lunes, 11 de mayo de 2009

La barrera que no debió saltar la Fed

Si la Reserva Federal de los Estados Unidos se ha convertido en el brazo monetario del Tesoro estamos en gravísimos problemas.

Allan H. Meltzer, espléndido economista, considera que así ha sucedido. Meltzer escribió en The New York Times, que a pesar de la solvencia académica de Ben Bernanke (presidente de la Fed, como se conoce coloquialmente a la reserva) y de las impecables credenciales de Paul Volcker como banquero central independiente que luchó sin titubeos contra la inflación (hoy Volcker es consejero del presidente Barack Obama), el compromiso del gobierno de Obama para evitar un disparo de la inflación y la independencia del banco central de los Estados Unidos están en entredicho.

Todo eso significa una cosa: En el mediano plazo la economía mundial sufrirá las terribles consecuencias de una espiral inflacionaria, alimentada por la complacencia de la Reserva Federal a las demandas de billones de dólares por el gobierno de Estados Unidos, otorgados mediante un endeudamiento casi simbólico, a una tasa de interés cercana a cero.

Everardo Elizondo tuvo al acierto de difundir ayer, en sus colaboraciones habituales en Reforma, fragmentos de las reflexiones de Meltzer. Es un gran acierto porque se trata de un asunto que nos dará muchos dolores de cabeza.

El arreglo institucional en las democracias impide que los déficit fiscales sean financiados mediante la impresión de dinero porque los bancos centrales son independientes. Esto ha sido analizado ampliamente por James M. Buchanan y Richard Wagner (“Democracy in déficit: The political legacy of Lord Keynes” , 1977, capítulo ocho). Así, lo normal es que si hay déficit el gobierno tenga que recurrir a la emisión de deuda y pagar una tasa de interés remunerativa, por encima de la inflación. Si esta barrera se rompe – si, como ahora en Estados Unidos, el banco central se vuelve un mero brazo del gobierno que imprime dinero, es decir: deuda sin costo-, la inflación generada por el déficit será mayor, habrá una irrefrenable propensión al derroche de gasto público y los ciudadanos estarán desprotegidos contra una estafa monetaria a gran escala.

Más temprano que tarde, todo el entramado de legitimidad del Estado se verá cuestionado por los ciudadanos. Al profundo deterioro económico se sumará una fuerte tendencia hacia la desestabilización política. No es asunto menor que el banco central del país más poderoso del mundo se haya saltado esa barrera.

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