Las jactancias del gallero
Sí hay un eje Buenos Aires-Caracas-La Habana y su único sustento son los altos precios del petróleo que Chávez usa como chequera que se sueña inagotable. En contraste, los gobiernos de izquierda en Chile y en Brasil están muy alejados de las fantasías populistas.
Cuidado con las simplificaciones. El populismo con ropaje de izquierda que pregonan líderes como Hugo Chávez NO representa, en lo absoluto, la opción de una izquierda democrática en América Latina.
Desde fuera, desde Madrid o desde Londres o desde Nueva York, puede trazarse un panorama simplista que habla de la vuelta de los caudillos en América y marca en el mapa los países que, a los ojos de esta simplificación, van cayendo en garras del caudilismo redivivo “que huele agriamente a axila sudada y suena a jactancias en corral de pelea de gallos”. La vívida caracterización la hacía Valentí Puig la semana pasada en el diario español ABC y muestra la preocupación que suscita entre liberales y conservadores españoles ver a su gobierno – encabezado por otro populista- hacer tratos desaprensivos con el gobierno de Chávez al que Zapatero le ha vendido armamento, a despecho de la amenaza que representa para sus vecinos y para el continente, en una especie de desafío infantiloide hacia Estados Unidos. Se entiende que alarme a estos observadores ver que en los próximos meses diversas propuestas de “izquierda” podrían alzarse con la victoria electoral en varios países de América.
Pero, hay de izquierdas a izquierdas.
Más aún, hoy día la izquierda democrática y responsable en América Latina no tiene peor enemigo que el populismo, que podria convertir sus reivindicaciones (justas o no, inteligentes o no, ése es otro problema y otra discusión) en caricatura de caudlllismo iluminado, de fervorín que no tiene más argumentos que una moralina vacua contra la corrupción, promesas tan seductoras como inviables y la fabricación de enemigos tan odiosos como fantásticos.
Los dólares del petróleo venezolano alimentan la fantasía y la hacen, por el momento, más o menos viable. Atrapado en sus errores de política económica, y en su discurso obsoleto de los 70 del siglo pasado, el presidente argentino ya ha pactado con Chávez no sólo el suministro de petróleo sino también la compra (ruinosa para los venezolanos, pero que alimenta las jactancias de Chávez) de bonos basura de la deuda pública argentina por parte del gobierno venezolano. Ese sí es el populismo redivivo.
Otra cosa es la izquierda en Chile – fiscalmente responsable- y otra también el emproblemado gobierno de Lula da Silva en Brasil, que hasta ahora ha resistido las presiones y mantiene la responsabilidad fiscal.
El lector se preguntará en dónde se alinea la izquierda mexicana, la oficial, la del nuevo líder del PRD – su candidato a la Presidencia – y el lector sin duda coincidirá conmigo que también esa izquierda transfigurada (que ha olvidado muchas de sus antiguas convicciones) suena a querellas y jactancias en corral de pelea de gallos. Suena, hay que decirlo como es, a Chávez.
Cuidado con las simplificaciones. El populismo con ropaje de izquierda que pregonan líderes como Hugo Chávez NO representa, en lo absoluto, la opción de una izquierda democrática en América Latina.
Desde fuera, desde Madrid o desde Londres o desde Nueva York, puede trazarse un panorama simplista que habla de la vuelta de los caudillos en América y marca en el mapa los países que, a los ojos de esta simplificación, van cayendo en garras del caudilismo redivivo “que huele agriamente a axila sudada y suena a jactancias en corral de pelea de gallos”. La vívida caracterización la hacía Valentí Puig la semana pasada en el diario español ABC y muestra la preocupación que suscita entre liberales y conservadores españoles ver a su gobierno – encabezado por otro populista- hacer tratos desaprensivos con el gobierno de Chávez al que Zapatero le ha vendido armamento, a despecho de la amenaza que representa para sus vecinos y para el continente, en una especie de desafío infantiloide hacia Estados Unidos. Se entiende que alarme a estos observadores ver que en los próximos meses diversas propuestas de “izquierda” podrían alzarse con la victoria electoral en varios países de América.
Pero, hay de izquierdas a izquierdas.
Más aún, hoy día la izquierda democrática y responsable en América Latina no tiene peor enemigo que el populismo, que podria convertir sus reivindicaciones (justas o no, inteligentes o no, ése es otro problema y otra discusión) en caricatura de caudlllismo iluminado, de fervorín que no tiene más argumentos que una moralina vacua contra la corrupción, promesas tan seductoras como inviables y la fabricación de enemigos tan odiosos como fantásticos.
Los dólares del petróleo venezolano alimentan la fantasía y la hacen, por el momento, más o menos viable. Atrapado en sus errores de política económica, y en su discurso obsoleto de los 70 del siglo pasado, el presidente argentino ya ha pactado con Chávez no sólo el suministro de petróleo sino también la compra (ruinosa para los venezolanos, pero que alimenta las jactancias de Chávez) de bonos basura de la deuda pública argentina por parte del gobierno venezolano. Ese sí es el populismo redivivo.
Otra cosa es la izquierda en Chile – fiscalmente responsable- y otra también el emproblemado gobierno de Lula da Silva en Brasil, que hasta ahora ha resistido las presiones y mantiene la responsabilidad fiscal.
El lector se preguntará en dónde se alinea la izquierda mexicana, la oficial, la del nuevo líder del PRD – su candidato a la Presidencia – y el lector sin duda coincidirá conmigo que también esa izquierda transfigurada (que ha olvidado muchas de sus antiguas convicciones) suena a querellas y jactancias en corral de pelea de gallos. Suena, hay que decirlo como es, a Chávez.
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