miércoles, 25 de marzo de 2009

¿Y si fundamos “Proteccionistas Anónimos”?

En una semana, el 2 de abril, será la nueva reunión del G-20, que agrupa a 19 países tanto desarrollados como en desarrollo, más la Unión Europea como conjunto con un sitio adicional rotatorio.

En la reunión anterior celebrada en Estados Unidos en noviembre de 2008, los jefes de Estado y/o de gobierno de todos los países presentes manifestaron su repudio al proteccionismo comercial, recordaron sensatamente que las medidas proteccionistas durante la década de los 30 del siglo pasado profundizaron, prolongaron y diseminaron la Gran Depresión en todo el orbe, prometieron hacer su mejor esfuerzo (como si fueran jugadores de un seleccionado nacional antes de un partido decisivo) para reanimar una agonizante Ronda de Doha y nada más les faltó ponerse la mano en la corazón – “cross my heart”- o besar cada cual la cruz formada por los dedos pulgar e índice de su mano derecha – “se los juro, por ésta”-, para proclamarse como los paladines del libre comercio.

Pues ¿qué creen?, a inicios de este mes 17 de los 20 ya habían incurrido en nuevas prácticas o medidas proteccionistas (desde subsidios a sus exportaciones hasta barreras arancelarias o no arancelarias a las importaciones, pasando por los consabidos intercambios de represalias comerciales; ejemplo: China prohíbe la importación de carne de cerdo irlandesa), según una investigación del Banco Mundial que detectó 47 importantes restricciones comerciales nuevas en el mundo surgidas entre el 15 de noviembre de 2008 y el primer día de marzo de 2009.

Mi cálculo es que para hoy, si bien nos va, sólo quedan dos, Australia y tal vez Sudáfrica, del grupo de los 20, que han honrado sus juramentos a favor del libre comercio. El resto parecen alcohólicos reincidentes tras una emotiva sesión catártica de promesas que serán incumplidas. Habrá que fundar el club P. A. (Proteccionistas Anónimos) y alguien deberá inventarse una guía de diez pasos para que estos hombres y mujeres – y sus burocracias – puedan controlar la enfermedad proteccionista, que es crónica, progresiva y mortal.

Los hay peores, de esos que parecen irredentos y cínicos (la Unión Europea como conjunto, Francia, Japón, China, Argentina, Rusia, Estados Unidos), los hay medio proteccionistas y hasta alguno habrá que, cansado de los constantes incumplimientos de su arrogante vecino, se acaba de unir al grupo.

Señoras y señores: el primer paso debería ser la confesión pública. Reconocer que son enfermos y que necesitan ayuda: “Hola, soy Barack y soy proteccionista…”, o algo así.

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