jueves, 26 de febrero de 2009

Pruebas de estrés, allá y acá

La novedad serán las “pruebas de estrés” a las que someterán a los grandes bancos en Estados Unidos. Algo así como las pruebas de esfuerzo que se hacen, generalmente a los adultos, para verificar su condición cardiovascular. Llegará un enviado del secretario del Tesoro, armado con un ábaco – por aquello de las lecciones que dejó el estancamiento de la economía japonesa - y someterá a los balances de cada banco a duros ejercicios de simulación: “¿cuánto capital fresco necesitará el banco si un incremento en el desempleo nacional de tres puntos porcentuales se traduce en un aumento de dos puntos porcentuales en la cartera vencida?”.

En realidad le están inventando una fascinante tarea a los econometristas, quienes harán bonitos modelos matemáticos relacionando un montón de variables tales como: desempleo, precios de los “commodities”, ejecuciones de hipotecas, índice de confianza de los consumidores, construcción de nuevas viviendas, precios de los bienes raíces, índices bursátiles, futuros de las divisas, precios y tasas de los bonos del Tesoro, valuación a precios de mercado de los fondos de cobertura y 27 variables más. Se pone todo en una licuadora, se persigna el investigador, se enciende la licuadora econométrica (“aprietas F9”) y se llega a una cifra…Con el resultado se decidirá lo que ya es previsible: Demasiado grande para dejarlo quebrar, aunque el meollo del asunto debería ser: Demasiado grande para dejarlo existir. ¿Por qué no empezamos a fragmentar y desconectar los riesgos? (Es una idea como cualquier otra y, al parecer, se vale cualquier ocurrencia en esta crisis).

Ya más en serio (lo que no significa que lo anterior haya sido del todo una broma), eso de las pruebas de estrés funcionaría también para que en el Senado, en México, antes de nombrar a los miembros de un organismo técnico y regulador, sometan a los candidatos a pruebas de estrés para ver cómo reaccionarán ante determinados eventos.

Por ejemplo, al aspirante a ocupar la presidencia de la Cofetel le podrían preguntar: “¿Qué haría usted si recibe una grabación, clandestina e ilegal, de las conversaciones telefónicas del funcionario que es la cabeza del sector de las comunicaciones en el gobierno federal?” Si el aspirante contesta: “Le entrego las grabaciones a una de sus subordinadas para que se lo grille”, entonces debe ser designado por aclamación: “Bienvenido, arquitecto, con usted las telecomunicaciones de este país no podían estar en mejores manos”.

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