¿Indestructible?, la ignorancia arrogante
Dijo la secretaria de Salud del gobierno de la Ciudad de México que el llamado programa de pensión alimentaria para adultos mayores es “indestructible”. Hagamos una obra de misericordia: “Enseñar al que no sabe”. Va de nuevo un examen sencillito, publicado el 18 de marzo, ahora para la señora Asa Cristina Laurell.
¿Sabe usted cuál es la diferencia entre una pensión, producto de la capitalización de una vida de trabajo, y una limosna?
¿Sabe usted cuántas personas mayores de 70 años hay en el país?
¿Ha calculado usted, con métodos actuariales, cuántas personas de esa edad habrá en México dentro de dos, tres, cinco, diez años?
¿Sabe usted que para que un sistema de reparto de subsidios directos no degenere en corrupción mayúscula se necesita conocer públicamente, con total transparencia, el listado de los beneficiarios?
¿Sabe usted que se deben establecer mecanismos de revisión pública y oportuna para evitar que un sistema de reparto de dádivas se convierta en negocio corrupto de los intermediarios que reparten?
¿Sabe usted que para que un sistema de reparto funcione a lo largo del tiempo requiere capitalizarse con aportaciones continuas?
¿Sabe usted que el gobierno en sentido estricto no produce riqueza sino que la toma de la sociedad?
¿Ya calculó usted cuántos ahorros progresivos se tendrían que hacer en el presupuesto de la Federación para sostener a lo largo del tiempo un sistema de reparto de dádivas entre determinado grupo de la población?
Digamos que con medidas específicas de ahorro (no con declaraciones de austeridad que nada aportan) el gobierno federal logra en un primer año ahorros por cien mil millones de pesos, sin afectar tareas básicas del gobierno como garantizar la seguridad física, patrimonial y jurídica de los ciudadanos, ¿cuántos recursos adicionales tendrá que ahorrar el segundo año para mantener con vida el sistema sin recurrir a expedientes inflacionarios?, ¿y el tercer año, y el cuarto y sucesivamente?
En fin, ¿sabe usted que el ahorro –gastar menos- siempre tiene un límite que se llama cero?, ¿sabe usted que quien agota sus ingresos ya no puede ahorrar cosa alguna?
¿Sabe usted cuál es la diferencia entre “austeridad” y ahorro?, ¿y la diferencia entre alarde teatral de pobreza y probidad en la administración de los recursos ajenos?
¿Sabe usted que nadie da lo que no tiene?, ¿sabe usted que este principio filosófico – ex nihilo nihil fit, de la nada, nada se hace - se aplica lo mismo al dinero que a la inteligencia?
¿Sabe usted qué porcentaje del gasto público federal está comprometido jurídicamente y por lo tanto no es susceptible de asignarse discrecionalmente?
¿Sabe usted si la idea de generalizar este ruinoso sistema de limosnas, que no pensiones, es menos costosa que arrojar dinero desde helicópteros a lo largo y ancho del país?, ¿conoce los costos de oportunidad?
¿Sabe usted que para todo efecto práctico no hay comidas gratis?
Cuando tengamos respuestas, sabremos qué es más indestructible: Si un engaño demagógico y populista o la ignorante arrogancia en que se sustenta.
¿Sabe usted cuál es la diferencia entre una pensión, producto de la capitalización de una vida de trabajo, y una limosna?
¿Sabe usted cuántas personas mayores de 70 años hay en el país?
¿Ha calculado usted, con métodos actuariales, cuántas personas de esa edad habrá en México dentro de dos, tres, cinco, diez años?
¿Sabe usted que para que un sistema de reparto de subsidios directos no degenere en corrupción mayúscula se necesita conocer públicamente, con total transparencia, el listado de los beneficiarios?
¿Sabe usted que se deben establecer mecanismos de revisión pública y oportuna para evitar que un sistema de reparto de dádivas se convierta en negocio corrupto de los intermediarios que reparten?
¿Sabe usted que para que un sistema de reparto funcione a lo largo del tiempo requiere capitalizarse con aportaciones continuas?
¿Sabe usted que el gobierno en sentido estricto no produce riqueza sino que la toma de la sociedad?
¿Ya calculó usted cuántos ahorros progresivos se tendrían que hacer en el presupuesto de la Federación para sostener a lo largo del tiempo un sistema de reparto de dádivas entre determinado grupo de la población?
Digamos que con medidas específicas de ahorro (no con declaraciones de austeridad que nada aportan) el gobierno federal logra en un primer año ahorros por cien mil millones de pesos, sin afectar tareas básicas del gobierno como garantizar la seguridad física, patrimonial y jurídica de los ciudadanos, ¿cuántos recursos adicionales tendrá que ahorrar el segundo año para mantener con vida el sistema sin recurrir a expedientes inflacionarios?, ¿y el tercer año, y el cuarto y sucesivamente?
En fin, ¿sabe usted que el ahorro –gastar menos- siempre tiene un límite que se llama cero?, ¿sabe usted que quien agota sus ingresos ya no puede ahorrar cosa alguna?
¿Sabe usted cuál es la diferencia entre “austeridad” y ahorro?, ¿y la diferencia entre alarde teatral de pobreza y probidad en la administración de los recursos ajenos?
¿Sabe usted que nadie da lo que no tiene?, ¿sabe usted que este principio filosófico – ex nihilo nihil fit, de la nada, nada se hace - se aplica lo mismo al dinero que a la inteligencia?
¿Sabe usted qué porcentaje del gasto público federal está comprometido jurídicamente y por lo tanto no es susceptible de asignarse discrecionalmente?
¿Sabe usted si la idea de generalizar este ruinoso sistema de limosnas, que no pensiones, es menos costosa que arrojar dinero desde helicópteros a lo largo y ancho del país?, ¿conoce los costos de oportunidad?
¿Sabe usted que para todo efecto práctico no hay comidas gratis?
Cuando tengamos respuestas, sabremos qué es más indestructible: Si un engaño demagógico y populista o la ignorante arrogancia en que se sustenta.
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