lunes, 20 de agosto de 2007

Argentina: Hundidos en la nostalgia (I)

Dicho sea con todo afecto para los argentinos: Su gran problema como país es que siguen atrapados en la veneración irracional a una demagoga – Evita- que murió de cáncer en 1952 y a su marido, igualmente demagogo, que llegó al poder hace 61 años.

No ha habido un psicoanalista, en ese país pródigo en ellos, que logre que los argentinos procesen con sabiduría el duelo por las muertes de Evita y de su esposo y superen ese prolongado bache en su historia que podríamos llamar el populismo “boludo”.

Golpes de Estado, juntas militares fascistas, versiones de izquierda y derecha del peronismo y hasta peronismo dizque “neoliberal”. Casi todo han intentado y el país se hunde más en el atraso del populismo “boludo”.

¿Qué es ser “boludo”? El diccionario recoge tal adjetivo típicamente argentino y define su significado: “Dicho de una persona: que tiene pocas luces o que obra como tal”. Cualquier argentino que se precie – y hay muchos- considera que es consustancial al argentino el ser “vivo” (sagaz) y que no hay nada peor que ser “boludo” o “hacer boludeces”.

Para desgracia de Argentina el peronismo inició en 1946 un largo ciclo de “boludeces” que han llevado al país a ser una economía menos que mediocre, después de haber sido una de las economías más prósperas del planeta.

La misma dictadura militar de 1976 a 1983 que sembró una cauda de muertos y desaparecidos no se sustrajo al virus del populismo “boludo”, como lo muestran – entre otros- los episodios de atroz demagogia del mundial de futbol de 1978 y de la desastrosa guerra de las islas Malvinas o Falkland en 1982. En ambos casos, los militares lograron la hazaña de excitar el orgullo nacionalista de los argentinos al grado tal de poner en sordina las atrocidades del “proceso” fascista al que estaban sometidos. Populismo mondo y lirondo.

Sólo alguien particularmente lúcido, como Jorge Luis Borges, supo denunciar con sarcasmo esa enfermedad argentina en medio de la euforia – aparentemente inexplicable- que desató el mundial de futbol de 1978: “No es posible que un país se sienta representado por los jugadores de futbol. Es como si nos representaran los dentistas. La Argentina tiene dos cosas que ningún país del mundo posee: la milonga y el dulce de leche. ¿Qué más identidad pretenden?”.

Hoy la tragedia del populismo “boludo” continúa. Mañana lo comentaré.

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