lunes, 31 de agosto de 2009

Un país subsidiado que se llama UNAM

Relata hoy en su columna Germán Dehesa que ayer, domingo, estuvo disfrutando el partido de futbol de los "pumas" de la UNAM en el palco que, en el estadio de Ciudad Universitaria, suelen ocupar el Rector y sus invitados.

Cuenta Dehesa que en el palco había "un numeroso grupo de pumas" y que, por lo menos en lo que hace a él (Dehesa), la animada plática fue de todo "menos de futbol" (aun cuando los "pumas", para regocijo de Dehesa y de los asistentes al palco del Rector, vencieron tres goles a cero a los "gallos blancos" de Querétaro) y que uno de los asuntos recurrentes en las conversaciones fue acerca de los nuevos impuestos y "sobre-impuestos" que - dice el mismo periódico en que escribe Dehesa- el gobierno quiere cobrarle a los mexicanos para cuadrar las finanzas públicas federales en 2010. Por supuesto Dehesa se opone a pagar más gravámenes y pide que, antes, le expliquen en qué se gasta tanto dinero.

Tiene razón, pero para hacer la tarea completa el mismo Dehesa debió preguntarle al Rector José Narro, que no pierde oportunidad de oponerse con vehemencia a cualquier recorte al gasto público destinado a "la educación superior", en general, y a la UNAM, en particular, cuánto gastan al año, cuánto de lo que gastan proviene del presupuesto federal y si, acaso, es tan desorbitado pedir que la UNAM, "máxima" casa de estudios de México (como suelen decir algunos que confunden tamaño con grandeza) se sacrifique un poco en materia de gasto, dado que la inmensa mayoría de los mexicanos tenemos que hacerlo hoy y tendremos que seguirlo haciendo durante 2010.

Lejos de mí censurar el jolgorio que cada 15 días, cuando hay partido de "los pumas", hacen el Rector y sus amigos en el famoso palco, facilidad apreciable y costosa que, no es descabellado suponer, pagamos de una u otra forma el conjunto de los mexicanos, pero veamos, para poner las cosas en perspectiva, algunos numeritos acerca de lo que es la UNAM, en términos de gasto.

Lo primero que salta a la vista es que la UNAM gasta en un año el equivalente, en dólares, al 50 por ciento de lo que gasta un país entero como El Salvador. Esto es que, sin exagerar, la UNAM por sí sola es como todo un pequeño país en términos de gasto.

Un país peculiar, sin duda, porque cuando menos el 85 por ciento de sus egresos proviene de dinero federal. Un país dentro de otro país, subsidiado fuertemente por el papá, el tío o el hermano mayor (no sé bien cuál sería la equivalencia).

Van cifras y comparaciones y que cada cual concluya lo que pueda y lo que quiera:

Presupuesto de la UNAM 2009: Son 24,337 millones de pesos - esto es unos 1,822 millones de dólares al tipo de cambio actual- lo que equivale a 68 por ciento del presupuesto total del estado de Oaxaca (2,665 millones de dólares) y más o menos a la mitad del presupuesto total de toda la república de El Salvador (poco menos de 3,628 millones de dólares).

De ese presupuesto, la UNAM destina poco más del 60 por ciento a lo que la propia universidad define como actividades docentes, esto es: unos 1,546 millones de dólares. La UNAM en todos los niveles y modalidades, preparatorias, licenciaturas, posgrados y otros, registra como inscritos a 305,969 alumnos este año, con lo que cada alumno cuesta, en números brutos y en promedio, 79 mil 540 pesos al año, es decir más que lo que de colegiatura anual cobran universidades privadas de las más caras como el ITESM o la Iberoamericana.

Obviamente el resto del dinero gastado por la UNAM, unos 276 millones de dólares, se va en gastos administrativos, construcción y mantenimiento de edificios, así como otras actividades extra-acadámicas que no son, por definición propia de la UNAM, docentes.

El doctor (en medicina) José Narro, Rector de la UNAM, dice que en lugar de recortar el gasto público que se destina a la educación superior lo que hay que hacer es "cambiar de modelo económico". No me queda claro cómo se le hace para que el cambio de modelo genere de golpe más recursos públicos, sobre todo cuando los invitados y amigos del Rector, según Dehesa, se oponen a pagar más impuestos ... A tales amigos habrá que mostrarles que "la lana" se gasta, entre otras cosas, en ese país, dentro de otro país, que se llama UNAM y una pequeñísima parte, imagino, en el mantenimiento del amplio y concurrido palco de los invitados del Rector a los partidos de futbol.

Lo que concluyo de las declaraciones del rector Narro y del hecho de que los alumnos de la UNAM paguen el equivalente a 20 centavos al año como cuota (¿simbólica o de burla?) por su educación, y de que no haya quién se anime a cobrarles un poquito más (digamos, siquiera lo que pagan los alumnos de otras universidades públicas de menos postín y renombre) es que México es un país muy especial: No sólo se puede dar el lujo de sostener unos pequeños países dentro del país mayor (como la UNAM) sino que es un país en el que parece que es más fácil "cambiar de modelo económico" que empezar a cobrarles un poquito más de 20 centavos al año a estudiantes que, a todas luces, son privilegiados.

¿O acaso cuando Narro habla de cambiar de modelo está pensando en cobrar colegiaturas? No lo creo.

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lunes, 9 de febrero de 2009

¿Quién ha sido indolente?

Diego Petersen, quien es diestro en la confección de parábolas, ha escrito que muchos gobiernos, ante la crisis global, han actuado como el público espera que lo hagan los porteros en el futbol ante un tiro penal: Moviéndose.

La experiencia, documentada por las estadísticas, indica que un portero que, ante un tiro penal, se lanza a la izquierda o a la derecha – adivinando hacia dónde podría dirigir el tirador el balón- tiene menos probabilidades de evitar el gol, que un portero que permanece inmóvil en el centro (son más frecuentes los tiros hacia el centro de la portería). Sin embargo, el público tenderá a censurar más al portero inmóvil, que se planta en el centro, que al portero que se mueve. ¿Por qué? Probablemente porque a los porteros que se "aventaron" a uno u otro lado se les reconoce que hicieron "algo", aunque les hayan metido gol.

La parábola no implica que la inmovilidad sea la mejor respuesta ante la crisis (asunto que habría que discutir), sino que, al igual que en el futbol, el público y los críticos tienden a ser más benévolos con los gobiernos que "hacen algo" ante la recesión que con aquellos que no dan virajes, ni anuncian, ni promueven acciones y programas extraordinarios, aun cuando tales programas, como el paquete de gasto público multimillonario por el que ha apostado el presidente Barack Obama en Estados Unidos, pudiesen ser poco eficaces, al decir de varios especialistas.

El senador del PRI Manlio Fabio Beltrones ha calificado de "indolente" la respuesta del gobierno federal de México ante la crisis. Se trata de una acusación totalmente injusta. Si algo ha caracterizado al gobierno federal durante esta calamidad global ha sido el activismo, no la pasividad. Que consulte el senador la hemeroteca y comprobará que desde los inicios de 2008 el gobierno federal ha puesto en marcha acciones contra cíclicas buscando contrarrestar el ciclo recesivo. Ya se verá cómo resultan, pero de que el portero se aventó, sin duda lo hizo. Comparado con ese activismo, ha sido el Congreso el que ha incurrido en indolencia.

Por ejemplo, ¿cuántas reformas modernizadoras - que se han quedado en el tintero o que se manufacturaron contrahechas por culpa de los legisladores- serían hoy, si se hubiesen hecho bien, un motor eficaz para que México creciese a despecho de la recesión?

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lunes, 20 de agosto de 2007

Argentina: Hundidos en la nostalgia (I)

Dicho sea con todo afecto para los argentinos: Su gran problema como país es que siguen atrapados en la veneración irracional a una demagoga – Evita- que murió de cáncer en 1952 y a su marido, igualmente demagogo, que llegó al poder hace 61 años.

No ha habido un psicoanalista, en ese país pródigo en ellos, que logre que los argentinos procesen con sabiduría el duelo por las muertes de Evita y de su esposo y superen ese prolongado bache en su historia que podríamos llamar el populismo “boludo”.

Golpes de Estado, juntas militares fascistas, versiones de izquierda y derecha del peronismo y hasta peronismo dizque “neoliberal”. Casi todo han intentado y el país se hunde más en el atraso del populismo “boludo”.

¿Qué es ser “boludo”? El diccionario recoge tal adjetivo típicamente argentino y define su significado: “Dicho de una persona: que tiene pocas luces o que obra como tal”. Cualquier argentino que se precie – y hay muchos- considera que es consustancial al argentino el ser “vivo” (sagaz) y que no hay nada peor que ser “boludo” o “hacer boludeces”.

Para desgracia de Argentina el peronismo inició en 1946 un largo ciclo de “boludeces” que han llevado al país a ser una economía menos que mediocre, después de haber sido una de las economías más prósperas del planeta.

La misma dictadura militar de 1976 a 1983 que sembró una cauda de muertos y desaparecidos no se sustrajo al virus del populismo “boludo”, como lo muestran – entre otros- los episodios de atroz demagogia del mundial de futbol de 1978 y de la desastrosa guerra de las islas Malvinas o Falkland en 1982. En ambos casos, los militares lograron la hazaña de excitar el orgullo nacionalista de los argentinos al grado tal de poner en sordina las atrocidades del “proceso” fascista al que estaban sometidos. Populismo mondo y lirondo.

Sólo alguien particularmente lúcido, como Jorge Luis Borges, supo denunciar con sarcasmo esa enfermedad argentina en medio de la euforia – aparentemente inexplicable- que desató el mundial de futbol de 1978: “No es posible que un país se sienta representado por los jugadores de futbol. Es como si nos representaran los dentistas. La Argentina tiene dos cosas que ningún país del mundo posee: la milonga y el dulce de leche. ¿Qué más identidad pretenden?”.

Hoy la tragedia del populismo “boludo” continúa. Mañana lo comentaré.

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jueves, 21 de junio de 2007

Nuestra tremenda incultura económica

“Un viejo economista decía que de la ignorancia en economía nacen todas las demagogias”: Enrique Fuentes Quintana (1924-2007).

Uno de los grandes problemas funcionales de las democracias es la tremenda ignorancia económica que florece en la opinión pública y que suele exhibirse entre los opinantes de oficio.

El recién fallecido economista español y ministro de Hacienda durante los años clave de la transición de España a la democracia – artífice en buena parte de los famosos Pactos de la Moncloa- lo decía en 1998 respondiendo a una entrevista que le hizo el periódico “El Mundo”. Cito una parte de esa entrevista:

“La enseñanza del bachillerato debe administrar aquellos elementos de cultura que necesita el ciudadano para moverse en sociedad. Y hoy lo que se exige a los estudiantes es que conozcan la calcopirita y su cristalización. Lo lógico es que nadie se enfrente (para vivir en sociedad) a la calcopirita, y si tiene que hacerlo lo más probable es que lo haga por causas económicas, porque tenga una mina.
“Es más importante que se conozca como funciona una letra de cambio o un crédito. Un viejo economista decía que de la ignorancia en economía nacen todas las demagogias. Yo oí a un ministro de Franco decir en 1956 que una subida de los salarios no repercutiría en los precios, y a continuación subió los salarios un 30 por ciento”.
“Ha mejorado la cultura económica de los españoles, cada vez se informa mejor, lo que no ocurre con las tertulias radiofónicas que opinan de economía y uno siente a veces vergüenza ajena”
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Vergüenza ajena también sentimos por acá. Y no sólo por lo que se oye en el equivalente de las “tertulias radiofónicas” sino por lo que se lee y, por supuesto, por lo que nos llega a través del televisor.

De futbol y de economía todos opinan. El problema con la economía es que no es un saber tan intuitivo como parece – muchos grandes hallazgos económicos parecen ser precisamente contrarios a la intuición o a las consejas populares -, mientras que el futbol –dicen- es la mar de sencillo. Eso sí: los cronistas y los aficionados al futbol hablan una jerga tan arcana como la de los economistas. ¿Alguien me puede explicar qué es eso de “jugar con una línea de tres al frente”?, ¿es bueno, es malo?, ¿es futbol progre, futbol neoclásico o futbol neoliberal?

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