Las lecciones de una bancarrota (II y final)
¿Qué tienen en común General Motors (GM) y los pequeños comercios minoristas de Japón? Lo mismo que miles de negocios en diversas partes del mundo: Una pasmosa improductividad, que se traduce en incompetencia, auspiciada y protegida por intereses políticos.
En Japón sería impensable la quiebra de los pequeños comercios (tienditas) porque sus dueños son parte constitutiva del electorado duro del partido hegemónico que ha gobernado por décadas; de ahí que en Japón las competitivas empresas comerciales de carácter multinacional, como Wal Mart, encuentren todo género de obstáculos legales y políticos para operar. Los políticos protegen a su electorado y, de paso, cultivan la incompetencia.
El ejemplo de las “tienditas” de Japón es uno de los muchos casos de improductividad estructural que estudió William W. Lewis, director fundador de McKinsey Global Institute, a lo largo de varios años en países tan disímiles como Brasil, Rusia, Corea, India o Francia. El estudio de Lewis quedó plasmado en un libro (“The Power of Productivity. Wealth, Poverty and the Threat to the Global Stability”, The University of Chicago Press, 2004) que es lectura indispensable para entender por qué algunas empresas son exitosas en los mercados globales y por qué muchas más, a pesar de su incompetencia y su manifiesta improductividad, sobreviven protegidas por leyes y por acuerdos tácitos con los aparatos gubernamentales y políticos de sus respectivos países.
En Japón los políticos no puede dejar morir a las incompetentes “tienditas” a pesar de que venden productos de mala calidad, de poca variedad y caros, del mismo modo que los políticos estadounidenses y su gobierno no pueden sino rescatar una y otra vez a Chrysler o a General Motors.
Las conclusiones de la extensa y documentada investigación de Lewis no tienen desperdicio. Comento las principales de forma esquemática:
1. El desarrollo no es sólo macroeconomía sino economía micro: en el núcleo está la productividad que se obtiene optimizando en cada caso los factores de la producción: trabajo, capital, tecnología;
2. Ahí donde encontramos empresas manifiestamente improductivas (cuyos bienes y servicios son de calidad inferior y de alto precio, respecto de empresas similares en otros países) invariablemente encontramos la mano interventora de gobiernos y políticos protegiendo la improductividad por razones de interés político;
3. La productividad sólo se alcanza en mercados libres, con amplia competencia, sin barreras de entrada y sin restricciones laborales onerosas; y
4. La piedra de toque para detectar la productividad de una empresa es el mayor bienestar que genera a los consumidores de sus productos o servicios.
En Japón sería impensable la quiebra de los pequeños comercios (tienditas) porque sus dueños son parte constitutiva del electorado duro del partido hegemónico que ha gobernado por décadas; de ahí que en Japón las competitivas empresas comerciales de carácter multinacional, como Wal Mart, encuentren todo género de obstáculos legales y políticos para operar. Los políticos protegen a su electorado y, de paso, cultivan la incompetencia.
El ejemplo de las “tienditas” de Japón es uno de los muchos casos de improductividad estructural que estudió William W. Lewis, director fundador de McKinsey Global Institute, a lo largo de varios años en países tan disímiles como Brasil, Rusia, Corea, India o Francia. El estudio de Lewis quedó plasmado en un libro (“The Power of Productivity. Wealth, Poverty and the Threat to the Global Stability”, The University of Chicago Press, 2004) que es lectura indispensable para entender por qué algunas empresas son exitosas en los mercados globales y por qué muchas más, a pesar de su incompetencia y su manifiesta improductividad, sobreviven protegidas por leyes y por acuerdos tácitos con los aparatos gubernamentales y políticos de sus respectivos países.
En Japón los políticos no puede dejar morir a las incompetentes “tienditas” a pesar de que venden productos de mala calidad, de poca variedad y caros, del mismo modo que los políticos estadounidenses y su gobierno no pueden sino rescatar una y otra vez a Chrysler o a General Motors.
Las conclusiones de la extensa y documentada investigación de Lewis no tienen desperdicio. Comento las principales de forma esquemática:
1. El desarrollo no es sólo macroeconomía sino economía micro: en el núcleo está la productividad que se obtiene optimizando en cada caso los factores de la producción: trabajo, capital, tecnología;
2. Ahí donde encontramos empresas manifiestamente improductivas (cuyos bienes y servicios son de calidad inferior y de alto precio, respecto de empresas similares en otros países) invariablemente encontramos la mano interventora de gobiernos y políticos protegiendo la improductividad por razones de interés político;
3. La productividad sólo se alcanza en mercados libres, con amplia competencia, sin barreras de entrada y sin restricciones laborales onerosas; y
4. La piedra de toque para detectar la productividad de una empresa es el mayor bienestar que genera a los consumidores de sus productos o servicios.
Etiquetas: factores de producción, GM, incompetencia, Japón, productividad, The Power of Productivity, William W. Lewis
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