Basura política por la internet (IV y último)
Es curioso, por decir lo menos, que el mismo personaje que firma este “spam” de propaganda polìtica que infesta los correos electrónicos sea el mismo que en 1992 rogaba porque Carlos Salinas de Gortari fuese Presidente de México por seis años más a partir de 1994.
Una vieja y probada norma del buen periodismo consiste en evaluar la confiabilidad de las fuentes de información. Lo mismo sucede en la investigación científica y hasta en las cotidianas pesquisas que hacemos todos averiguando quién es quien dice las cosas, evaluando además – desde luego – la verosimilitud de los mensajes en sí mismos.
En el caso del “spam” de propaganda política engañosa que nos ocupa, la sola firma de Federico Arreola es lógico que cause suspicacias y hasta rechazo. Veamos por qué.
Según documentó la revista Etcétera Arreola ha experimentado sorprendentes mudanzas en sus preferencias y obsesiones políticas. De tal magnitud son los virajes de Arreola en los últimos años que podrían llevar a pensar que, a semejanza de San Pablo en el camino de Damasco, experimentó una súbita e inexplicable conversión en alguno de sus frecuentes viajes aéreos de Monterrey al Distrito Federal (o viceversa) de los que da cuenta frecuentemente en sus escritos cotidianos. Por desgracia, la explicación milagrosa no es verosímil en el caso de Arreola.
Escribió nuestro personaje en mayo de 1992 en el periódico “El Norte” que: “Pase lo que pase en las elecciones presidenciales de 1994, gane el que gane, del partido que fuere, muy difícilmente será tan buen gobernante como Carlos Salinas de Gortari. A Carlos Salinas, cuando se vaya, lo vamos a extrañar los mexicanos que nos sentimos realmente a gusto, muy en paz con él. Tan buen presidente que ha salido. El mejor desde hace tantos años, tal vez el mejor que ha conocido el país desde que terminó la revolución".
Más tarde en octubre del mismo año, en el mismo periódico, Arreola fue más lejos en su entusiasmo por Salinas de Gortari: “No pocas personas, y nosotros nos incluimos en este grupo, han señalado que debido a su magnífico trabajo, Salinas debería permanecer durante un periodo más en el puesto que actualmente ocupa.”
Cuando Luis Donaldo Colosio fue agraciado por la “democracia digital” (señalado como “el bueno” por el dedo de Salinas de Gortari), Arreola se sumó a la campaña de Colosio y se ostentó – no sin razón – como uno de sus colaboradores más cercanos.
Pero años después, este dechado de prespicacia – y aspirante a protagonista – de la política mexicana tuvo una revelación un poquito diferente y escribió en diciembre de 2002 en el periódico “Milenio”: “¿Qué busca Salinas, el presidente de uno de los gobiernos más corruptos de la historia de México, el gobernante incapaz en su momento de evitar los peores crímenes políticos?”.
Ver también aquí, un interesante y revelador intercambio epistolar entre el señor Arreola y el editor de la revista "Etcétera".
No es extraño que, a la vista de estas y otras mudanzas inexplicables, el personaje no sea precisamente lo que se dice “digno de crédito”. ¿O sí?
Una vieja y probada norma del buen periodismo consiste en evaluar la confiabilidad de las fuentes de información. Lo mismo sucede en la investigación científica y hasta en las cotidianas pesquisas que hacemos todos averiguando quién es quien dice las cosas, evaluando además – desde luego – la verosimilitud de los mensajes en sí mismos.
En el caso del “spam” de propaganda política engañosa que nos ocupa, la sola firma de Federico Arreola es lógico que cause suspicacias y hasta rechazo. Veamos por qué.
Según documentó la revista Etcétera Arreola ha experimentado sorprendentes mudanzas en sus preferencias y obsesiones políticas. De tal magnitud son los virajes de Arreola en los últimos años que podrían llevar a pensar que, a semejanza de San Pablo en el camino de Damasco, experimentó una súbita e inexplicable conversión en alguno de sus frecuentes viajes aéreos de Monterrey al Distrito Federal (o viceversa) de los que da cuenta frecuentemente en sus escritos cotidianos. Por desgracia, la explicación milagrosa no es verosímil en el caso de Arreola.
Escribió nuestro personaje en mayo de 1992 en el periódico “El Norte” que: “Pase lo que pase en las elecciones presidenciales de 1994, gane el que gane, del partido que fuere, muy difícilmente será tan buen gobernante como Carlos Salinas de Gortari. A Carlos Salinas, cuando se vaya, lo vamos a extrañar los mexicanos que nos sentimos realmente a gusto, muy en paz con él. Tan buen presidente que ha salido. El mejor desde hace tantos años, tal vez el mejor que ha conocido el país desde que terminó la revolución".
Más tarde en octubre del mismo año, en el mismo periódico, Arreola fue más lejos en su entusiasmo por Salinas de Gortari: “No pocas personas, y nosotros nos incluimos en este grupo, han señalado que debido a su magnífico trabajo, Salinas debería permanecer durante un periodo más en el puesto que actualmente ocupa.”
Cuando Luis Donaldo Colosio fue agraciado por la “democracia digital” (señalado como “el bueno” por el dedo de Salinas de Gortari), Arreola se sumó a la campaña de Colosio y se ostentó – no sin razón – como uno de sus colaboradores más cercanos.
Pero años después, este dechado de prespicacia – y aspirante a protagonista – de la política mexicana tuvo una revelación un poquito diferente y escribió en diciembre de 2002 en el periódico “Milenio”: “¿Qué busca Salinas, el presidente de uno de los gobiernos más corruptos de la historia de México, el gobernante incapaz en su momento de evitar los peores crímenes políticos?”.
Ver también aquí, un interesante y revelador intercambio epistolar entre el señor Arreola y el editor de la revista "Etcétera".
No es extraño que, a la vista de estas y otras mudanzas inexplicables, el personaje no sea precisamente lo que se dice “digno de crédito”. ¿O sí?
2 Comentarios:
Recuerdo haber leído ese artículo de etcétera. Sería bueno que incluyeras un link a él.
De acuerdo, por el momento - dado que no encuentro el número original de junio de "Etcétera"- estoy incluyendo un "link" a un edificante intercambio epistolar que tuvieron los editores de esa revista con el señor Arreola. Igualmente revelador.
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