G-20: Lo que está en juego
El asunto más importante para el bienestar mundial – incluso para la paz del planeta- que tienen en sus manos los dirigentes del G-20 es evitar a toda costa que la crisis se convierta en el pretexto para dar marcha atrás al proceso de globalización comercial.
Un compromiso auténtico con la libertad comercial y una condena enérgica a las casi incontables prácticas proteccionistas es lo más importante que puede lograr la reunión del G-20.
La mala noticia es que hay muy pocas probabilidades de que así suceda.
Un ejemplo: Los desplantes de Nicolás Sarkozy (cito su declaración: “No seré socio de una cumbre que concluya con un comunicado de compromisos falsos que no aborden los temas que nos preocupan”) son una pésima señal. El gobierno de Francia (y en gran medida el de Alemania) parece llegar a la cumbre con una agenda no-cooperativa, más para consumo de sus electores en casa, en la que ostensiblemente NO está el libre comercio o la condena al proteccionismo comercial. Su agenda – “los temas que nos preocupan” – es enfrascarse en una discusión sin salida con Estados Unidos acerca del falso dilema entre programas de estímulo (gasto) a la demanda y nuevas regulaciones financieras de carácter global.
El libre comercio NO es un “tema” que agobie a Francia; por el contrario, la tradición secular de la política comercial francesa ha sido el proteccionismo.
Pero no son sólo los gobiernos de Francia o Alemania los que relegan el asunto del libre comercio. La mayoría de los líderes llegan a la cumbre con agendas marcadas por la necesidad de complacer, cada cual, a grupos de interés en sus respectivos países que, a su vez, forman parte de sus reductos electorales. Grupos de interés anclados en el proteccionismo.
Fue precisamente la interconexión entre economías emergentes y economías desarrolladas la que posibilitó un largo período de prosperidad y crecimiento del comercio mundial en las últimas décadas. En el proceso varias economías emergentes crecieron desempeñando el papel de exportadoras y acreedoras, en tanto que varias economías altamente industrializadas disfrutaron de financiamiento abundante y barato proveniente de sus contrapartes comerciales.
La opción de restablecer esa prosperidad es lo que podría tirarse por la borda en esta cumbre.
Por desgracia, la globalización no es irreversible. Ya en las primeras décadas del siglo pasado el mundo retrocedió en materia de libertad comercial y migratoria; ese retroceso fue una de las principales causas de las dos grandes guerras mundiales.
Un compromiso auténtico con la libertad comercial y una condena enérgica a las casi incontables prácticas proteccionistas es lo más importante que puede lograr la reunión del G-20.
La mala noticia es que hay muy pocas probabilidades de que así suceda.
Un ejemplo: Los desplantes de Nicolás Sarkozy (cito su declaración: “No seré socio de una cumbre que concluya con un comunicado de compromisos falsos que no aborden los temas que nos preocupan”) son una pésima señal. El gobierno de Francia (y en gran medida el de Alemania) parece llegar a la cumbre con una agenda no-cooperativa, más para consumo de sus electores en casa, en la que ostensiblemente NO está el libre comercio o la condena al proteccionismo comercial. Su agenda – “los temas que nos preocupan” – es enfrascarse en una discusión sin salida con Estados Unidos acerca del falso dilema entre programas de estímulo (gasto) a la demanda y nuevas regulaciones financieras de carácter global.
El libre comercio NO es un “tema” que agobie a Francia; por el contrario, la tradición secular de la política comercial francesa ha sido el proteccionismo.
Pero no son sólo los gobiernos de Francia o Alemania los que relegan el asunto del libre comercio. La mayoría de los líderes llegan a la cumbre con agendas marcadas por la necesidad de complacer, cada cual, a grupos de interés en sus respectivos países que, a su vez, forman parte de sus reductos electorales. Grupos de interés anclados en el proteccionismo.
Fue precisamente la interconexión entre economías emergentes y economías desarrolladas la que posibilitó un largo período de prosperidad y crecimiento del comercio mundial en las últimas décadas. En el proceso varias economías emergentes crecieron desempeñando el papel de exportadoras y acreedoras, en tanto que varias economías altamente industrializadas disfrutaron de financiamiento abundante y barato proveniente de sus contrapartes comerciales.
La opción de restablecer esa prosperidad es lo que podría tirarse por la borda en esta cumbre.
Por desgracia, la globalización no es irreversible. Ya en las primeras décadas del siglo pasado el mundo retrocedió en materia de libertad comercial y migratoria; ese retroceso fue una de las principales causas de las dos grandes guerras mundiales.
Etiquetas: Alemania, Francia, G-20, libertad de comercio, locos por la crisis, Nicolás Sarkozy, proteccionismo comercial
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