China: ¿Cómo evitó el “capitalismo de compadres”?
A diferencia de muchos países de Europa del Este y de fallidos intentos reformistas de varios países de América Latina – incluido México-, los reformadores de la economía china NO buscaron crear un capitalismo “nacionalista”, lo que suele degenerar en mercantilismo, capitalismo de compadres y relaciones corruptas entre la clase política y la naciente clase de negociantes.
Primera lección china: La parafernalia nacionalista y sus mitos son el más grande obstáculo para desatar la productividad.
Una de las principales diferencias entre las fallidas experiencias “capitalistas” de algunos países de Europa del Este y el gran viraje chino hacia la prosperidad fue que los dirigentes del Partido Comunista Chino, a partir del seminal tercer pleno del 11º Comité Central, y especialmente en la conferencia de trabajo previa al mismo pleno – 36 días de intensas discusiones- en noviembre y diciembre de 1978, detectaron que una transformación económica de fondo sería inviable si se sustentaba en el mito popular de que el Estado debe fomentar un empresariado nacional protegiéndolo de la competencia y entregándole, en bandeja de plata, a millones de consumidores como mercado cautivo o territorio de caza.
Por el contrario, la gran reforma de la economía china se apoyó en una verdadera apertura a la inversión extranjera precisamente en áreas estratégicas y prioritarias. Justo en aquellas áreas que tradicionalmente el mercantilismo latinoamericano del siglo XX cerró, y sigue cerrando, a la competencia internacional y reserva para una supuesta clase empresarial autóctona entreverada con la misma clase política (o peor todavía: las reserva para los mismos políticos, como sucede en PEMEX).
La diferencia de incentivos es abismal: en el caso latinoamericano, por ejemplo, se forjó no una clase empresarial sino de cazadores de rentas a expensas de los consumidores; clase que se beneficia de concesiones, fronteras cerradas, barreras de entrada, y cuyo incentivo es mantener relaciones ventajosas con la clase política que otorga los favores e impone las restricciones. En el caso chino el incentivo es la productividad y su acicate es la competencia internacional.
Otra manera de calcular el abismo entre el modelo mercantilista de América Latina y el modelo capitalista de China es ver las reacciones ante episodios de apertura: Pocos ejemplos tan elocuentes de incompetencia mercantilista como el escenificado hace poco por algunos protegidos industriales mexicanos del calzado ante la competencia china. Dan pena, de veras.
Primera lección china: La parafernalia nacionalista y sus mitos son el más grande obstáculo para desatar la productividad.
Una de las principales diferencias entre las fallidas experiencias “capitalistas” de algunos países de Europa del Este y el gran viraje chino hacia la prosperidad fue que los dirigentes del Partido Comunista Chino, a partir del seminal tercer pleno del 11º Comité Central, y especialmente en la conferencia de trabajo previa al mismo pleno – 36 días de intensas discusiones- en noviembre y diciembre de 1978, detectaron que una transformación económica de fondo sería inviable si se sustentaba en el mito popular de que el Estado debe fomentar un empresariado nacional protegiéndolo de la competencia y entregándole, en bandeja de plata, a millones de consumidores como mercado cautivo o territorio de caza.
Por el contrario, la gran reforma de la economía china se apoyó en una verdadera apertura a la inversión extranjera precisamente en áreas estratégicas y prioritarias. Justo en aquellas áreas que tradicionalmente el mercantilismo latinoamericano del siglo XX cerró, y sigue cerrando, a la competencia internacional y reserva para una supuesta clase empresarial autóctona entreverada con la misma clase política (o peor todavía: las reserva para los mismos políticos, como sucede en PEMEX).
La diferencia de incentivos es abismal: en el caso latinoamericano, por ejemplo, se forjó no una clase empresarial sino de cazadores de rentas a expensas de los consumidores; clase que se beneficia de concesiones, fronteras cerradas, barreras de entrada, y cuyo incentivo es mantener relaciones ventajosas con la clase política que otorga los favores e impone las restricciones. En el caso chino el incentivo es la productividad y su acicate es la competencia internacional.
Otra manera de calcular el abismo entre el modelo mercantilista de América Latina y el modelo capitalista de China es ver las reacciones ante episodios de apertura: Pocos ejemplos tan elocuentes de incompetencia mercantilista como el escenificado hace poco por algunos protegidos industriales mexicanos del calzado ante la competencia china. Dan pena, de veras.
Etiquetas: apertura económica, capitalismo de compadres, China, incompetencia, Inversíón Extranjera Directa (IED), liberalismo, mercantilismo, productividad, proteccionismo comercial
1 Comentarios:
excelentes trabajos que me gustaría prublicarlos en Chile en nuestros blogs temáticos. Comparto totalmente vuestras ideas. y además me gustaría poder contar con el libro Populismo, una cura milagrosa para comentarlo en "librocomentarios.blogspot.com";
un gran abrazo
rodrigo gonzalez fernandez
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