan y promueven la farsa) pensemos en la multitud de percepciones distorsionadas que ocasiona la política monetaria relajada que ha llevado a cabo la Reserva Federal de Estados Unidos desde 2001. Tales percepciones falsas – esquemáticamente: "no ver el riesgo escondido tras la falsa abundancia de un exceso de liquidez"- condujeron a cientos de decisiones erróneas, temeridades inconscientes que hoy está pagando la economía mundial. Las malas políticas fiscales y monetarias tienden, así, a privatizar los beneficios y socializar los daños.

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2 Comentarios:

Blogger Ramón Mier dijo...

Si llegamos a un casino a jugar con nuestro propio dinero tendremos cuidado al colocar nuestras apuestas. En este caso se dejaría actuar libremente a los mercados.

Bastante más del que tendríamos si el casino nos abriera una línea de crédito muy amplia a pagar en un largo plazo. Así seguramente nos animaríamos a apostar más y correr mayores riesgos. Esto sería semejante a lo que ocurre cuando los gobiernos generan artificialmente un exceso de liquidez.


Y si además se nos dijera que en caso de que lo perdiéramos todo, el casino nos daría más dinero que obtendría, por decir algo, cobrándole de más a los huéspedes del hotel de modo que siguiéramos jugando en tanto nos vuelva a sonreír la fortuna, estaríamos frente a algo parecido a un rescate.

¿o me equivoco?

julio 23, 2008  
Blogger Ricardo Medina Macías dijo...

Ramón: A mi entender lo has expresado con meridiana claridad. No son los odiosos capitalistas los que estimulan la "mentalidad de casino" en una economía, es el "benévolo Estado" y los benévolos políticos los que nos hacen jugar por encima de nuestras posibilidades y los que nos convencen de que siempre habrá un mullido colchón en el que podremos caer cuando, embriagados, hayamos apostado hasta la camisa y nos hayamos endeudado alegremente, en ese ambiente de euforia irracional que, como decía un buen amigo, es semejante al que prevalece en una fiesta desenfrenada o en un "table dance"...
Gracias por el atinado comentario,

RMM

julio 23, 2008  

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