domingo, 30 de noviembre de 2008

Bombay, los liberticidas atacan de nuevo

“El abogado (…) se presentaba ante mí como alguien tan liberal (…) Pero en realidad era un viejo fanático. No se conformaba con poseer su fe; quería verla triunfar a la manera antigua (…) Su voz temblaba y le brillaban los ojos; volvía a ser el niño de tres años en Lyalpur, jugando con imágenes en las que enviaba a los infieles a otro mundo”.


La cita anterior es del revelador libro “Al límite de la fe” de V.S. Naipaul, publicado en 1998, y se refiere a una entrevista con un abogado pakistaní, una más de las decenas de entrevistas que hizo Naipaul en cuatro naciones islámicas cuyos orígenes milenarios no son árabes (Indonesia, Irán, Pakistán y Malasia), naciones “conversas” – de fuerza o de grado- al Islam, que quiere decir: Sumisión.

Pakistán es oficialmente la República Islámica de Pakistán. El apellido islámico no es anécdota sino definición: Ser pakistaní es ser musulmán. El nombre Pakistán significa en la lengua oficial, el urdu: tierra de los sagrados o puros. Pakistán surgió en 1947 como respuesta a la exigencia de musulmanes de la India que deseaban tener una nación propia, sin hindúes, sin infieles.

El abogado pakistaní del relato de Naipaul le recita al escritor trinitario, de origen hindú (que posteriormente ganaría el Premio Nóbel de Literatura en 2001) unos versos en urdu: “Darté nahin dunya mayu Musalman kisi sé --- Ya Duch Ali-sé”. Que se traducen como: “No conoce el musulmán en este mundo el temor --- ve a preguntarle a Alí”. (Ali es el cuarto califa, al mismo tiempo primo y yerno del profeta Mahoma, ya que se casó con Fátima).

Los jóvenes integrantes de los comandos terroristas que sembraron la muerte y la destrucción en Bombay a partir de la noche del miércoles pasado tampoco conocieron el miedo (o así lo creían) y, al igual que el abogado pakistaní del relato, deben haber acariciado muchas veces las imágenes de “purificadoras” matanzas de infieles, de preferencia occidentales, mejor si son estadounidenses, y tanto mejor si son judíos (entre los más de cien masacrados se cuentan un rabino estadounidense y su esposa); la única diferencia respecto del abogado fanático es que ellos sí han logrado llevar a los hechos el mandato de exterminar infieles.

La libertad, a los ojos de estos desquiciados, es fuente de corrupción y decadencia. Es la antítesis del Islam; de la sumisión.

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