¿Debemos temerle al Islam? (especial)
La respuesta es, por desgracia, sí. Sí hay motivos para temer al Islam, por lo menos al Islam que se ha convertido en ideología de control y dominación de la vida de millones de personas en el mundo.
Es probable que usted tenga escasas noticias de quién es Vidiadhar Surjaprasad (V. S.) Naipaul, a pesar de que recibió el Premio Nóbel de Literatura en 2001 y de que es un magnífico escritor de novelas y relatos. Este originario de la isla de Trinidad (Puerto España) de una familia hindú es un intelectual demasiado íntegro para convertirse en producto comercial o en propagandista ideológico.
Supe de él por primera vez por el elogio que le dedicó hace muchos años Jorge Ibargüengoitia en uno de sus memorables artículos. Leí entonces “Una casa para Mister Biswas”, me gustó pero sospecho que no logré apreciar – por ignorante- la riqueza de Naipaul como narrador y su seriedad intelectual.
Encontré hace poco, navegando en una librería como otros navegan por la Internet, un grueso volumen: Al límite de la fe (2002, Editorial Debate, versión en español del original Beyond Belief de 1998) que contiene el relato periodístico –con una calidad literaria que pocos periodistas podrían lograr- de los viajes de Naipaul “entre los pueblos conversos del Islam”, específicamente: Indonesia, Irán, Pakistán y Malasia.
¿Por qué “pueblos conversos”? Porque lo han sido al Islam –que significa “sumisión”- de fuerza o de grado, dado que no son pueblos árabes y porque, como revela poco a poco el relato conmovedor de las varias historias que obtuvo Naipaul en sendos viajes, con más de 20 años de distancia entre el primer y el segundo viaje a cada uno de esos países, la fe islámica en gran medida les ha sido impuesta desde arriba por gobiernos que han encontrado en el Islam un excelente instrumento de dominación y control de la población como es el caso de Indonesia o que han convertido al Islam en una fe totalizadora, intransigente y cruel hasta el espanto, dizque revolucionaria, como sucede en Irán.
“La crueldad del fundamentalismo islámico –escribe Naipaul casi al término del relato correspondiente a Indonesia- radica en que sólo concede a un pueblo –los árabes, el pueblo en el que nació el profeta- un pasado, los lugares sagrados y la veneración de la tierra. Los lugares sagrados de los árabes tienen que ser los lugares sagrados de todos los conversos. Los conversos tienen que despojarse de su pasado; a los conversos no se les exige sino la fe más pura (si es que se puede llegar a tal cosa), el Islam, la sumisión. Es el imperialismo más inflexible que se pueda imaginar”.
Al final, por desgracia, la respuesta es sí: El Islam es temible. Es, tal vez, la gran amenaza que se cierne sobre los hombres y mujeres libres del siglo XXI. Y que ya sojuzga a millones más. El 11 de septiembre sólo fue una pequeña muestra.
(publicado originalmente el 26 de enero de 2005)
Es probable que usted tenga escasas noticias de quién es Vidiadhar Surjaprasad (V. S.) Naipaul, a pesar de que recibió el Premio Nóbel de Literatura en 2001 y de que es un magnífico escritor de novelas y relatos. Este originario de la isla de Trinidad (Puerto España) de una familia hindú es un intelectual demasiado íntegro para convertirse en producto comercial o en propagandista ideológico.
Supe de él por primera vez por el elogio que le dedicó hace muchos años Jorge Ibargüengoitia en uno de sus memorables artículos. Leí entonces “Una casa para Mister Biswas”, me gustó pero sospecho que no logré apreciar – por ignorante- la riqueza de Naipaul como narrador y su seriedad intelectual.
Encontré hace poco, navegando en una librería como otros navegan por la Internet, un grueso volumen: Al límite de la fe (2002, Editorial Debate, versión en español del original Beyond Belief de 1998) que contiene el relato periodístico –con una calidad literaria que pocos periodistas podrían lograr- de los viajes de Naipaul “entre los pueblos conversos del Islam”, específicamente: Indonesia, Irán, Pakistán y Malasia.
¿Por qué “pueblos conversos”? Porque lo han sido al Islam –que significa “sumisión”- de fuerza o de grado, dado que no son pueblos árabes y porque, como revela poco a poco el relato conmovedor de las varias historias que obtuvo Naipaul en sendos viajes, con más de 20 años de distancia entre el primer y el segundo viaje a cada uno de esos países, la fe islámica en gran medida les ha sido impuesta desde arriba por gobiernos que han encontrado en el Islam un excelente instrumento de dominación y control de la población como es el caso de Indonesia o que han convertido al Islam en una fe totalizadora, intransigente y cruel hasta el espanto, dizque revolucionaria, como sucede en Irán.
“La crueldad del fundamentalismo islámico –escribe Naipaul casi al término del relato correspondiente a Indonesia- radica en que sólo concede a un pueblo –los árabes, el pueblo en el que nació el profeta- un pasado, los lugares sagrados y la veneración de la tierra. Los lugares sagrados de los árabes tienen que ser los lugares sagrados de todos los conversos. Los conversos tienen que despojarse de su pasado; a los conversos no se les exige sino la fe más pura (si es que se puede llegar a tal cosa), el Islam, la sumisión. Es el imperialismo más inflexible que se pueda imaginar”.
Al final, por desgracia, la respuesta es sí: El Islam es temible. Es, tal vez, la gran amenaza que se cierne sobre los hombres y mujeres libres del siglo XXI. Y que ya sojuzga a millones más. El 11 de septiembre sólo fue una pequeña muestra.
(publicado originalmente el 26 de enero de 2005)
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