México y el mundo: La brecha se sigue abriendo
Dos ejemplos dramáticos de por qué México está perdiendo el tren de la prosperidad.
A pesar de que el gobierno chino bloquea el acceso a determinados sitios de la internet, China es el segundo lugar mundial en número de suscriptores a servicios de banda ancha para conectarse a la red, con 35.9 millones; el primer lugar es, como era de esperarse, Estados Unidos con 46.9 millones de suscriptores. Pero, ojo, el verdadero líder en conectividad eficiente a la red –suscriptores per capita-, es Corea del Sur, quien tiene 13.1 millones de suscriptores a banda ancha para una población de unos 48 millones.
México no pinta en este ranking de los 15 primeros países en banda ancha, a pesar del tamaño de su economía, del tamaño de su población y de su vecindad con Estados Unidos (que, para efectos prácticos, debería verse, ¡por Dios!, como una ventaja y no como un obstáculo). De hecho, las estadísticas mexicanas son engañosas. Hace poco la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) difundió un boletín de prensa donde se decía que más del 70 por ciento de los usuarios de internet en México, calculados por la propia fuente en la increíble cantidad de 17.1 millones de personas, se conecta a la red por banda ancha. Lo que daría aproximadamente 12 millones de usuarios de banda ancha; pero esta estadística es totalmente engañosa porque no es lo mismo usuarios (alguien que al menos una vez “entró” a la red) que suscriptores y seguramente, como especula Eduardo Arcos en el blog “alt1040”, están contando aquí las conexiones en cafés, escuelas o universidades o las “falsas” conexiones a banda ancha que se venden como si fueran tales (Verbigracia: Servicios de conexión mediante cable a sólo 64 kilobits por segundo). Lo cierto es que Telmex – uno de los principales proveedores en México de banda ancha- reportó hace cuatro meses que llevaba vendidas menos de 700 mil suscripciones a su servicio (ADSL).
Segundo ejemplo: En México las últimas ofertas primarias de empresas en el mercado de valores promediaron tres mil participantes (compradores), mientras que el promedio en mercados de valores medianamente desarrollados es de cientos de miles de compradores. Otro dato para documentar nuestro pesimismo: En México una de cada 100 personas invierte en Sociedades de Inversión, en España lo hace una de cada cinco personas y en Estados Unidos una de cada tres personas (datos mencionados ayer en la XVI Convención del Mercado de Valores por Jonathan Davis, presidente de la CNBV).
Estas graves limitaciones mexicanas a la productividad (y por tanto al bienestar) no provienen de la geografía o de otra causa insalvable, provienen de un deficiente marco institucional, legal y regulatorio, que muy pocos – dos, a lo sumo tres- pero muy poderosos jugadores impiden modificar.
Estos cambios, bien hechos – sin chanchullos de última hora como algunos quieren hacer con la Ley del Mercado de Valores-, urgen.
A pesar de que el gobierno chino bloquea el acceso a determinados sitios de la internet, China es el segundo lugar mundial en número de suscriptores a servicios de banda ancha para conectarse a la red, con 35.9 millones; el primer lugar es, como era de esperarse, Estados Unidos con 46.9 millones de suscriptores. Pero, ojo, el verdadero líder en conectividad eficiente a la red –suscriptores per capita-, es Corea del Sur, quien tiene 13.1 millones de suscriptores a banda ancha para una población de unos 48 millones.
México no pinta en este ranking de los 15 primeros países en banda ancha, a pesar del tamaño de su economía, del tamaño de su población y de su vecindad con Estados Unidos (que, para efectos prácticos, debería verse, ¡por Dios!, como una ventaja y no como un obstáculo). De hecho, las estadísticas mexicanas son engañosas. Hace poco la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) difundió un boletín de prensa donde se decía que más del 70 por ciento de los usuarios de internet en México, calculados por la propia fuente en la increíble cantidad de 17.1 millones de personas, se conecta a la red por banda ancha. Lo que daría aproximadamente 12 millones de usuarios de banda ancha; pero esta estadística es totalmente engañosa porque no es lo mismo usuarios (alguien que al menos una vez “entró” a la red) que suscriptores y seguramente, como especula Eduardo Arcos en el blog “alt1040”, están contando aquí las conexiones en cafés, escuelas o universidades o las “falsas” conexiones a banda ancha que se venden como si fueran tales (Verbigracia: Servicios de conexión mediante cable a sólo 64 kilobits por segundo). Lo cierto es que Telmex – uno de los principales proveedores en México de banda ancha- reportó hace cuatro meses que llevaba vendidas menos de 700 mil suscripciones a su servicio (ADSL).
Segundo ejemplo: En México las últimas ofertas primarias de empresas en el mercado de valores promediaron tres mil participantes (compradores), mientras que el promedio en mercados de valores medianamente desarrollados es de cientos de miles de compradores. Otro dato para documentar nuestro pesimismo: En México una de cada 100 personas invierte en Sociedades de Inversión, en España lo hace una de cada cinco personas y en Estados Unidos una de cada tres personas (datos mencionados ayer en la XVI Convención del Mercado de Valores por Jonathan Davis, presidente de la CNBV).
Estas graves limitaciones mexicanas a la productividad (y por tanto al bienestar) no provienen de la geografía o de otra causa insalvable, provienen de un deficiente marco institucional, legal y regulatorio, que muy pocos – dos, a lo sumo tres- pero muy poderosos jugadores impiden modificar.
Estos cambios, bien hechos – sin chanchullos de última hora como algunos quieren hacer con la Ley del Mercado de Valores-, urgen.
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