martes, 24 de noviembre de 2009

Sin "ellas" no podemos vivir

No.
No me refiero a las mujeres, sino a las secretarías de Función Pública, Reforma Agraria y Turismo.
Nunca lo sospeché. Creí que no las necesitábamos, pero los senadores de oposición, en su infinita sabiduría, nos han dicho que no podemos vivir sin ellas:
Ciudad de México (24 noviembre 2009).- El Senado de la República rechazó hoy en comisiones la desaparición de las Secretarías de Turismo, Reforma Agraria y Función Pública propuesta por el Presidente Felipe Calderón.


Y después nos preguntamos si será verdad que nuestro sistema político es impotente para hacer reformas de fondo.

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viernes, 6 de noviembre de 2009

Ocurrencias atroces que fracasaron

Ayer, jueves 5 de noviembre, fueron sepultadas en el Senado dos ocurrencias atroces que, en la madrugada del sábado 31 de octubre, habían ideado un grupo de senadores del PRD y algunos más del PRI y que, sorpresivamente, se habían aprobado.
La primera ocurrencia, fabricada al parecer por el senador Ricardo Monreal, de Zacatecas, consistía en terminar con el secreto bancario y fiscal, ya que se obligaría a las autoridades fiscales y financieras (entre otras a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores) a otorgar a diputados y senadores información individual hasta ahora protegida - ¡con toda razón!- por el sigilo.
Por fortuna, la Cámara de Diputados rechazó la ocurrencia y regresó la minuta correspondiente - cancelando el disparate- a la Cámara de Senadores.
Ésta última cámara, revisora en este asunto, podía allanarse a la corrección hecha por los diputados o empeñarse en la ocurrencia. Si se empeñaba en la ocurrencia, ésta quedaría en suspenso - como materia no definida - hasta el siguiente periodo ordinario de sesiones. Privó la razón y el Senado se allanó a lo señalado por los diputados. Por supuesto, Monreal subió ayer a la tribuna para insistir en su disparate y para escucharse a sí mismo; allá cada cual con sus adicciones a la verborrea.
Es fácil imaginar las consecuencias que habría tenido desaparecer, para todo efecto práctico, el secreto bancario y fiscal que protege la vida personal de los contribuyentes y de los clientes de las instituciones bancarias. Cito los comentarios que me envió por escrito un buen amigo que estaba alarmado por esa ocurrencia fraguada por el oportunista Monreal:
"Son graves las implicaciones de la legislación que quiere Monreal relacionada con eliminar el secreto fiscal para los miembros del Congreso.
"Primero. En el momento que la información fiscal esté disponible para miembros del Congreso habrá perdido su confidencialidad porque se colará para todo mundo.
"Segundo. La amplia difusión de datos personales y de empresas se prestará para secuestros y también para ataques periodísticos con fines políticos. (Alguien estará ganando mucho dinero o poco en relación con su nivel de vida).
"Tercero. Va a provocar que muchos que confían sus ahorros a nuestro sistema financiero decidan colocarlos fuera del país. Cuando durante el gobierno anterior se llevó a cabo la acumulación de ingresos financieros el escollo más grande fue la reticencia de los banqueros para confiar en la bondad de los mecanismos del gobierno mexicano para encriptar y salvaguardar la información. Es fácil imaginar la reacción de los ahorradores y del tipo de consejos que les darán los administradores de patrimonio.
"Cuarto. Se difundirá más la práctica de algunas empresas extranjeras de depositar fuera del país parte del sueldo de sus funcionarios.
"Quinto. La inversión extranjera. ¿Cómo va a reaccionar cuando se quebrante el secreto fiscal? Parte del motivo del secreto es respetar posiciones competitivas, salvaguardar información que las empresas no desean que conozcan sus competidores. ¿Cómo van a reaccionar los fiscos extranjeros cuando se difunda información de sus empresas que en sus países se conserva bajo sigilo?
"Sexto. ¿Qué respuesta van a tener las solicitudes del gobierno mexicano de intercambio de información cuando se den cuenta los fiscos del extranjero que la secrecía que deseaban ser respetada es quebrantada?"


Debe recordarse la reacción airada - y la amenaza de terminar con los mecanismos de intercambio de información entre México y Estados Unidos en materia fiscal - que ocasionó en el gobierno de Estados Unidos, en 2006, la violación del sigilo fiscal que cometió Andrés Manuel López Obrador al difundir un expediente con información confidencial que el Tesoro de Estados Unidos envió al gobierno de México, y que López Obrador, siendo aún jefe de gobierno de la ciudad, hizo público parcialmente, para efectos de propaganda sectaria.

La segunda ocurrencia atroz - aprobada como una especie de revancha del PRI y del PRD contra el Presidente- consistía en pasar al Congreso la facultad de fijar, suprimir, elevar, disminuir ¡fracciones arancelarias de comercio exterior! Un auténtico disparate que dejaría el comercio exterior de México a subasta en los pasillos del Congreso. No sólo los legisladores y el Congreso carecen de los conocimientos y de la capacidad técnica y administrativa que requiere el manejo de más de 15 mil fracciones arancelarias, sino que se trata de decisiones estrictamente acotadas por tratados internacionales de comercio y por la OMC, a la que pertenece México. La ocurrencia fracasó además porque inopinadamente la quisieron meter "con calzador" ¡en la ley de ingresos!, sin siquiera hacer los cambios correspondientes en otras leyes como la de Comercio Exterior y hasta la Orgánica de la Administración Pública. Una estupidez, para decirlo en una palabra.
Por fortuna, los diputados también en esto le enmendaron la plana a los senadores y éstos tuvieron que allanarse. Otra ocurrencia atroz que apenas esquivamos gracias a que existe un contrapeso efectivo entre ambas cámaras. Por supuesto, Monreal subió a la tribuna -no desperdicia oportunidad- para insistir en el disparate. Arguyó que no le importaba promover ese mazacote jurìdico porque él no es "ortodoxo" en esa materia (la jurídica)..., como si un delincuente argumentase que él no es tal (delincuente) sino sólo un poquito "heterodoxo" en materia de leyes y por eso las viola con singular alegría.

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martes, 11 de agosto de 2009

¿Nos queremos ver en el espejo de Argentina?

Alguna vez Néstor Kirchner cuando era presidente oficial de Argentina (hoy, dicen, lo es extraoficialmente por interpósita persona, que es su esposa Cristina) dijo, de visita en China, que Argentina aspiraba a ser, bajo su iluminda conducción, "un país en serio". Y aunque los corresponsales en Pekín no reportaron que los altos jerarcas del Partido Comunista Chino se desternillaran de la risa ante la humorada involuntaria de Kirchner, como hubiera correspondido, es un hecho que algunos caricaturistas argentinos le sacaron jugo al disparate del "Pingüino". Argentina, ¿un país en serio? Lo que hay que oir.

Hoy en México el Secretario de Hacienda habló como el Secretario de Hacienda de un "país en serio" y temo que pocos entendieron la gravedad del asunto.

El Secretario acudió de buena gana a una convocatoria del Senado a unas audiencias públicas acerca de la política fiscal anta la crisis económica que nos aqueja (el nombre de la audiencia es mucho más ampuloso pero en esencia se trata de eso: Cómo les ha pegado a las finanzas públicas de México la crisis global). El asunto es crucial y dentro de menos de un mes corresponderá a una flamante Cámara de Diputados abordar justamente el asunto, cuando reciba, como cámara de origen, todo el paquete económico para el año próximo y como cámara que tiene la facultad exclusiva de analizar, discutir y aprobar - en su caso- la propuesta de prespuesto de egresos de la Federación para 2010.

El caso es que Agustín Carstens estuvo ahí, con los senadores, y habló muy en serio, sin adornos ni afeites, acerca de lo mal que se ven las cosas para las finanzas públicas de México, porque no hicimos la tarea a tiempo o porque equivocadamente conjeturamos que habría tiempo más tarde para ocuparse de las cosas importantes y no de los desplantes histriónicos para ver quién clava mejor las banderillas o da los mejores muletazos al astado. "El futuro ya nos alcanzó" dijo.

De alguna manera el mensaje del Secretario de Hacienda fue que aun cuando ya hay indicios ciertos de que el mundo y México están saliendo de lo peor de la recesión, las consecuencias de este episodio seguirán presentes en México, bajo la forma muy real de una amenaza grave para las finanzas públicas. A menos que el Congreso se ponga a trabajar en serio, el país enfrentará gravísimos dilemas fiscales, con consecuencias para toda la economía y para la economía de todos, mientras buena parte del resto del mundo, mal que bien, empezará a disfrutar algo de los retoños de la recuperación.

La crisis, como dice un buen amigo, encueró nuestros problemas estructurales. Problemas que todos conocíamos, problemas que todos sabíamos que tenían que enfrentarse, pero problemas que pospusimos gracias, entre otras cosas, a que los altos precios del petróleo embriagaron a los políticos y sirvieron - todo hay que decirlo- para que el primer gobierno no priísta en décadas, el de Vicente Fox, comprara el apaciguamiento y la gobernabilidad a un abigarrado ejército de gobernadores del PRI, dispuestos a bailar más o menos en paz a cambio de crecientes participaciones y aportaciones de dinero federal. El feuderalismo fiscal mexicano en todo su esplendor.

Por fin sucedió lo que tenía que suceder: Se nos está acabando inexorablemente el petróleo y ahora hay que ponernos a trabajar en serio. Tenemos que convertirnos en un país en serio, en el que la gente paga de veras impuestos, en el que los gobiernos, no sólo el gobierno federal, sino también los estatales y municipales, rinden cuentas, se someten al escrutinio público inteligente (aunque sea del puñado de personas que en México quieren y pueden hacer escrutinios inteligentes), en el que los gobiernos locales afrontan la responsabilidad y el costo político de cobrar los impuestos locales que correspondan (en lugar de esperar todo de la recaudación federal) y en el que los farsantes de la política - que tratan de resolver todo con desplantes ingeniosos y gracejadas más o menos groseras de conductor de microbús envalentonado e impune- no caben.

Hay tres herramientas para hacer frente al grave problema en el que están, ya desde ahora, inmersas las finanzas públicas de México: 1. Aumentar los ingresos fiscales no petroleros, 2. Reducir en serio el gasto público improductivo en los tres niveles de gobierno, en los tres poderes y en varios de los organismos autónomos, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que gastan con singular desparapajo, y 3. Recurrir al expediente, peligrosísimo, veneno de alta toxicidad, de incrementar el déficit fiscal.

El Secretario de Hacienda anticipó que habrán de usarse, en la combinación adecuada, las tres herramientas, pero también adviritió que el aumento de ingresos fiscales no petroleros debe ser permanente (reforma tributaria de a de veras) y también debe ser permanente la reforma al ejercicio del gasto público para reducirlo a montos de eficiencia y productividad. En cambio, mucho ojo, el recurso al déficit debe ser temporal, medido hasta el escrúpulo, más que cauteloso.

Esto es: Si uno no tiene más remedio que entrar al antro de mala muerte, más le vale no perder de vista tres cosas: 1. El reloj (para salirse en el momento preciso, ni un minuto más tarde), 2. La cartera (para que no se la sutraigan) y 3. La puerta de salida más próxima y expedita.

Lo cual signiifca que, junto con un déficit fiscal deliberado deberá pactarse (poner candados legales muy claros) la salida del mismo déficit en un plazo perentorio.

Eso es lo que hace un "país en serio"...¿Será "en serio" nuestra clase política o nos ponemos a rezar por un doble milagro: Ganar el campeonato mundial de futbol y volver a sacarnos la malhadada lotería del petróleo para seguir en la farsa y los deplantes histriónicos?

El llamado "riesgo país" refleja, aproximadamente, esto de la "seriedad" que merecen los países:

México: 175 puntos base.
Argentina: 860 puntos base. (Datos al 7 de agosto de 2009).

¿Nos queremos ver en el espejo de Argentina?

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jueves, 26 de febrero de 2009

Pruebas de estrés, allá y acá

La novedad serán las “pruebas de estrés” a las que someterán a los grandes bancos en Estados Unidos. Algo así como las pruebas de esfuerzo que se hacen, generalmente a los adultos, para verificar su condición cardiovascular. Llegará un enviado del secretario del Tesoro, armado con un ábaco – por aquello de las lecciones que dejó el estancamiento de la economía japonesa - y someterá a los balances de cada banco a duros ejercicios de simulación: “¿cuánto capital fresco necesitará el banco si un incremento en el desempleo nacional de tres puntos porcentuales se traduce en un aumento de dos puntos porcentuales en la cartera vencida?”.

En realidad le están inventando una fascinante tarea a los econometristas, quienes harán bonitos modelos matemáticos relacionando un montón de variables tales como: desempleo, precios de los “commodities”, ejecuciones de hipotecas, índice de confianza de los consumidores, construcción de nuevas viviendas, precios de los bienes raíces, índices bursátiles, futuros de las divisas, precios y tasas de los bonos del Tesoro, valuación a precios de mercado de los fondos de cobertura y 27 variables más. Se pone todo en una licuadora, se persigna el investigador, se enciende la licuadora econométrica (“aprietas F9”) y se llega a una cifra…Con el resultado se decidirá lo que ya es previsible: Demasiado grande para dejarlo quebrar, aunque el meollo del asunto debería ser: Demasiado grande para dejarlo existir. ¿Por qué no empezamos a fragmentar y desconectar los riesgos? (Es una idea como cualquier otra y, al parecer, se vale cualquier ocurrencia en esta crisis).

Ya más en serio (lo que no significa que lo anterior haya sido del todo una broma), eso de las pruebas de estrés funcionaría también para que en el Senado, en México, antes de nombrar a los miembros de un organismo técnico y regulador, sometan a los candidatos a pruebas de estrés para ver cómo reaccionarán ante determinados eventos.

Por ejemplo, al aspirante a ocupar la presidencia de la Cofetel le podrían preguntar: “¿Qué haría usted si recibe una grabación, clandestina e ilegal, de las conversaciones telefónicas del funcionario que es la cabeza del sector de las comunicaciones en el gobierno federal?” Si el aspirante contesta: “Le entrego las grabaciones a una de sus subordinadas para que se lo grille”, entonces debe ser designado por aclamación: “Bienvenido, arquitecto, con usted las telecomunicaciones de este país no podían estar en mejores manos”.

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martes, 31 de julio de 2007

La ruido-difusión y el hartazgo de la política

¿Cuál es el sentido de repetir miles de veces, en decenas de estaciones de radio y en “cápsulas” de 30 segundos, el mismo mensaje durante meses?, ¿los promotores de esos anuncios ya calcularon el efecto de hartazgo y rechazo que provocan? Tal vez no les importa porque no es su dinero el que se desperdicia…

“Hola, les tengo una buena noticia. A partir de ahora…usted dejará de escuchar este anuncio con el cual el Senado de la República le ha atosigado durante las últimas doce semanas a todas horas del día a través de la radio, para decirle que se aprobó el no cobro de comisiones de bancarias para quienes les depositan un sueldo de hasta $8,300 pesos al mes. En el Senado alguien, por fin, cayó en la cuenta de que en lugar de mejorar la deteriorada imagen de los legisladores, la machacona repetición ha logrado hartar a los radioescuchas y reforzar la percepción de que los senadores, como la mayoría de los políticos, desperdician los escasos recursos públicos. Ya era justo”.

No, nunca escucharemos un mensaje semejante por la radio. Tampoco escucharemos algún anuncio de que por fin, tras 70 años de existencia, desaparecerá la “Hora Nacional” porque alguien se dio cuenta no sólo del fuerte tufillo totalitario de esa ocurrencia – un mensaje único producido por el gobierno difundido en todas las estaciones de radio durante una hora- sino también de su absoluta inutilidad, aun en términos de propaganda.

En sus inicios la radio despertó de inmediato el afán controlador de burócratas y políticos tanto en Europa como en Estados Unidos y hubo quien aseguró (sir William Preece en 1899) que “lo peor que le puede ocurrir a este invento es ir a parar a las manos de una compañía (privada). Basta ver qué pasó con el teléfono para convencernos de ello”.

Hubo quien se opuso al afán controlador con un argumento que me parece contundente: “Nos hemos educado en la idea de que el aire es absolutamente libre para todos, ¿por qué habría de dejar de serlo?”, en el Congreso de Estados Unidos, alrededor de 1912.

En buena medida los controladores obsesivos – adoradores del Estado- siguen queriendo restringir el uso del aire y, si los dejásemos, obstaculizarían hasta el libre vuelo de papalotes o cometas. Gracias en buena parte a ellos la radio-difusión parece cada día más ruido-difusión.

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