El libre comercio disemina la productividad
Pensar que las bondades del libre comercio se reducen a la generación de menores precios relativos es perder de vista la esencia de los intercambios comerciales en un sistema de libre competencia: Diseminar productividad y, con ella, bienestar.
Entre algunos economistas, por demás brillantes, prevalece cierta visión estrecha de la derrama de bienestar que provoca el libre comercio. Por ejemplo, en su flamante weblog Dani Rodrik, profesor de Economía Política Internacional de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard, ha sostenido que los efectos benéficos del libre comercio se suelen magnificar, ya que en realidad el libre intercambio de bienes y servicios incide sólo en una disminución de precios relativos, pero no del nivel general de precios y, por tanto, no en el bienestar del conjunto.
A mi juicio Rodrik, cuya tesis ha sido criticada en diversas bitácoras en la red (entre otras, Daniel Drezner 27 de abril y Café Hayek, 30 de abril), comete un típico error de especialista académico: Ver sólo una pequeñísima parcela de la realidad.
Por supuesto el libre comercio genera disminuciones de los precios relativos, pero también puede hacer que disminuyan los precios absolutos, en la medida que el libre comercio disemina productividad. Lo que Rodrik está desdeñando es la esencia del desarrollo económico que es la generación de valor a través de la productividad. El fenómeno de la productividad lo mismo procede gradualmente que mediante saltos que trastornan todo el proceso circular de la economía, por ejemplo: Internet, la invención de la máquina de vapor, la invención del contenedor para transporte de carga…
Entre noviembre y diciembre de 2005 publiqué una serie de seis artículos (“Para superar el siglo XIX”) como relectura – en términos del fenómeno de la productividad- de la gran obra de Joseph Schumpeter: Teoría del Desarrollo Económico (1911), que realiza con el concepto de “destrucción creativa” una de las más acertadas disecciones analíticas del fenómeno de la creación de riqueza.
Por desgracia aun especialistas talentosos desdeñan el papel diseminador de la productividad, y por ende del bienestar, que desempeña el libre comercio, no obstante las brillantes intuiciones de Adam Smith y David Ricardo.
Tal vez esta miopía se entienda si consideramos lo que escribió el propio Schumpeter: “El desarrollo económico no es un fenómeno que se pueda explicar sólo económicamente”. No en vano, Smith y Ricardo fueron, antes que economistas, atinados filósofos.
Entre algunos economistas, por demás brillantes, prevalece cierta visión estrecha de la derrama de bienestar que provoca el libre comercio. Por ejemplo, en su flamante weblog Dani Rodrik, profesor de Economía Política Internacional de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard, ha sostenido que los efectos benéficos del libre comercio se suelen magnificar, ya que en realidad el libre intercambio de bienes y servicios incide sólo en una disminución de precios relativos, pero no del nivel general de precios y, por tanto, no en el bienestar del conjunto.
A mi juicio Rodrik, cuya tesis ha sido criticada en diversas bitácoras en la red (entre otras, Daniel Drezner 27 de abril y Café Hayek, 30 de abril), comete un típico error de especialista académico: Ver sólo una pequeñísima parcela de la realidad.
Por supuesto el libre comercio genera disminuciones de los precios relativos, pero también puede hacer que disminuyan los precios absolutos, en la medida que el libre comercio disemina productividad. Lo que Rodrik está desdeñando es la esencia del desarrollo económico que es la generación de valor a través de la productividad. El fenómeno de la productividad lo mismo procede gradualmente que mediante saltos que trastornan todo el proceso circular de la economía, por ejemplo: Internet, la invención de la máquina de vapor, la invención del contenedor para transporte de carga…
Entre noviembre y diciembre de 2005 publiqué una serie de seis artículos (“Para superar el siglo XIX”) como relectura – en términos del fenómeno de la productividad- de la gran obra de Joseph Schumpeter: Teoría del Desarrollo Económico (1911), que realiza con el concepto de “destrucción creativa” una de las más acertadas disecciones analíticas del fenómeno de la creación de riqueza.
Por desgracia aun especialistas talentosos desdeñan el papel diseminador de la productividad, y por ende del bienestar, que desempeña el libre comercio, no obstante las brillantes intuiciones de Adam Smith y David Ricardo.
Tal vez esta miopía se entienda si consideramos lo que escribió el propio Schumpeter: “El desarrollo económico no es un fenómeno que se pueda explicar sólo económicamente”. No en vano, Smith y Ricardo fueron, antes que economistas, atinados filósofos.
Etiquetas: académicos, bitácoras en la red, economistas, filósofos, libre comercio, productividad, Schumpeter
2 Comentarios:
No soy economista, ni mucho menos. Mis conocimientos en esa materia son limitados hasta una injustificable ignorancia. Sin embargo, me parece obvio el papel de la productividad y el libre mercado en el desarrollo económico y en la disminución en todo sentido de los precios.
Pero aún más contundente es la realidad en las economías controladas por el estado. El estatismo, en cualquiera de sus vertientes, ha sido siempre un generador de pobreza y de inflación, por más que se diga que ha logrado reducir la desigualdad.
Lo que no se entiende es que el factor igualdad-desigualdad, se relativiza ante el factor riqueza-pobreza. El verdadero problema no es la desigualdad, sino la pobreza y eso no lo pueden entender los fanáticos del intervencionismo estatista, que ha producido históricamente pauperización económica.
Cierto, en los sistemas de libre mercado hay mayor desigualdad, pero menos pobreza. Los sistemas estatistas han generado pobreza, sin acabar con la desigualdad. Se limitan, en ese sentido, a cambiar los roles de los desiguales.
Mis felicitaciones al titular de este blog.
Los académicos también cometen el error de ignorar la evidencia empírica que los contradice.
Por ejemplo acá en Tamaulipas algunos investigadores de un campo experimental del INIFAP insisten en que los pastos mejorados que importamos de Brasil no se adaptan a esta región a pesar de estar rodeados desde hace años por centenares de hectáreas de dichos pastos.
Algo parecido debe estar sucediendo con el economista que hoy mencionas.
Preguntémonos en qué continente hay mejores niveles de bienestar ¿en Africa o en Asia?
Es obvio que en Asia, en dónde a diferencia de Africa, en casi todos los países de la región los espacios para el libre comercio son bastante amplios salvo algunas excepciones.
Pero hablemos ahora de las excepciones. En Asia, Corea del Norte se distingue por estar cerrada al comercio internacional y es sin duda uno de los países con niveles más bajos de bienestar y en Africa, el país con mayores niveles de bienestar es Sudáfrica, que es el país más abierto al comercio libre.
¿Estamos frente a una gigantesca casualidad o el libre comercio si ayuda a incrementar el bienestar?
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