lunes, 2 de abril de 2007

Privilegios fiscales, ¿dónde están?

Por supuesto que es magnífica idea que una futura reforma fiscal sirva para terminar o disminuir privilegios que lesionan la productividad de la economía. El principal de esos privilegios, que beneficia a las familias de ingresos altos, se llama tasa cero del IVA en alimentos y medicinas.

Algunos analistas han saludado con entusiasmo la propuesta de que una futura reforma fiscal contribuya a eliminar privilegios que no sólo disminuyen la capacidad recaudatoria, sino que – mucho más importante- restan productividad a la economía.
El diagnóstico es impecable. Lo comparten todos los partidos políticos no sólo el PRD. Lo que falla miserablemente es cuando el propio PRD y esos analistas tratan de traducir en propuestas específicas su diagnóstico.
Sorprende cómo un buen diagnóstico abstracto – “es bueno terminar con los privilegios”- resulta a la postre tan mal servido con propuestas que no sólo NO incrementarán la recaudación, sino que dejan intocados los verdaderos privilegios. Ni el régimen de consolidación fiscal de las empresas, ni las transacciones de personas físicas en la bolsa de valores son el problema.
Quienes en México estamos en los estratos más altos de ingreso gozamos desde hace años de un privilegio exorbitante que tiene un origen insospechado y paradójico: Somos, por razones obvias, quienes más artículos que están gravados con la tasa cero del IVA consumimos (en números absolutos) y somos, por tanto, receptores de un descuento fiscal, en pesos y centavos, abrumador e injusto. Basta observar el recibo del supermercado de cualquier familia de clase alta o media-alta en México para comprobar que una porción abrumadora de nuestro gasto goza – inmerecidamente- de esa tasa cero y que, sumados esos consumos, el boquete que le hacemos a las finanzas públicas es enorme.
Debe haber una forma menos ruinosa de proteger el consumo de los pobres en alimentos y medicinas. Una forma que NO implique un absurdo regalo anual de miles de millones de pesos para los más adinerados.
Ése privilegio es el que hay que corregir. ¿Cómo hacerlo sin perjudicar, a la vez, a los consumidores de veras pobres? Probablemente mediante un mayor gasto público – producto de lo que se recaudaría de terminar con ese privilegio- dirigido con precisión y eficacia hacia esos consumidores.
Pero por lo visto el mito político de que la tasa 0 del IVA es intocable hace que un buen diagnóstico general termine en propuestas absurdas, inútiles y demagógicas.

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2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

El problema con este debate público, como tantos oros (IVA, aborto, etc.) es que no opera en el terreno de lo racional o de lo razonable...se mueve en el ámbito de lo sentimental, del inamovible «yocrioque...». Estos temas están ideologizados y dogmatizados, no hay manera de discutirlos sin apasionamientos ideológicos y realmente el radicalismo en las posturas que ven en el debate la posibilidad de conquista de victorias ideológicas, hace imposible debatir con sertiedad.
De acuerdo con el artículo, de acuerdo en que debería recaudarse el IVA por alimentos y medicinas, de acuerdo en que estas medidas deben adoptarse como parte de un sistema fiscal más sencillo, equitativo y justo.
Aquí comulgo con Schopenhauer, cuando dice que de cada cien personas, si acaso hay una con la que merezca la pena disputar, «a las demás, hay que dejarlas decir estupideces, ese es un derecho humano». De allí que ante la inexistencia de condiciones para debates serios, las argumentaciones del brillante autor del artículo, no tengan visos de prosperar en un medio al que no lo mueven las razones, sino, como dijera alguna vez Maurice Barrés, «el miedo, el odio y las más tontas sensiblerías».

En estas condiciones, podremos seguir comprando jugosos cortes cárnicos, exentos de IVA, aunque la chabacanería e ignorancia de nuestros políticos imponga un IEPS fuera de toda razonabilidad al vino que deberá acompañarlo, bajo la consigna de que el vino no es ni un alimento ni un elemento cultural, sino un vicio. Salud.

abril 03, 2007  
Anonymous Anónimo dijo...

El problema con este debate público, como tantos oros (IVA, aborto, etc.) es que no opera en el terreno de lo racional o de lo razonable...se mueve en el ámbito de lo sentimental, del inamovible «yocrioque...». Estos temas están ideologizados y dogmatizados, no hay manera de discutirlos sin apasionamientos ideológicos y realmente el radicalismo en las posturas que ven en el debate la posibilidad de conquista de victorias ideológicas, hace imposible debatir con sertiedad.
De acuerdo con el artículo, de acuerdo en que debería recaudarse el IVA por alimentos y medicinas, de acuerdo en que estas medidas deben adoptarse como parte de un sistema fiscal más sencillo, equitativo y justo.
Aquí comulgo con Schopenhauer, cuando dice que de cada cien personas, si acaso hay una con la que merezca la pena disputar, «a las demás, hay que dejarlas decir estupideces, ese es un derecho humano». De allí que ante la inexistencia de condiciones para debates serios, las argumentaciones del brillante autor del artículo, no tengan visos de prosperar en un medio al que no lo mueven las razones, sino, como dijera alguna vez Maurice Barrés, «el miedo, el odio y las más tontas sensiblerías».

En estas condiciones, podremos seguir comprando jugosos cortes cárnicos, exentos de IVA, aunque la chabacanería e ignorancia de nuestros políticos imponga un IEPS fuera de toda razonabilidad al vino que deberá acompañarlo, bajo la consigna de que el vino no es ni un alimento ni un elemento cultural, sino un vicio. Salud.

abril 03, 2007  

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