Cambiar de modelo (II)
A pesar de que el régimen débil de derechos de propiedad ha sido una constante desde 1917, sí son claramente perceptibles – a lo largo de las décadas- cambios o virajes en la aplicación del modelo económico. Algunos de estos cambios han propiciado mayores márgenes de libertad para consumidores y productores y, por eso mismo, han generado bienestar.
Teniendo como telón de fondo un régimen débil de derechos de propiedad, la forma en que el modelo económico de México se ha aplicado de 1917 a la fecha registra al menos cinco grandes etapas. Intentaré describir sintéticamente tales etapas:
Uno. Etapa de la prolongación de la lucha armada y de la lucha de caudillos, más o menos hasta 1925.
Dos. Etapa de formación de instituciones iniciada por Plutarco Elías Calles, que en un primer momento se dirigió a consolidar un Estado fuerte y responsable y, más tarde, acentuó los anhelos socialistas y de intervención del Estado en la vida económica.
Tres. Etapa, que inicia Manuel Ávila Camacho, donde se atenúan los impulsos socializantes y se empieza a formar un esquema de crecimiento basado en la sustitución de importaciones, la industrialización y la búsqueda de la estabilidad económica con responsabilidad fiscal. Es un esquema de crecimiento hacia dentro – favorecido por el entorno mundial- y que culmina en el mal llamado “milagro económico mexicano” o desarrollo estabilizador.
Cuatro. Etapa que se inicia en 1970 con Luis Echeverría y que explícitamente abjura del “desarrollo estabilizador” para proponer un mayor intervencionismo estatal, con retórica socialista, durante la cual se generan grandes déficit fiscales, inflación desbocada, crecimiento del aparato estatal y de la corrupción, se acentua la desigual distribución del ingreso (una aparente paradoja si se atiende a la retórica de igualiarismo salvaje, pero una consecuencia inevitable de la inflación desbocada), se generan crisis en la balanza de pagos, se desperdician recursos petroleros y se heredan, a la siguiente etapa, unas finanzas públicas ruinosas.
Cinco. Etapa de saneamiento de las finanzas públicas (De la Madrid) y posteriormente etapa reformista hacia la apertura y mayor competencia con Carlos Salinas cuya gran aportación fue la apertura comercial y con ella la firma del Tratado de Libre Comercio de Nortaemérica. Este proceso de reformas, orientado en la dirección correcta, fue incompleto y mal instrumentado en el caso de algunas privatizaciones. Persiste, además, el débil régimen de derechos de propiedad. La crisis de diciembre de 1994 alerta acerca de la inviabilidad de un régimen con tipos de cambio preestablecidos al margen de oferta y demanda. La crisis 1994-1995 desalienta el impulso reformista y desprestigia la orientación del modelo hacia la libre competencia. Se mantienen, por fortuna, la responsabilidad fiscal y monetaria que ahora empiezan a dar frutos tangibles.
Si “cambiar de modelo” significa pasar de la etapa cinco a la etapa cuatro, se nos está proponiendo – para decirlo coloquialmente – salir del purgatorio para regresar al infierno. El lunes veremos por qué.
Teniendo como telón de fondo un régimen débil de derechos de propiedad, la forma en que el modelo económico de México se ha aplicado de 1917 a la fecha registra al menos cinco grandes etapas. Intentaré describir sintéticamente tales etapas:
Uno. Etapa de la prolongación de la lucha armada y de la lucha de caudillos, más o menos hasta 1925.
Dos. Etapa de formación de instituciones iniciada por Plutarco Elías Calles, que en un primer momento se dirigió a consolidar un Estado fuerte y responsable y, más tarde, acentuó los anhelos socialistas y de intervención del Estado en la vida económica.
Tres. Etapa, que inicia Manuel Ávila Camacho, donde se atenúan los impulsos socializantes y se empieza a formar un esquema de crecimiento basado en la sustitución de importaciones, la industrialización y la búsqueda de la estabilidad económica con responsabilidad fiscal. Es un esquema de crecimiento hacia dentro – favorecido por el entorno mundial- y que culmina en el mal llamado “milagro económico mexicano” o desarrollo estabilizador.
Cuatro. Etapa que se inicia en 1970 con Luis Echeverría y que explícitamente abjura del “desarrollo estabilizador” para proponer un mayor intervencionismo estatal, con retórica socialista, durante la cual se generan grandes déficit fiscales, inflación desbocada, crecimiento del aparato estatal y de la corrupción, se acentua la desigual distribución del ingreso (una aparente paradoja si se atiende a la retórica de igualiarismo salvaje, pero una consecuencia inevitable de la inflación desbocada), se generan crisis en la balanza de pagos, se desperdician recursos petroleros y se heredan, a la siguiente etapa, unas finanzas públicas ruinosas.
Cinco. Etapa de saneamiento de las finanzas públicas (De la Madrid) y posteriormente etapa reformista hacia la apertura y mayor competencia con Carlos Salinas cuya gran aportación fue la apertura comercial y con ella la firma del Tratado de Libre Comercio de Nortaemérica. Este proceso de reformas, orientado en la dirección correcta, fue incompleto y mal instrumentado en el caso de algunas privatizaciones. Persiste, además, el débil régimen de derechos de propiedad. La crisis de diciembre de 1994 alerta acerca de la inviabilidad de un régimen con tipos de cambio preestablecidos al margen de oferta y demanda. La crisis 1994-1995 desalienta el impulso reformista y desprestigia la orientación del modelo hacia la libre competencia. Se mantienen, por fortuna, la responsabilidad fiscal y monetaria que ahora empiezan a dar frutos tangibles.
Si “cambiar de modelo” significa pasar de la etapa cinco a la etapa cuatro, se nos está proponiendo – para decirlo coloquialmente – salir del purgatorio para regresar al infierno. El lunes veremos por qué.
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