¿Por qué le conviene a Brasil que pierda Lula?
Una victoria del opositor Geraldo Alckmin el domingo sería una excelente noticia para el futuro de Brasil…y el de México.
“En los últimos años ha aumentado la distancia que nos separa de los países altamente desarrollados, porque estamos creciendo menos que la mayoría de las naciones en desarrollo. Y lo que es peor: mucho menos de lo que podríamos y necesitaríamos para dar empleo y oportunidades a nuestros compatriotas.
“Varios países que en la década de 1950 eran más pobres de lo que somos hoy, dieron el salto del subdesarrollo al desarrollo en el plazo de una generación. China y la India están caminando a pasos agigantados en la misma dirección. ¿Por qué estamos condenados a quedarnos atrás en esa carrera?”.
El país, “con sus excepcionales recursos humanos, con sus riquísimos recursos naturales (…) con una base industrial y con capacidad científica y tecnológica que se construyó en el siglo pasado y con la estabilidad política y económica que ha conquistado recientemente está listo para ganar en la carrera del desarrollo”.
He citado estos tres párrafos del programa de gobierno de Geraldo Alckmin no sólo porque el diagnóstico que el candidato opositor a Lula hace de Brasil puede aplicarse, letra por letra, a México, sino porque revelan uno de los principales y más justificados reproches que Alckmin le hace a los cuatro años de gobierno de Lula: No se realizó la segunda generación de reformas estructurales – muy similares a las que requiere México- que habrían catalizado el crecimiento económico de Brasil. En el caso de Brasil las reformas no se hicieron simplemente porque Lula no “cree” en ellas y las considera incompatibles con su ideario ideológico.
Otro reproche inevitable a Lula es la rampante corrupción de su partido, el Partido del Trabajo, que contaminó a su gobierno.
Lula desmintió, por fortuna, a todos los que hicimos hace cuatro años pronósticos sombríos respecto de su gobierno. Evitó el desastre fiscal que sus discursos de campaña presagiaba y fue notablemente más moderado como presidente que como candidato. Sin embargo, no corrigió a fondo la vulnerabilidad fiscal de Brasil (en eso México le lleva una considerable ventaja) y el gobierno sigue gastando mucho y gastando mal, como advierte Alckmin.
Reformó lo mínimo indispensable para evitar un colapso, pero eludió las reformas que, al incrementar la productividad, le habrían dado a Brasil tasas de crecimiento mucho mayores.
Para la segunda vuelta de las elecciones, este domingo, los sondeos le dan la ventaja a Lula sobre Alckmin, pero nada está escrito. Lo cierto es que la propuesta del opositor es mucho más ambiciosa, sólida y acorde con los desafíos de la globalización que la oferta de Lula.
A México le convendría, como acicate, tener en el sur a un formidable competidor – Brasil- que sí haya dado ese gran salto hacia el crecimiento sostenido a través nuevas reformas estructurales. Y eso sólo sucederá si Alckmin logra derrotar a Lula.
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1 Comentarios:
Como importador de semillas de pastos desde Brasil, procuro estar al tanto de lo que ocurre en ese país.
Tienes razón, a Brasil y al mundo le conviene que pierda Lula. Me atrevo a decir que al mundo porque Brasil representa la segunda mayor fuente de abastecimiento de alimentos para el planeta y el gobierno de Lula (que ha sabido sacar ventaja de los ingresos que vía exportaciones genera dicho sector) ha implementado una política agropecuaria y de reforma agraria que ha puesto en riesgo la viabilidad de la agricultura de aquel país.
En México tenemos a los "Atencos", "Appos" y "Panchos Villas" pero allá tienen a los "sem-terra", que son tan malos o peores que estos. Del mismo modo que el Gobierno del DF ha mostrado simpatía y brindado apoyo a estos grupos, el gobierno brasileño de Lula ha apoyado a los "sem-terra" bajo la bandera de la "justicia social" brindandoles todo tipo de apoyos y privilegios a costa del sector agropecuario brasileño.
Un presupuesto anual de más de 3.3 billones de reales (¿1.4 billones dólares? no estoy seguro de que usen la palabra billón como nosotros o en los EU) del ministerio de agricultura de ese país es el botín que hoy se disputan más de 58 organizaciones que hoy conforman los movimientos "sem terra".
Su forma de operar nos resulta familiar, se invade la tierra, se pide al gobierno la expropiación de éstas para que les sean "regularizadas" y más tarde , ante la incapcidad de hacerlas producir se le piden además "recursos" para subsistir.
Actualmente los sem-terra se han apropiado de más de 40 millones de hectáreas, una superficie mayor a la de Italia y no hay datos que demuestren lo que se produce en los más de 8,000 asentamientosde lso sem-terra.
Sus críticos acusan que no producen nada, que se alimentan con las "canastas básicas" y que más de un 50% de los lotes son revendidos.
Los sem-terra, con sus métodos violentos y bandálicos son una verdadera amenaza a la seguridad de la propiedad rural en Brasil. Son una amenaza pues para el mundo. No sólo por el daño que pueden acasionar a la agricultura brasileña, si no por su capacidad para exportar su movimiento, como entiendo que ya lo están haciendo a México y otros países latinoamericanos.
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