miércoles, 29 de octubre de 2008

Bancos: Lecciones locales de una crisis global

Algunos de los bancos globales que operan en México están generando perplejidad y enojo en la comunidad empresarial por cerrar abrupta y unilateralmente líneas de crédito a empresas que han sido sus clientes tradicionales. La súbita cerrazón incluso ha llegado para el refinanciamiento de deuda de gobiernos locales.

El pánico es mal consejero. ¿Es razonable que un banco le "ofrezca" crédito de corto plazo al gobierno del Distrito Federal a una tasa de TIIE más cinco puntos, esto es: más de 13% anual? Por supuesto, el "ofrecimiento" fue rechazado, pero revela que algo está funcionando mal en la operación local de algunos de los grandes bancos; especialmente, dicen los enterados, en aquellos cuyas matrices están en España.

Es algo más que un incremento de la aversión al riesgo, ya que el ejemplo citado arriba es de papel gubernamental con la misma calidad que la deuda pública federal; es decir, se trata de un riesgo que internacionalmente está sólo en 402 puntos base (digamos, una tasa en dólares de máximo 5% anual) y es axiomático en el negocio bancario, desde hace siglos, que "los gobiernos no quiebran"; también que el riesgo es casi cero cuando la deuda pública es en moneda local, como es el caso.

¿Qué es?, ¿miedo de los ejecutivos locales a contrariar criterios de sus matrices?, ¿señal de que también en la operación crediticia de dichos bancos en México hay cadáveres en los armarios; cadáveres que no hemos conocido todavía porque dichos bancos ya no cotizan en la bolsa de valores local?, ¿abuso?, ¿incompetencia?

Dichos bancos (repito: especialmente aquellos cuyo capital es de origen español, para evitar las peligrosas generalizaciones) no deberían apostar a la desmemoria de sus clientes mexicanos, ni deberían creer que bastará en el futuro con alguna campañita de relaciones públicas – a través de sus archiconocidos "comunicadores" adictos e incondicionales – para restañar las heridas. Mucho menos deben confiar que estas conductas anómalas pasarán desapercibidas para la opinión pública.

Un ejemplo de que los tiempos han cambiado – y de que el buen periodismo de finanzas y negocios poco a poco se está consolidando – fue la oportuna advertencia que hizo Samuel García – un periodista profesional que merece reconocimiento y que dirige "El Semanario" – de lo que estallaría poco después en la Tesorería de Comercial Mexicana. Tómenlo en cuenta.

Pánico y silencio. Pésima combinación.

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