Epidemia de ocurrentes
¿Qué es lo que hace a un hombre levantarse una mañana y tener la ocurrencia de ser Presidente de su país?, ¿por qué Presidente y no, mejor, policía o taxista especializado en obstetricia? ¡Ay, las ocurrencias!
En México vivimos rodeados de ocurrentes. ¿Por qué hay quien lava la banqueta frente a su comercio todas las mañanas a manguerazos? Muy simple, “porque se le ocurrió”. ¿Por qué un adolescente se perfora la nariz para ponerse una argolla? Pues “porque se le ocurrió”.
Nada garantiza que una persona que un día tuvo una ocurrencia genial repita siempre la hazaña.
Recuerdo, por ejemplo, al venerado ingeniero Heberto Castillo. Como ingeniero civil tuvo una ocurrencia genial para contar con un sistema más eficiente y barato de edificación e inventó la “tridilosa”. Maravillosa ocurrencia apoyada en el estudio y el rigor científico.
Pero el mismo Heberto Castillo muchos años más tarde, como político, tuvo varias ocurrencias desafortunadas, que por fortuna no se llevaron a cabo…como la de hacerle una gigantesca perforación a las faldas del Ajusco para habilitar un túnel que comunicaría a los valles de México y Cuernavaca, de forma que la contaminación atmosférica generada por los capitalinos escapase por ahí y fuese a infestar a los desprevenidos habitantes de Cuernavaca. O la ocurrencia, disparatada por donde se vea, de instalar ventiladores gigantes en las alturas del mismo Valle de México para dispersar los contaminantes…
El hecho de que alguien tenga la ocurrencia de construir un tren bala (o balín, nunca se sabe) de la Ciudad de México a Laredo no es extraño, lo trágico es que pueda realizar su ocurrencia usando los recursos de los demás y ¡que presuma su puntada como si fuese un programa de gobierno!
¿Por qué un tren de alta velocidad y no mejor un canal navegable para barcos de vapor? Pues porque así se le ocurrió.
Otros ocurrentes exponen razones increíbles para justificar sus ocurrencias. Por ejemplo, no entiendo cuál es la relación causa-efecto entre el hecho de que en México haya muchas desigualdades y la ocurrencia de tal señor que nos avisa por la televisión que “por eso” (por las desigualdades) él quiere ser Presidente. ¿Cómo que “por eso”?, es como si yo dijera: “En el mundo hay una gran ignorancia, por eso yo quiero ser Premio Nóbel de la Paz”.
Mucho menos entiendo por qué otro político nos dice que él quiere ser Presidente motivado por el hecho de que hay obstetras que dan servicio de taxistas o que hay taxistas que prestan servicios de obstetricia a sus clientes. No le encuentro la lógica… Lo que sí sería lógico es que después de mostrarnos el hecho – que no se sabe si es bueno o malo – de que hay taxistas que estudiaron medicina, dijese: “Por eso, yo quiero ser taxista” o “por eso yo quiero ser obstetra especializado en taxis”. Digo, esas ocurrencias sí parecen lógicas, y menos peligrosas.
En México vivimos rodeados de ocurrentes. ¿Por qué hay quien lava la banqueta frente a su comercio todas las mañanas a manguerazos? Muy simple, “porque se le ocurrió”. ¿Por qué un adolescente se perfora la nariz para ponerse una argolla? Pues “porque se le ocurrió”.
Nada garantiza que una persona que un día tuvo una ocurrencia genial repita siempre la hazaña.
Recuerdo, por ejemplo, al venerado ingeniero Heberto Castillo. Como ingeniero civil tuvo una ocurrencia genial para contar con un sistema más eficiente y barato de edificación e inventó la “tridilosa”. Maravillosa ocurrencia apoyada en el estudio y el rigor científico.
Pero el mismo Heberto Castillo muchos años más tarde, como político, tuvo varias ocurrencias desafortunadas, que por fortuna no se llevaron a cabo…como la de hacerle una gigantesca perforación a las faldas del Ajusco para habilitar un túnel que comunicaría a los valles de México y Cuernavaca, de forma que la contaminación atmosférica generada por los capitalinos escapase por ahí y fuese a infestar a los desprevenidos habitantes de Cuernavaca. O la ocurrencia, disparatada por donde se vea, de instalar ventiladores gigantes en las alturas del mismo Valle de México para dispersar los contaminantes…
El hecho de que alguien tenga la ocurrencia de construir un tren bala (o balín, nunca se sabe) de la Ciudad de México a Laredo no es extraño, lo trágico es que pueda realizar su ocurrencia usando los recursos de los demás y ¡que presuma su puntada como si fuese un programa de gobierno!
¿Por qué un tren de alta velocidad y no mejor un canal navegable para barcos de vapor? Pues porque así se le ocurrió.
Otros ocurrentes exponen razones increíbles para justificar sus ocurrencias. Por ejemplo, no entiendo cuál es la relación causa-efecto entre el hecho de que en México haya muchas desigualdades y la ocurrencia de tal señor que nos avisa por la televisión que “por eso” (por las desigualdades) él quiere ser Presidente. ¿Cómo que “por eso”?, es como si yo dijera: “En el mundo hay una gran ignorancia, por eso yo quiero ser Premio Nóbel de la Paz”.
Mucho menos entiendo por qué otro político nos dice que él quiere ser Presidente motivado por el hecho de que hay obstetras que dan servicio de taxistas o que hay taxistas que prestan servicios de obstetricia a sus clientes. No le encuentro la lógica… Lo que sí sería lógico es que después de mostrarnos el hecho – que no se sabe si es bueno o malo – de que hay taxistas que estudiaron medicina, dijese: “Por eso, yo quiero ser taxista” o “por eso yo quiero ser obstetra especializado en taxis”. Digo, esas ocurrencias sí parecen lógicas, y menos peligrosas.
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