Atención católicos: El capitalismo NO es inmoral
El mes pasado murió en España “un cristiano penitente y liberal impenitente” que se llamaba Rafael Termes. Fue banquero y fue un apasionado defensor del capitalismo, amén de católico virtuoso. Sí, leyeron ustedes bien católicos mal informados, que el capitalismo tiene su moral.
Me entero tarde y por un medio insospechado, un artículo del economista liberal español Pedro Schwartz, de que ha muerto don Rafael Termes el pasado 25 de agosto tras una rápida enfermedad. El artículo de Shwartz en memoria de este excepcional banquero, hombre de empresa y profundo pensador católico, no tiene desperdicio. Me permito citar dos párrafos que se explican por sí mismos:
“Pocos disputan la eficacia del libre mercado en la producción de bienes y servicios. Pero son muchos los que en la Iglesia y fuera de ella sostienen que el capitalismo es radicalmente inmoral y contrario a las enseñanzas de Cristo.
“Termes tuvo el mérito de hacernos ver que el libre mercado contribuye a elevar la calidad ética de nuestro tiempo de tres maneras: se basa en la moral de servicio, fomenta la virtud personal y es el modo más eficaz de combatir la pobreza en el mundo”.
A ver si tanto católico ostentoso en nuestro país – incluidos algunos políticos que no tienen empacho en proclamarse católicos- se va enterando de que el capitalismo “ per se” no es demoníaco, ni pecaminoso.
En una larga entrevista Rafael Termes respondía de esta forma a una cuestión fundamental que algunos destacados católicos mexicanos (en la política, en el gobierno y en algunas empresas protegidas de la competencia, bien intencionados pero mal formados e informados), nunca han entendido. Le preguntaron a Termes si para combatir la inflación sería necesario apelar a la moderación en la búsqueda de utilidades. La respuesta es contundente y vale la pena la extensa cita:
“No tiene ningún sentido y supone una dosis grande de ignorancia económica. La inflación es un fenómeno monetario y, cualquiera que sea la procedencia del impulso al crecimiento de los precios, el aumento no se producirá si no hay masa monetaria que lo acompañe. Por otra parte, en economía de mercado, pedir la moderación voluntaria del beneficio es absurdo. Excluido el monopolio o el oligopolio, en un mercado libre el beneficio no puede ser nunca excesivo, porque cuando fuera superior a la rentabilidad que el mercado de capitales exige, en función del riesgo inherente a cada actividad, la competencia actuaría en el sentido de la reducción de los márgenes, llevando finalmente el beneficio a la situación de equilibrio. Si los gobernantes observan que en un determinado sector la inflación rebasa los límites aceptables, pueden tener la seguridad de que tal sector no opera en régimen de competencia, y lo que deben hacer es simplemente liberalizarlo. Tratar de recortar los beneficios de las empresas interviniendo los precios resultaría contraproducente desde el punto de vista social, ya que el intento se saldaría en destrucción de empleo, riqueza y bienestar.”
¿Está claro?
Me entero tarde y por un medio insospechado, un artículo del economista liberal español Pedro Schwartz, de que ha muerto don Rafael Termes el pasado 25 de agosto tras una rápida enfermedad. El artículo de Shwartz en memoria de este excepcional banquero, hombre de empresa y profundo pensador católico, no tiene desperdicio. Me permito citar dos párrafos que se explican por sí mismos:
“Pocos disputan la eficacia del libre mercado en la producción de bienes y servicios. Pero son muchos los que en la Iglesia y fuera de ella sostienen que el capitalismo es radicalmente inmoral y contrario a las enseñanzas de Cristo.
“Termes tuvo el mérito de hacernos ver que el libre mercado contribuye a elevar la calidad ética de nuestro tiempo de tres maneras: se basa en la moral de servicio, fomenta la virtud personal y es el modo más eficaz de combatir la pobreza en el mundo”.
A ver si tanto católico ostentoso en nuestro país – incluidos algunos políticos que no tienen empacho en proclamarse católicos- se va enterando de que el capitalismo “ per se” no es demoníaco, ni pecaminoso.
En una larga entrevista Rafael Termes respondía de esta forma a una cuestión fundamental que algunos destacados católicos mexicanos (en la política, en el gobierno y en algunas empresas protegidas de la competencia, bien intencionados pero mal formados e informados), nunca han entendido. Le preguntaron a Termes si para combatir la inflación sería necesario apelar a la moderación en la búsqueda de utilidades. La respuesta es contundente y vale la pena la extensa cita:
“No tiene ningún sentido y supone una dosis grande de ignorancia económica. La inflación es un fenómeno monetario y, cualquiera que sea la procedencia del impulso al crecimiento de los precios, el aumento no se producirá si no hay masa monetaria que lo acompañe. Por otra parte, en economía de mercado, pedir la moderación voluntaria del beneficio es absurdo. Excluido el monopolio o el oligopolio, en un mercado libre el beneficio no puede ser nunca excesivo, porque cuando fuera superior a la rentabilidad que el mercado de capitales exige, en función del riesgo inherente a cada actividad, la competencia actuaría en el sentido de la reducción de los márgenes, llevando finalmente el beneficio a la situación de equilibrio. Si los gobernantes observan que en un determinado sector la inflación rebasa los límites aceptables, pueden tener la seguridad de que tal sector no opera en régimen de competencia, y lo que deben hacer es simplemente liberalizarlo. Tratar de recortar los beneficios de las empresas interviniendo los precios resultaría contraproducente desde el punto de vista social, ya que el intento se saldaría en destrucción de empleo, riqueza y bienestar.”
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2 Comentarios:
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Ricardo, este es uno de los temas más importantes que se pueden abordar en un país al que le urge, por cuestiones hasta de su sobrevivencia como nación, implantar el capitalismo. Un país que dice profesar la fe católica, y que ha sido asfixiado desde toda su existencia por el gobierno (el imperial mexica, el virreinal, el “independiente”, el priista, el foxista). Los poderes autoritarios han impedido que el pueblo crezca y practique la libertad individual en un ambiente de libertad de entrada a un mercado bajo un régimen legal que protege los derechos individuales. Es decir, el capitalismo.
Una de las más lamentables insuficiencias del cristianismo es que en nuestro país, tampoco la jerarquía eclesiástica ha aprendido lo que dices en tu artículo y menos ha leído a Termes. No hay más que ver todo comentario del cardenal Norberto. Endereza su indignación contra los abusos, pero las recetas que todo jerarca da son refritos de lo mismo que ha echado a perder a este país: las buenas intenciones gubernamentales implantadas por gobiernos autoritarios que no confían (como tampoco los obispos) en la individualidad de sus ciudadanos o feligreses. Pero en un país católico, la gente cree que saben de lo que no saben, y les hace caso.
Los interminables veneros de la ignorancia son parte de nuestra humana condición. Lo que no se vale es que el ignorante hable de lo que no sabe y “oriente” así a quien lo escucha. Necesitan darse cuenta de que el capitalismo es la única práctica económica que en verdad respeta los Diez Mandamientos.
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