viernes, 20 de marzo de 2009

La solución de la crisis, ¿está en chino?

Con su proverbial perspicacia el semanario británico The Economist (en su edición más reciente, que empezó a circular ayer) pone a China como pieza decisiva sobre el tablero de juego de esta crisis global.

En su articulo de portada se pregunta si estamos entrando a una nueva era bipolar con Estados Unidos y China como protagonistas y si la inminente reunión del grupo de los 20 (G-20) en Londres no debería llamarse mas bien reunión del G-2.
El propio semanario descarta, líneas después, esta inquietante hipótesis recordando que, a pesar de todo, China sigue siendo un país extremadamente pobre…, aunque clave para encontrarle una solución de largo plazo a esta calamidad global.

En noviembre pasado se cumplieron 30 años del gran viraje chino hacia una versión de economía de mercado, aunque sin mecanismos democráticos de gobierno y de deliberación de los asuntos públicos. Como escribí en enero de 2008 el camino hacia la economía de mercado en China ha sido sinuoso y ha avanzado mediante el método de ensayo y error. Los resultados han sido exitosos, lo que demuestra otra vez la superioridad de los mecanismos de libre mercado sobre los modelos intervencionistas; una lección que algunos pretenden borrar contando una historia mentirosa de la crisis actual.

Hoy día estamos presenciando, en el antiquísimo debate entre liberalismo económico e intervencionismo estatal, episodios insólitos: Hu Jintao hace el elogio de Adam Smith en la reunión anual de Davos Suiza o Wen Jiabao pide a los Estados Unidos un poco más de responsabilidad monetaria y fiscal.

Más que la crisis en sí lo que parece perturbar gravemente a los integrantes del gobierno chino son las extrañas respuestas de los gobiernos de las grandes potencias occidentales (digamos, Estados Unidos) ante este episodio recesivo. Se ve que los chinos estudiaron concienzudamente el liberalismo económico y lo aceptaron en lo esencial; ahora no comprenden – y tienen toda la razón – el temperamento veleidoso de los políticos de Occidente quienes, ante la crisis, se apresuran a olvidar esos principios o, peor aun, culpan al libre mercado de un desastre que, bien visto, tiene su origen en el abandono del liberalismo económico.

Tal vez sea un espejismo hablar de un nuevo mundo bipolar con Estados Unidos y China como protagonistas. Pero China tiene un peso mayúsculo en este tablero de juego y mucho ayudaría para superar esta crisis (y mucho lo agradecería el gobierno chino) que en Occidente nos mostrásemos un poco más coherentes con los principios liberales.

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