Que conste, nadie los acusó de ser inteligentes
A muchos políticos mexicanos se les puede acusar de muchas cosas, excepto de ser inteligentes.
En una carta a un obispo mexicano el Papa Benedicto XVI condena el aborto (¿alguien esperaba que lo aprobase?) y recuerda, a la vista de la controversial iniciativa en el Distrito Federal para ampliar las causales de despenalización del aborto, que para los fieles católicos el aborto es un crimen abominable.
Son las reglas del juego. Si dices que eres católico y que te adhieres, por tanto, a la fe que profesan los católicos, a los dogmas que forman parte de ella y a los principios morales que establece la autoridad (reconocida por los fieles católicos) de la Iglesia Católica, entonces debes saber que el aborto, de acuerdo con la fe que profesas, es un pecado grave, un asesinato. Si no estás de acuerdo, entonces no eres católico. Puedes fundar otra religión - dado que también para las llamadas confesiones protestantes, para el judaísmo y para el islamismo el aborto es igualmente un gravísimo pecado- en la que el aborto no sea pecado, puedes declararte ateo o vagamente sintoísta o budista. Lo que es absurdo es que te proclames católico y apoyes una política pública que, al permitir el aborto bajo tales o cuales cirunstancias, lo aprueba e inevitablemente lo promueve como una opción moralmente lícita.
Esto no significa, desde luego, que los católicos tengan que andar por el mundo persiguiendo presuntos pecadores o juzgando la conducta moral de los demás (entiendo que eso, la falta de respeto a la libertad de conciencia, es también un grave pecado para cualquier católico auténtico). Cada cual su conciencia, su vida y sus motivos. Se refiere al ámbito personalísimo de la conciencia individual de quienes se proclaman fieles católicos. Nada más y nada menos.
Hasta aquí, no hay problema. Era no sólo previsible, sino inevitable que el Papa recordase la doctrina milenaria de la iglesia que encabeza. Se trata del ejercicio de una autoridad moral que el Papa tiene sobre los fieles católicos, que libremente lo son o dejan de serlo. La autoridad del Papa es moral. Así de débil y así de fuerte. No tiene ejércitos - como dicen que dijo Stalin burlándose del "poder" de la Iglesia Católica-, ni tiene facultades para imponerla en las leyes civiles, mucho menos tiene poderes coercitivos, al menos en este mundo visible.
Así las cosas, lo más inteligente para los políticos y las políticas mexicanas que defienden esa modificación en el código penal del Distrito Federal habría sido quedarse callados y confiar que las palabras del Papa no hiciesen mucha mella en los ánimos de los electores que se dicen católicos y que han simpatizado con ellos en el pasado o incluso simpatizan hoy con ellos - con los políticos y las políticas que defienden la llamada despenalización del aborto-. Pero no. ¿Cómo iban a perder una oportunidad de obtener un titular destacado en la prensa, aunque sea en sábado, y aunque sea para conspirar contra sí mismos?
Marcela Nolasco, secretaria de Derechos Humanos del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, cayó redondita y ya se lanzó (ver aquí la nota en el periódico El Universal) a enmendarle la plana al Papa y a proponer inopinadas y estúpidas reclamaciones al Vaticano.
Es una tremenda tontería para "su causa" (con la cual, ¿alguien se sorprende?, no simpatizo). Las declaraciones de Nolasco son un claro ejemplo de que hay muchos políticos y muchas políticas en México a quienes se puede acusar de muchas cosas, pero no, jamás, ni por asomo, de ser inteligentes.
Si el terreno al que quieren llevar los perredistas la discusión acerca del aborto es el del desafío a la fe religiosa de millones de mexicanos y al pleito verbal con el Papa, su ocurrencia no les va a reportar muchas simpatías, ni les hará cosechar muchos votos. El terreno al que se metían, debían saberlo, era pantanoso, pero que ahora se avienten alegremente de cabeza al pantano de veras no se entiende.
En este caso NO estoy hablando - que quede claro - en sí de la iniciativa de despenalización, sino de la inconmensurable torpeza de algunos políticos.
En una carta a un obispo mexicano el Papa Benedicto XVI condena el aborto (¿alguien esperaba que lo aprobase?) y recuerda, a la vista de la controversial iniciativa en el Distrito Federal para ampliar las causales de despenalización del aborto, que para los fieles católicos el aborto es un crimen abominable.
Son las reglas del juego. Si dices que eres católico y que te adhieres, por tanto, a la fe que profesan los católicos, a los dogmas que forman parte de ella y a los principios morales que establece la autoridad (reconocida por los fieles católicos) de la Iglesia Católica, entonces debes saber que el aborto, de acuerdo con la fe que profesas, es un pecado grave, un asesinato. Si no estás de acuerdo, entonces no eres católico. Puedes fundar otra religión - dado que también para las llamadas confesiones protestantes, para el judaísmo y para el islamismo el aborto es igualmente un gravísimo pecado- en la que el aborto no sea pecado, puedes declararte ateo o vagamente sintoísta o budista. Lo que es absurdo es que te proclames católico y apoyes una política pública que, al permitir el aborto bajo tales o cuales cirunstancias, lo aprueba e inevitablemente lo promueve como una opción moralmente lícita.
Esto no significa, desde luego, que los católicos tengan que andar por el mundo persiguiendo presuntos pecadores o juzgando la conducta moral de los demás (entiendo que eso, la falta de respeto a la libertad de conciencia, es también un grave pecado para cualquier católico auténtico). Cada cual su conciencia, su vida y sus motivos. Se refiere al ámbito personalísimo de la conciencia individual de quienes se proclaman fieles católicos. Nada más y nada menos.
Hasta aquí, no hay problema. Era no sólo previsible, sino inevitable que el Papa recordase la doctrina milenaria de la iglesia que encabeza. Se trata del ejercicio de una autoridad moral que el Papa tiene sobre los fieles católicos, que libremente lo son o dejan de serlo. La autoridad del Papa es moral. Así de débil y así de fuerte. No tiene ejércitos - como dicen que dijo Stalin burlándose del "poder" de la Iglesia Católica-, ni tiene facultades para imponerla en las leyes civiles, mucho menos tiene poderes coercitivos, al menos en este mundo visible.
Así las cosas, lo más inteligente para los políticos y las políticas mexicanas que defienden esa modificación en el código penal del Distrito Federal habría sido quedarse callados y confiar que las palabras del Papa no hiciesen mucha mella en los ánimos de los electores que se dicen católicos y que han simpatizado con ellos en el pasado o incluso simpatizan hoy con ellos - con los políticos y las políticas que defienden la llamada despenalización del aborto-. Pero no. ¿Cómo iban a perder una oportunidad de obtener un titular destacado en la prensa, aunque sea en sábado, y aunque sea para conspirar contra sí mismos?
Marcela Nolasco, secretaria de Derechos Humanos del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, cayó redondita y ya se lanzó (ver aquí la nota en el periódico El Universal) a enmendarle la plana al Papa y a proponer inopinadas y estúpidas reclamaciones al Vaticano.
Es una tremenda tontería para "su causa" (con la cual, ¿alguien se sorprende?, no simpatizo). Las declaraciones de Nolasco son un claro ejemplo de que hay muchos políticos y muchas políticas en México a quienes se puede acusar de muchas cosas, pero no, jamás, ni por asomo, de ser inteligentes.
Si el terreno al que quieren llevar los perredistas la discusión acerca del aborto es el del desafío a la fe religiosa de millones de mexicanos y al pleito verbal con el Papa, su ocurrencia no les va a reportar muchas simpatías, ni les hará cosechar muchos votos. El terreno al que se metían, debían saberlo, era pantanoso, pero que ahora se avienten alegremente de cabeza al pantano de veras no se entiende.
En este caso NO estoy hablando - que quede claro - en sí de la iniciativa de despenalización, sino de la inconmensurable torpeza de algunos políticos.
Etiquetas: aborto, políticas públicas, políticos
1 Comentarios:
La única razón por la que hoy estamos hablando del aborto es por la iniciativa que presentó el PRD.
La única razón por la que el PRD presentó dicha iniciativa fue para recuperar algo de la notoriedad (que no relevancia) que ha venido perdiendo.
Esta búsqueda de notoriedad les ha llevado a promover la discusión de un tema que evitaron durante el gobierno y la campaña de Andrés Manuel López Obrador por la presidencia de la república.
Parece que entonces tenían claro que adoptar una posición como la que hoy adoptan no les daría buenos frutos en lo electoral.
Tras la derrota sufriada, parecen haberlo olvidado.
Nadie puede, en efecto, acusarlos de inteligentes.
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