martes, 25 de noviembre de 2008

Los obstruccionistas

Al igual que los grupos de presión que obstruyen el libre tránsito en calles y caminos los negociantes mexicanos - presuntos dirigentes de cúpulas empresariales- han hecho de los aranceles (obstrucciones al libre tránsito de mercancías) la fuente de sus rentas; márgenes exorbitantes de utilidad obtenidos del despojo a los consumidores.

Comedido, con gran timidez, el gobierno federal ha propuesto una reducción arancelaria en el contexto de la crisis global que nos aqueja. Es una propuesta en la dirección correcta, dado que el peor de los errores que podemos cometer es profundizar y agravar la recesión incurriendo en el proteccionismo.
El problema ha sido que, como es usual, el gobierno eligió como interlocutores para disminuir el proteccionismo comercial ¡al puñado de negociantes que obtienen sus rentas de los elevados aranceles!, en lugar de acudir a más de cien millones de consumidores que somos quienes los padecemos.
Es el mismo patrón de negociación que siguen las autoridades con quienes obstruyen una avenida o una carretera para defender algún interés particular (con gran frecuencia ilegítimo), desdeñando a la inmensa mayoría que es afectada por los obstruccionistas. Al obstruccionista se le ofrece dialogo, negociación, concesiones y hasta, metafóricamente, besos y arrumacos; a quienes padecemos el abuso de los obstruccionistas se nos ordena una dieta de ajo y agua: "a joderse y aguantarse".
De seguir ese camino la muy necesaria - ¡urgente!- reducción de aranceles terminará como otro parto de los montes: en el alumbramiento de un ratoncillo insignificante.
México ocupa el vergonzoso lugar 107 en el mundo – de una lista de 125 países- en términos de aranceles MFN (nación más favorecida), es decir: es, en los hechos, uno de los países más proteccionistas del planeta.
Engallados, los voceros de los obstruccionistas exigen que no se toquen sus territorios de caza: nos ven a los consumidores como piezas de su propiedad.
Un sueño: Los consumidores, por una vez al menos, deberíamos instalarnos a las puertas de la Secretaría de Economía (buena parte de las oficinas ya están tomadas, en la práctica, por los negociantes proteccionistas) para exigir sin dilaciones la reducción sustancial y acelerada de los aranceles.
¿De donde obtienen los obstruccionistas tantos recursos para cabildear y presionar a favor del sostenimiento de sus cotos de caza de rentas? Muy sencillo: De los excedentes de los que hemos sido despojados los consumidores, ¡gracias a la protección arancelaria!

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