El regreso de las vacas sagradas
La coyuntura electoral es propicia para el temible regreso de las “vacas sagradas” a la economía mexicana. Quienes pagaríamos un costo inmenso por esta ola restauradora del dirigismo gubernamental seríamos los consumidores y los contribuyentes. Eso, sin contar el brutal retroceso de México en la carrera de la productividad.
Parece un chiste de mal gusto pero no lo es. Se trata de una amenaza real que ya está aquí, en los propósitos declarados de varios políticos que anhelan el regreso de los “viejos buenos tiempos” del corporativismo rampante, la economía cerrada, los privilegios, la protección a ultranza para grupos de presión y chantaje.
Ahí estaba ayer en la sección de “Negocios” de un diario mexicano: “Intentan resucitar los precios de garantía”. Para no creerse. Según el reporte el presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, el señor Cruz López, anunció que él junto con varios legisladores prepara una iniciativa para “establecer un sistema similar al que se tenía con Conasupo, es decir, con precios de garantía donde además el productor tenía asegurada la venta de sus productos”.
Todavía padecemos reliquias de esa ruinosa política económica, por ejemplo con el llamado “ingreso objetivo” para algunos productos agrícolas, como el maíz, el trigo y el sorgo. En lugar de avanzar hacia la definitiva extinción de esas aberraciones ahora un grupo de diputados del PRI – acompañados por sus gemelos del PRD – pretenden el retorno del viejo sistema, “pero reforzado” advierte López.
Este proyecto, sumado a varios otros – como el de la aberrante “Ley de Desarrollo Sustentable de la Caña de Azúcar” o varias de las ocurrencias de los distintos suspirantes por la Presidencia de la República en el 2006 -, configura con claridad la encrucijada en que se encuentra México. La coyuntura de las elecciones federales parece el escenario propicio para una restauración del viejo régimen: El de las vacas sagradas.
En alguna ocasión, hablando del exorbitante poder que los regímenes del PRI habían dado al sindicato petrolero, mencione que ahí donde la retórica oficialista veneraba una “vaca sagrada” – como la mal llamada soberanía nacional sobre los energéticos o el carácter prioritario y estratégico del maíz o el azúcar – había un bien alimentado grupo de carniceros que no sólo ordeñaban la vaca, sino que la destazaban.
Los “argumentos” que sustentan estos mitos son risibles desde un punto de vista racional y frío: Por ejemplo, ¿quién puede justificar que alguien, en el mundo moderno, tenga rentas garantizadas de por vida por el simple hecho de sembrar maíz, de cultivar caña de azúcar o de regentear una concesión del Estado? Nadie en el terreno racional. Otra cosa, muy distinta, es cuando entramos al terreno de los sentimientos y las emociones, de los mitos y de los complejos que durante décadas la instrucción pública y los políticos troquelaron en generaciones de mexicanos.
Aquí están de nuevo, por sus fueros perdidos o lastimados, las veneradas “vacas sagradas”. Tienen varios candidatos para recuperarlos.
Pobre país.
Parece un chiste de mal gusto pero no lo es. Se trata de una amenaza real que ya está aquí, en los propósitos declarados de varios políticos que anhelan el regreso de los “viejos buenos tiempos” del corporativismo rampante, la economía cerrada, los privilegios, la protección a ultranza para grupos de presión y chantaje.
Ahí estaba ayer en la sección de “Negocios” de un diario mexicano: “Intentan resucitar los precios de garantía”. Para no creerse. Según el reporte el presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, el señor Cruz López, anunció que él junto con varios legisladores prepara una iniciativa para “establecer un sistema similar al que se tenía con Conasupo, es decir, con precios de garantía donde además el productor tenía asegurada la venta de sus productos”.
Todavía padecemos reliquias de esa ruinosa política económica, por ejemplo con el llamado “ingreso objetivo” para algunos productos agrícolas, como el maíz, el trigo y el sorgo. En lugar de avanzar hacia la definitiva extinción de esas aberraciones ahora un grupo de diputados del PRI – acompañados por sus gemelos del PRD – pretenden el retorno del viejo sistema, “pero reforzado” advierte López.
Este proyecto, sumado a varios otros – como el de la aberrante “Ley de Desarrollo Sustentable de la Caña de Azúcar” o varias de las ocurrencias de los distintos suspirantes por la Presidencia de la República en el 2006 -, configura con claridad la encrucijada en que se encuentra México. La coyuntura de las elecciones federales parece el escenario propicio para una restauración del viejo régimen: El de las vacas sagradas.
En alguna ocasión, hablando del exorbitante poder que los regímenes del PRI habían dado al sindicato petrolero, mencione que ahí donde la retórica oficialista veneraba una “vaca sagrada” – como la mal llamada soberanía nacional sobre los energéticos o el carácter prioritario y estratégico del maíz o el azúcar – había un bien alimentado grupo de carniceros que no sólo ordeñaban la vaca, sino que la destazaban.
Los “argumentos” que sustentan estos mitos son risibles desde un punto de vista racional y frío: Por ejemplo, ¿quién puede justificar que alguien, en el mundo moderno, tenga rentas garantizadas de por vida por el simple hecho de sembrar maíz, de cultivar caña de azúcar o de regentear una concesión del Estado? Nadie en el terreno racional. Otra cosa, muy distinta, es cuando entramos al terreno de los sentimientos y las emociones, de los mitos y de los complejos que durante décadas la instrucción pública y los políticos troquelaron en generaciones de mexicanos.
Aquí están de nuevo, por sus fueros perdidos o lastimados, las veneradas “vacas sagradas”. Tienen varios candidatos para recuperarlos.
Pobre país.
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