martes, 10 de enero de 2006

El nuevo fichaje de la escuadra neopopulista

Evo Morales se persigna. La primera, Fidel Castro, en la frente; la segunda, Hugo Chávez, en la boca; la tercera, el Zapaterito español, en el pecho. Y Argentina ¿cuándo? Sin una visita a Kirchner, el recorrido por los santuarios populistas quedaría trunco.

Ayer el diario argentino “Clarín” parecía lamentarse: “Evo Morales inició una gira por el mundo, pero no incluyó Argentina”. Mala tarde.
Lo más probable es que haya sido mera “incompatibilidad de agendas” o incompetencia de los encargados de ambas partes, bolivianos y argentinos, en hacer posible lo deseable: Que uno de los flamantes fichajes del neo populismo se reúna con otro de los especímenes del cotarro (Néstor Kirchner) y de paso salude a unos dos millones de bolvianos que – como dice el diario argentino – viven en el país de las estampitas de Evita, Gardel y Maradona, aunque – agrego yo – tales bolivianos expatriados no parezcan arder en deseos de regresar a su patria, ahora que por la vía del triunfo de Evo se les asegura que tienen el paraíso al alcance de la mano.
Todo esto, desde luego, es apenas poco más que simbolismo, del que se alimentan lo mismo los mitos políticos que los titulares de los diarios en épocas de estiaje noticioso. Para los bolivianos de carne y hueso, la mayoría de los cuales vive en condiciones miserables – apenas mejores, quizá, a las de principios del siglo pasado o mediados del siglo XIX – nada aportará esta gira del triunfante Evo cargada de reverencias, guiños de complicidad, arrebatos de júblilo forzado y diatribas rutinarias contra el neoliberalismo y el odiado George W. Bush. Liturgia gastada que no añade nada al producto por habitante, a los bolsillos, a la mesa de la comida, a la productividad de la jornada de trabajo.
Por mor de la adocenada simbología que esgrimen los políticos repletos de promesas y ayunos de resultados – y que en nuestros días no encuentra mejor cauce que los arrebatos neo populistas- así como a causa de ese manejo simplón y maniqueo en el que medios y periodistas solemos incurrir para explicar y explicarnos las complejidades del mundo, Evo Morales está deviniendo en mito efímero que aglutina, así sea por unos días, las vagas aspiraciones de un socialismo agónico que, a sus años y con sus estertores de moribundo, le ha dado por la vertiente populista con ribetes folclóricos y desplantes de machitos envalentonados por la retórica.
Lo cierto es que sí es una ausencia lamentable de la puesta en escena del nuevo fichaje del neo populismo (Evo) haber omitido una visita a Buenos Aires en esta gira de inauguración. Como que se echa en falta en el repertorio que, hasta la tercera señal – en el pecho y en la España que padece al señor de las frases huecas, el insigne José Luis Rodríguez Zapatero, “Zapaterito”-, iba a pedir de boca.
Mira que olvidarse de Kirchner y de los argentinos, con lo susceptibles que son.

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