miércoles, 6 de junio de 2007

Ya no sirve enseñar los colmillos…

Dudo mucho que los interesados hayan tomado nota, pero un primer saldo provisional de las batallas en la Suprema Corte acerca del futuro de las telecomunicaciones en general y de la televisión en particular es que los gruñidos y la exhibición de atemorizantes colmillos distan de ser armas eficaces…Los más aptos en la evolución no fueron los torpes dinosaurios.

No entiendo, de veras, a los numerosos voceros de las dos y únicas cadenas de televisión abierta en México que escriben en los periódicos. Nuestros "pridurki" (como los bauticé aquí el primero de marzo), hace menos de un mes nos advertían que sería un terrible error si la Suprema Corte desechaba el recurso de las licitaciones públicas de las concesiones y volvía al primitivo expediente del otorgamiento discrecional de concesiones, hoy, cuando la Corte parece inclinarse por extender ese sano proceso de las licitaciones públicas a todos – incluidos los actuales concesionarios, cuando deseen renovar su concesión o cuando quieran incursionar en otras actividades de telecomunicaciones-, nos dicen que los ministros se equivocan garrafalmente o, incluso, que están violando la Constitución.

Esta mudanza súbita en los argumentos de los voceros oficiosos revela dos cosas: 1. Que parecen suponer que el público puede tragarse cualquier cosa (hoy A, mañana B, pasado mañana C), con tal de que se diga a gritos, se adjetive profusamente y se condimente con insinuaciones maliciosas acerca de tales o cuales personajes que incomodan a los patrones, y 2. Que quien haya diseñado la estrategia de “defensa” por parte de las televisoras es bastante incompetente, lo cual no debería extrañarnos ya que la falta de competencia en las empresas y en las instituciones – y en la vida- eso es lo que produce: Incompetentes.

El tema, desde luego, es complejo y valdría la pena – antes de aventurar juicios definitivos- estudiar con objetividad las resoluciones de la Corte, las posibilidades reales que otorgan los avances tecnológicos y los auténticos principios constitucionales.

Lo que ha quedado claro, hasta ahora, es que la exhibición de los colmillos y los rugidos para intimidar ya no son tan eficaces como en el pasado.

Lo más triste es que no aprenderán la lección. No pueden. No está en su naturaleza aprender o adaptarse. La historia de la evolución nos da muchos ejemplos de especies que se extinguieron por su incapacidad competitiva.

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