domingo, 10 de julio de 2005

El rock de los pobres (III)

Ricardo Medina Macías

Recientemente se ha propuesto que el requisito para que la ayuda a los países pobres se traduzca en un mayor crecimiento del PIB por persona en los países receptores es que la ayuda vaya acompañada de “razonables políticas económicas”; sin embargo, ni siquiera en tal caso hay una evidencia concluyente.
Suena lógica y razonable la tesis en boga en los organismos internacionales, como el Banco Mundial, y en gobiernos como el de Estados Unidos, de que la ayuda a los países pobres sí resulta efectiva a condición de que los países receptores apliquen políticas públicas consistentes que promuevan el crecimiento, eviten la corrupción y cuenten con un entramado institucional estable y más o menos democrático.
Esta tesis, apoyada por un célebre estudio de los economistas David Dollar, Craig Burnside y Paul Collier – todos del Banco Mundial – ha marcado en los años recientes el enfoque del propio banco, del Fondo Monetario Internacional y del gobierno de George W. Bush. Es la misma tesis más o menos oficial que privó – frente a los ideologizados alegatos en contra de la globalización – en la cumbre de Monterrey en 2002.
Sin embargo, un estudio posterior de Wlilliam Esaterly, Levine y Roodman en 2003, que redefine con mayor precisión los conceptos de “ayuda” y “crecimiento” y que robusteció la base de datos del estudio de Dollar y Burnside (difundido en 2000) sustituyendo fuentes secundarias por fuentes primarias, encontró que no hay una correlación significativa. ¿Por qué?
Lo que en última instancia revela esta revisión cuidadosa de Easterly y sus colegas es que detrás de la tesis en boga hay una poco sutil petición de principio: Se sigue sosteniendo que la “ayuda” es causa del crecimiento en los países pobres y sólo se ha añadido una condición: Las razonables políticas económicas. En ningún momento se hace la pregunta clave: ¿Y si son las “razonables políticas económicas” la verdadera y única causa del crecimiento y la “ayuda” es irrelevante o, incluso, en ocasiones perturbadora para el crecimiento económico?
A nadie le gusta hacer estas preguntas porque ponen en entredicho la efectividad de los “buenos sentimientos” que dicen inspirar las “ayudas” a los países pobres; mucho menos es agradable plantear así las cosas, si uno – por ejemplo – es un competente y bien intencionado funcionario de un organismo del tipo Banco Mundial, que define su propia misión para efectos prácticos en función de la magnitud de desembolsos de dinero que hace la institución para “ayudar” a los países pobres.
Pero son preguntas que por honestidad intelectual deben hacerse y responderse. Y además son preguntas inveitables si uno contempla el contundente crecimiento económico de dos países pobres que NO han sido receptores de este tipo de “ayudas” – o que las han recibido en mucho menor magnitud que multitud de países de África-; esos dos países son China y la India.
¿Y qué pasa con muchas de las subvenciones y ayudas que los gobiernos de los países subdesarrollados aplican en sus propios países como “política social”?, ¿están a salvo de esta crítica? Mañana lo discutiremos.

Correo: ideasalvuelo@gmail.com

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal