El cuarto viaje de Colón y el cambio climático (I)
Una de las mentiras más gruesas – y más comunes- respecto del cambio climático es la que asegura que por el calentamiento ocasionado por la quema de combustibles fósiles ha aumentado la intensidad y la frecuencia de los huracanes.
“La lluvia, los truenos, los relámpagos no cesaban y aquello parecía el fin del mundo…Esta intolerable tormenta duró 88 días” y sigue una colorida descripción del Almirante Cristóbal Colón acerca del temporal que sufrió en su cuarto viaje a “las Indias”, en el Mar Caribe, entre Cuba y Honduras, en el verano de 1502: “Toda la tripulación estaba enferma y todos se arrepentían de sus pecados y se volvían hacia Dios. Cada uno hacia votos y promesas de hacerse peregrino si era salvado de la muerte y, con gran frecuencia, los hombres iban tan lejos como para confesarse unos a otros sus pecados. Habíamos experimentado otras tormentas pero ninguna tan terrible. Muchos de los que teníamos por hombres valientes se vieron reducidos al terror en más de una ocasión”. (Citado por Hugh Thomas en Rivers of Gold, The Rise of the Spanish Empire, from Columbus to Magellan, Random House, Trade Paperbacks, New York, 2005, página 219).
Sin duda, Colón y su tripulación sufrieron el embate de un ciclón tropical, o de varios continuos, conocidos en el Caribe y en el Atlántico Norte como “huracanes”. Un huracán de lento desplazamiento – menos de 16 kilómetros por hora- dada la intensidad de las lluvias y su extraordinaria duración. (2). Por supuesto, un huracán que no tuvo nombre ni número, que no está registrado ni estudiado por los meteorólogos. Llegados a tierra firme, en lo que hoy es Honduras, Colón y sus hombres se enterarían de que a esos fenómenos aterrorizantes se les llamaba con el mismo nombre que al dios que los mayas atribuían la creación del mundo: “Huracán”, como se le dice en el Popol-Vuh.
En su galardonada película, “Una verdad incómoda”, el político Al Gore asegura que el calentamiento global por las emisiones de CO2 ha aumentado la intensidad y la frecuencia de los huracanes y ejemplifica con los daños que causó en Nueva Orleáns el ciclón Katrina.
Es una mentira colosal.
Baste señalar que el propio informe del Panel de Científico sobre Cambio Climático (panel conocido como IPCC) de la ONU, dice textualmente, en su página 6, que “los datos no permiten ver tendencias a largo plazo, ni en la intensidad ni en la frecuencia de los huracanes”. (3).
Pero la mentira de Gore es aún más grande como mostraré mañana.
“La lluvia, los truenos, los relámpagos no cesaban y aquello parecía el fin del mundo…Esta intolerable tormenta duró 88 días” y sigue una colorida descripción del Almirante Cristóbal Colón acerca del temporal que sufrió en su cuarto viaje a “las Indias”, en el Mar Caribe, entre Cuba y Honduras, en el verano de 1502: “Toda la tripulación estaba enferma y todos se arrepentían de sus pecados y se volvían hacia Dios. Cada uno hacia votos y promesas de hacerse peregrino si era salvado de la muerte y, con gran frecuencia, los hombres iban tan lejos como para confesarse unos a otros sus pecados. Habíamos experimentado otras tormentas pero ninguna tan terrible. Muchos de los que teníamos por hombres valientes se vieron reducidos al terror en más de una ocasión”. (Citado por Hugh Thomas en Rivers of Gold, The Rise of the Spanish Empire, from Columbus to Magellan, Random House, Trade Paperbacks, New York, 2005, página 219).
Sin duda, Colón y su tripulación sufrieron el embate de un ciclón tropical, o de varios continuos, conocidos en el Caribe y en el Atlántico Norte como “huracanes”. Un huracán de lento desplazamiento – menos de 16 kilómetros por hora- dada la intensidad de las lluvias y su extraordinaria duración. (2). Por supuesto, un huracán que no tuvo nombre ni número, que no está registrado ni estudiado por los meteorólogos. Llegados a tierra firme, en lo que hoy es Honduras, Colón y sus hombres se enterarían de que a esos fenómenos aterrorizantes se les llamaba con el mismo nombre que al dios que los mayas atribuían la creación del mundo: “Huracán”, como se le dice en el Popol-Vuh.
En su galardonada película, “Una verdad incómoda”, el político Al Gore asegura que el calentamiento global por las emisiones de CO2 ha aumentado la intensidad y la frecuencia de los huracanes y ejemplifica con los daños que causó en Nueva Orleáns el ciclón Katrina.
Es una mentira colosal.
Baste señalar que el propio informe del Panel de Científico sobre Cambio Climático (panel conocido como IPCC) de la ONU, dice textualmente, en su página 6, que “los datos no permiten ver tendencias a largo plazo, ni en la intensidad ni en la frecuencia de los huracanes”. (3).
Pero la mentira de Gore es aún más grande como mostraré mañana.
Etiquetas: Al Gore, calentamiento global, cambio climático, Cristóbal Colón, huracanes, mitos
4 Comentarios:
Una sequía como la que no se había visto en 20 años afecto el sur de Tamaulipas debido a que en el Golfo de México sólo se presentaron 9 sistemas tropicales y de ellos solo 5 llegaron a ser huracanes.
La falta de lluvia a causa de la ausencia de dichos sistemas produjo severos daños a la agricultura y muy probablemente a la flora y fauna de la región.
El número de sistemas tropicales en el Atlántico se redujo en un 70% del 2005 al 2006.
¡El mundo debe estarse enfriando!
¡La seguridad alimentaria está en riesgo!
¡Los ecosistemas están en riesgo!
¡SALGAMOS A QUEMAR LLANTAS!
Ramón, tienes razón. Si el calentamiento global provocado por el hombre es el que ocasiona los huracanes - como sostienen Gore y otros profetas de catástrofes- es un deber que empecemos a lanzar más CO2 a la atmósfera para que haya más y más intensos huracanes...y combatir esta sequía. Quememos llantas, dejemos el auto prendido toda la noche, calentemos las albercas con calderas alimentadas con gas natural - como hace Gore en su mansión...
Gracias por la información que - ¡otra vez!- desenmascara el embuste de algunos profetas del cambio climático.
Es lo mismo que el supuesto derretimiento del polo norte: Se avecinaría no una catàstrofe sino una nueva conquista del Oeste (ahora del Norte) en busca de petròleo, yacimientos de gas y abriendo tierras vìrgenes a los cultivos, por no hablar de los bonitos hoteles y condominios que se podrían construir...De ese tamaño son los absurdos.
Saludos.
Alguien escucho hablar de la lluvia acida? No existe acaso?
Lei el libro sobre colon pero no la menciona, definitivamente algo de nuestra era. Y el fenomeno invernadero? Fue denunciando el siglo pasado, donde habia mucho menos tecnologia y ha sido aceptado ampliamente.
La polucion es un hecho concreto, no tapemos el sol con las manos
Alberto:
Me alegra que hayas leído el libro "sobre Colón" (¿te refieres al de Hugh Thomas que NO es sobre Colón sino la formación del imperio español y que se llama "Rivers of Gold").
Por supuesto que Colón no habla de lluvia ácida. No se conocía entomces por dos razones: 1. No había fábricas que emitiesen CO2 que formase a su vez ácido carbónico y elevase, eventualmente, el PH del agua de lluvia y 2. No se registra, en ese cuarto viaje de Colón ninguna erupción volcánica - otro factor, mucho más poderoso que las contaminación ocasionada por la actividad humana, que provoca la "lluvia ácida", pero en este caso por las cuantiosas emisiones de SO2 que se pueden transformar, por la combustión, en dióxidos de azufre.
Bueno, todo eso es para hablar de la lluvia ácida que NO TIENE NADA QUE VER CON LOS HURACANES QUE ES EL ASUNTO DEL QUE ESCRIBÍ.
Puede haber lluvia ácida en forma de rocio, llovizna, granizo, nieve o niebla PERO NADA QUE VER CON LAS TORMENTAS DERIVADAS DE UN HURACÁN. LA CAUSA DE LOS HURACANES ES LA ACTIVIDAD SOLAR. Tal vez tú seas el que esté tapando el sol no con un dedo, sino con el escape del automóvil. Antes de Copérnico se creía que el sol giraba alrededor de la tierra...algunos ambientalistas de ocasión creen ahora que el sol gira alrededor de la caldera de su alberca que funciona con gas.
Nadie está negando la contaminación. Sólo estoy desenmascarando las patrañas de un ambientalista de ocasión y politicastro de tiempo completo que se llama Al Gore.
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