Déficit fiscal: ¿Listos para la “cruda”?
Durante los próximos años el principal problema de la economía de Estados Unidos y de la mayoría de las economías europeas NO será la recesión, sino el déficit fiscal.
Tomemos el caso del Reino Unido. Hace unos días Martin Wolf, columnista de Financial Times, citaba algunas estimaciones de la Comisión Europea que son para estremecerse: El año próximo, 2010, el gasto gubernamental en el Reino Unido será equivalente al 52.4 por ciento de su Producto Interno Bruto, mientras que los ingresos fiscales serán de sólo 38.7 por ciento del PIB. La conclusión es obvia: Un déficit fiscal gigantesco. Incluso si se ajusta cíclicamente el déficit fiscal será como de irresponsable “país bananero”: 12.2 por ciento del PIB.
Otros países europeos, como España, tendrán a la vuelta de la esquina descomunales déficit fiscales, lo que, junto a las elevadísimas cifras por desempleo (y contando), mostrará el estrepitoso fracaso del gobierno “socialista”. El problema, en España, es que no está claro que al actual Partido Popular, que es la única alternativa viable al PSOE, le funcione la brújula.
Algunas notas para la agenda:
1. Ningún déficit fiscal es inocuo. Invariablemente provocan inflación, mala asignación de recursos y pobreza.
2. Dada la mecánica que siguen las decisiones públicas en las democracias, y dada la desconexión en el discurso político entre los déficit y sus consecuencias, los déficit tienden a crecer y retroalimentarse. En menos de 18 meses el gobierno de George W. Bush y el Congreso (republicanos y demócratas, a la par) esfumaron el superávit y lo transformasen en un déficit fiscal que hoy es incontenible.
3. No hay soluciones mágicas: O aumentas impuestos o recortas gastos; probablemente ambas. Los déficit fiscales que hoy se enfrentan provienen sobre todo de un gasto descontrolado.
4. Las clientelas del gasto tendrán que sufrir los recortes y el doloroso reacomodo político. El problema político-social no es menor, dado que los propios programas de gasto “temporal y extraordinario” crean clientelas permanentes; así sucederá en Estados Unidos con el “paquete” de estímulos fiscales.
5. ¿Se acuerdan de “la dama de hierro”, Margaret Thatcher? Pues deberían acordarse, porque la previsión de Wolf es que el siguiente Primer Ministro de la Gran Bretaña tendrá que ser aún más duro y draconiano que Thatcher…
6. Conclusión: Las borracheras keynesianas pasan rápido, lo que dura años, y es inolvidable, es la cruda para remediarlas.
Tomemos el caso del Reino Unido. Hace unos días Martin Wolf, columnista de Financial Times, citaba algunas estimaciones de la Comisión Europea que son para estremecerse: El año próximo, 2010, el gasto gubernamental en el Reino Unido será equivalente al 52.4 por ciento de su Producto Interno Bruto, mientras que los ingresos fiscales serán de sólo 38.7 por ciento del PIB. La conclusión es obvia: Un déficit fiscal gigantesco. Incluso si se ajusta cíclicamente el déficit fiscal será como de irresponsable “país bananero”: 12.2 por ciento del PIB.
Otros países europeos, como España, tendrán a la vuelta de la esquina descomunales déficit fiscales, lo que, junto a las elevadísimas cifras por desempleo (y contando), mostrará el estrepitoso fracaso del gobierno “socialista”. El problema, en España, es que no está claro que al actual Partido Popular, que es la única alternativa viable al PSOE, le funcione la brújula.
Algunas notas para la agenda:
1. Ningún déficit fiscal es inocuo. Invariablemente provocan inflación, mala asignación de recursos y pobreza.
2. Dada la mecánica que siguen las decisiones públicas en las democracias, y dada la desconexión en el discurso político entre los déficit y sus consecuencias, los déficit tienden a crecer y retroalimentarse. En menos de 18 meses el gobierno de George W. Bush y el Congreso (republicanos y demócratas, a la par) esfumaron el superávit y lo transformasen en un déficit fiscal que hoy es incontenible.
3. No hay soluciones mágicas: O aumentas impuestos o recortas gastos; probablemente ambas. Los déficit fiscales que hoy se enfrentan provienen sobre todo de un gasto descontrolado.
4. Las clientelas del gasto tendrán que sufrir los recortes y el doloroso reacomodo político. El problema político-social no es menor, dado que los propios programas de gasto “temporal y extraordinario” crean clientelas permanentes; así sucederá en Estados Unidos con el “paquete” de estímulos fiscales.
5. ¿Se acuerdan de “la dama de hierro”, Margaret Thatcher? Pues deberían acordarse, porque la previsión de Wolf es que el siguiente Primer Ministro de la Gran Bretaña tendrá que ser aún más duro y draconiano que Thatcher…
6. Conclusión: Las borracheras keynesianas pasan rápido, lo que dura años, y es inolvidable, es la cruda para remediarlas.
Etiquetas: déficit fiscal, FT, keynesianismo, los años de sequía, Margaret Thatcher, Marin Wolf
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