Los clichés de la crisis
“¿Cuál es la diferencia entre un banquero de la ‘City’ y una paloma? Respuesta: Que la paloma aún puede hacer un depósito en un Maserati”: Lucy Kellaway, columnista de Financial Times.
Cuentan que en el otoño de 1929 los conserjes en los hoteles de Nueva York preguntaban a los clientes: “¿El caballero desea la habitación para dormir o para arrojarse por la ventana? En ese último caso le rogamos pagar por adelantado”.
Esta crisis, que los periodistas de todo el mundo ya hemos convertido en “la peor desde 1929”, ni siquiera ha estado dramatizada, que yo sepa, por algún suicidio espectacular de un inversionista o de un banquero en quiebra. Por ejemplo, en el hoy desdeñado pánico de 1907 – que produjo una recesión en 1908 y, según algún aventurado historiador estadounidense, fue una de las causas remotas de la Revolución Mexicana- , hubo más de un suicidio de algún financiero insigne que reportaron, con horror, los diarios de la época.
Según Lucy Kellaway, columnista de Financial Times, hay cuatro tipos de clichés de los que hemos echado mano los periodistas para vender bien empaquetadita esta crisis del credit crunch: 1. Los clichés sísmico-geológicos: terremotos, derrumbes, abismos, trepidaciones; 2. Los clichés médicos: inyecciones (de liquidez), (activos) tóxicos, purgas, heridas, sangrías; 3. Los clichés de los detalles banales que consisten en decir qué hora era, qué personas estaban reunidas, tensas, alrededor de la mesa, cómo se veían (pálidos, de preferencia; no usar “lívidos” que quiere decir lo contrario) y demás detalles mundanos para infundirle dramatismo a la “nota” (un ejemplo son las crónicas de la reunión de Henry Paulson con los principales banqueros de Estados Unidos para avisarles que el gobierno se convertirá en su socio); y 4. El cliché más manoseado y falaz: declarar que esto es lo peor que ha pasado desde 1929.
La verdad es que esta crisis no sólo es radicalmente distinta a la de 1929 sino que está muy, pero de veras muy lejos de ser tan devastadora. Hay quien, con buenas razones, dice que la crisis conjunta rusa y asiática de 1998-1999 fue más demoledora.
Eso sí, según investigó Kellaway en los diarios de la época, los clichés de 1929 y años siguientes fueron muy parecidos (salvo el cuarto, por razones obvias) a los que usamos hoy…y hasta los chistes, buenos o malos, no han cambiado gran cosa.
Cuentan que en el otoño de 1929 los conserjes en los hoteles de Nueva York preguntaban a los clientes: “¿El caballero desea la habitación para dormir o para arrojarse por la ventana? En ese último caso le rogamos pagar por adelantado”.
Esta crisis, que los periodistas de todo el mundo ya hemos convertido en “la peor desde 1929”, ni siquiera ha estado dramatizada, que yo sepa, por algún suicidio espectacular de un inversionista o de un banquero en quiebra. Por ejemplo, en el hoy desdeñado pánico de 1907 – que produjo una recesión en 1908 y, según algún aventurado historiador estadounidense, fue una de las causas remotas de la Revolución Mexicana- , hubo más de un suicidio de algún financiero insigne que reportaron, con horror, los diarios de la época.
Según Lucy Kellaway, columnista de Financial Times, hay cuatro tipos de clichés de los que hemos echado mano los periodistas para vender bien empaquetadita esta crisis del credit crunch: 1. Los clichés sísmico-geológicos: terremotos, derrumbes, abismos, trepidaciones; 2. Los clichés médicos: inyecciones (de liquidez), (activos) tóxicos, purgas, heridas, sangrías; 3. Los clichés de los detalles banales que consisten en decir qué hora era, qué personas estaban reunidas, tensas, alrededor de la mesa, cómo se veían (pálidos, de preferencia; no usar “lívidos” que quiere decir lo contrario) y demás detalles mundanos para infundirle dramatismo a la “nota” (un ejemplo son las crónicas de la reunión de Henry Paulson con los principales banqueros de Estados Unidos para avisarles que el gobierno se convertirá en su socio); y 4. El cliché más manoseado y falaz: declarar que esto es lo peor que ha pasado desde 1929.
La verdad es que esta crisis no sólo es radicalmente distinta a la de 1929 sino que está muy, pero de veras muy lejos de ser tan devastadora. Hay quien, con buenas razones, dice que la crisis conjunta rusa y asiática de 1998-1999 fue más demoledora.
Eso sí, según investigó Kellaway en los diarios de la época, los clichés de 1929 y años siguientes fueron muy parecidos (salvo el cuarto, por razones obvias) a los que usamos hoy…y hasta los chistes, buenos o malos, no han cambiado gran cosa.
Etiquetas: 1929, clichés, crisis, crisis rusa y asiática 1998-1999, el apretón del crédito o credit crunch, Financial Times. John Kay, los años de sequía, Lucy Kellaway
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