Obama y su “toque relativamente ligero”
Hoy se difundirá con más detalle la propuesta del gobierno del Gobierno Barack Obama para establecer un nuevo, y más extenso, marco de regulación para el sistema financiero. En ese contexto, el propio Obama hace la apología de su gobierno en una crucial entrevista que publica hoy The Wall Street Journal. El mensaje que quiere mandar Obama es claro: No soy socialista, ni intervencionista; creo en el poder del libre mercado para asignar eficientemente los recursos como el que más. Lo que pasa es que estoy arreglando el desastre que me heredaron…
Sin embargo…
Sí, sin embargo esta apología de Obama es literalmente increíble. No se puede creer. Si un animal tiene aspecto de pato, camina como pato, grazna como pato, nada como pato, se sacude el agua al salir de un estanque como se sacuden los patos el agua al salir de un estanque…¿Qué tiene de extraño que le llamemos pato?
Si nombrar a un burócrata de Washington como supremo dictaminador de las percepciones que habrán de recibir los ejecutivos de General Motors, Chrysler, AIG, Fannie Mae, Freddie Mac y de una decena de empresas más que han sido rescatadas con dinero de los contribuyentes, no es promover el intervencionismo gubernamental en la economía (por no hablar del hecho mismo de rescatar, contra viento y marea, empresas en quiebra, como si no formase parte esencial del sistema de libre mercado que cada cual asuma las consecuencias de sus errores en la asignación de recursos), ¿qué es entonces?
Y es que eso, sencillamente, es lo que pregunta el entrevistador de WSJ: ¿cómo entiende Obama el papel del gobierno en la economía?
La respuesta de Obama constituye, a mi juicio, lo más relevante de la entrevista y, siento decirlo, es donde la apología de Obama hace agua por todos lados:
“Creo que la ironía es que me gustaría ver un gobierno que realmente interviniese poco en la economía” (“relatively light touch” son las palabras textuales), pero, arguye Obama, el “pensamiento conservador estándar” no lo ha entendido y me etiqueta como intervencionista (la única ironía aquí, digo yo, es que Obama incurre alegremente también en despachar el asunto mediante un intercambio de etiquetas: si me dices “intervencionista” yo te respondo “conservador” y cada quien se queda con su golpe, pero no nos entendemos).
Para entender, tal vez, sirva el mismo ejemplo que propone Obama, respecto de la intervención (¿un toque relativamente ligero?) de su gobierno en empresas automotrices como GM o Chrysler. Teníamos, dice, tres opciones: A. Seguirles dando dinero público y permitir que lo siguiesen desperdiciando al no exigirles un cambio total en su forma de hacer las cosas, B. Dejarlas ir a la quiebra en medio de la peor recesión que ha habido después de la Gran Depresión, “algo que no creo que nadie argumentará que tendría un efecto saludable en la economía”, o C. Proveerlas de cierta ayuda de corto plazo, pero asegurándonos de que nos presentasen un plan de reestructura que les permita ponerse de nuevo de pie.
Por supuesto para Obama la respuesta correcta es C.
Error, señor Presidente Obama, la respuesta correcta es B. Porque las quiebras, aun en medio de recesiones o precisamente en medio de recesiones provocadas por los excesos del pasado, sí tienen un “efecto saludable”, ¡muy saludable!, en la economía.
La opción C es una falacia que presupone que a nadie, de todos los directivos y accionistas que han pasado por GM, por ejemplo, se le había ocurrido que la empresa tenía que reestructurarse o morir, hasta que llegó Obama y su fabuloso equipo y se los hizo entender…La fatal arrogancia, como le llamó Hayek.
Además, señor Presidente Obama, los interventores ni siquiera han presentado un plan creíble de reestructuración de las empresas automotrices, un plan que pase la prueba del mercado. La opción C, ¿un toque relativamente ligero?, es el peor de los mundos: Tirar aún más dinero de los contribuyentes, pero ahora con la bendición de toda una burocracia gubernamental al lado, jugando al empresario; burocracia que junto con el sindicato se convertirá en una clientela electoral permanente que demandará más y más recursos de los contribuyentes.
No, no es ironía que los miopes “conservadores” no entiendan que usted no es un intervencionista. Es una flagrante contradicción, entre retórica y hechos, el hecho de que usted lo niegue
Sin embargo…
Sí, sin embargo esta apología de Obama es literalmente increíble. No se puede creer. Si un animal tiene aspecto de pato, camina como pato, grazna como pato, nada como pato, se sacude el agua al salir de un estanque como se sacuden los patos el agua al salir de un estanque…¿Qué tiene de extraño que le llamemos pato?
Si nombrar a un burócrata de Washington como supremo dictaminador de las percepciones que habrán de recibir los ejecutivos de General Motors, Chrysler, AIG, Fannie Mae, Freddie Mac y de una decena de empresas más que han sido rescatadas con dinero de los contribuyentes, no es promover el intervencionismo gubernamental en la economía (por no hablar del hecho mismo de rescatar, contra viento y marea, empresas en quiebra, como si no formase parte esencial del sistema de libre mercado que cada cual asuma las consecuencias de sus errores en la asignación de recursos), ¿qué es entonces?
Y es que eso, sencillamente, es lo que pregunta el entrevistador de WSJ: ¿cómo entiende Obama el papel del gobierno en la economía?
La respuesta de Obama constituye, a mi juicio, lo más relevante de la entrevista y, siento decirlo, es donde la apología de Obama hace agua por todos lados:
“Creo que la ironía es que me gustaría ver un gobierno que realmente interviniese poco en la economía” (“relatively light touch” son las palabras textuales), pero, arguye Obama, el “pensamiento conservador estándar” no lo ha entendido y me etiqueta como intervencionista (la única ironía aquí, digo yo, es que Obama incurre alegremente también en despachar el asunto mediante un intercambio de etiquetas: si me dices “intervencionista” yo te respondo “conservador” y cada quien se queda con su golpe, pero no nos entendemos).
Para entender, tal vez, sirva el mismo ejemplo que propone Obama, respecto de la intervención (¿un toque relativamente ligero?) de su gobierno en empresas automotrices como GM o Chrysler. Teníamos, dice, tres opciones: A. Seguirles dando dinero público y permitir que lo siguiesen desperdiciando al no exigirles un cambio total en su forma de hacer las cosas, B. Dejarlas ir a la quiebra en medio de la peor recesión que ha habido después de la Gran Depresión, “algo que no creo que nadie argumentará que tendría un efecto saludable en la economía”, o C. Proveerlas de cierta ayuda de corto plazo, pero asegurándonos de que nos presentasen un plan de reestructura que les permita ponerse de nuevo de pie.
Por supuesto para Obama la respuesta correcta es C.
Error, señor Presidente Obama, la respuesta correcta es B. Porque las quiebras, aun en medio de recesiones o precisamente en medio de recesiones provocadas por los excesos del pasado, sí tienen un “efecto saludable”, ¡muy saludable!, en la economía.
La opción C es una falacia que presupone que a nadie, de todos los directivos y accionistas que han pasado por GM, por ejemplo, se le había ocurrido que la empresa tenía que reestructurarse o morir, hasta que llegó Obama y su fabuloso equipo y se los hizo entender…La fatal arrogancia, como le llamó Hayek.
Además, señor Presidente Obama, los interventores ni siquiera han presentado un plan creíble de reestructuración de las empresas automotrices, un plan que pase la prueba del mercado. La opción C, ¿un toque relativamente ligero?, es el peor de los mundos: Tirar aún más dinero de los contribuyentes, pero ahora con la bendición de toda una burocracia gubernamental al lado, jugando al empresario; burocracia que junto con el sindicato se convertirá en una clientela electoral permanente que demandará más y más recursos de los contribuyentes.
No, no es ironía que los miopes “conservadores” no entiendan que usted no es un intervencionista. Es una flagrante contradicción, entre retórica y hechos, el hecho de que usted lo niegue
Etiquetas: AIG, Barack Obama, Chrysler, Fannie Mae, Freddie Mac, Friederich A. Hayek, GM, intervencionismo gubernamental, WSJ
1 Comentarios:
Jesús dijo: o crees en mi o estas en mi contra. En el mundo de las ideas se es o no se es, no se puede ser medio fiel, o eres fiel o eres infiel.
Si mezclamos mal vino con buen vino tenemos mal vino.
Hay muchas probabilidades de que la opción C termine siendo la opción A por que al intervenir Obama se hace responsable y no ha invertido en un negocio rentable. Si las cosas no salen se verá forzado a dar otras ayudaditas de cotro plazo y muchos pocos hacen un mucho, como dijo Sancho Panza.
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