miércoles, 26 de marzo de 2008

Pemex: Que los políticos se callen

Los políticos de todos los colores y sabores ya definieron su posición: Quieren a Pemex como una empresa del Estado fortalecida. Ahora, sería deseable que callasen y escuchasen a quienes sí tienen los conocimientos para resolver el problema práctico: ¿Cómo hacer de Pemex eso que todos los políticos dicen desear?

Los delirios de omnipotencia de algunos políticos son aterradores. De pronto tenemos a una legión de políticos, convertidos en expertos petroleros instantáneos, profiriendo con absoluta irresponsabilidad necedades voluntariosas acerca de asuntos técnicos (que ni siquiera se han tomado la molestia de estudiar "por encimita") como la magnitud de los recursos prospectivos del país en materia de hidrocarburos, la dinámica de los mercados de energía, la tecnología disponible, los costos de prospección, exploración y explotación de los yacimientos, la viabilidad de fuentes de energía alternativas frente a los combustibles de origen fósil, la disponibilidad de capital intelectual para afrontar los desafíos energéticos del futuro.

Aterra imaginar que un político que confunde los hidrocarburos con los carbohidratos (es el caso, documentado, del señor Pablo Gómez) quiera dictar soluciones técnicas acerca del futuro de la industria petrolera; o que un mentiroso contumaz – que no atinó a responder un cuestionario de cultura básica de nivel de educación secundaria – pontifique acerca del margen de rentabilidad de Pemex o sobre dónde se encuentran acumulaciones de hidrocarburos susceptibles de explotarse y aderece sus profecías voluntariosas con fantasías increíbles acerca de los, según él, cuantiosos recursos fiscales que se obtendrían si se terminasen los "privilegios" de "los altos funcionarios" gubernamentales.

El azar de un meteorito y la buena vista de un pescador - Rudesindo Cantarell – le regalaron a México el segundo yacimiento petrolero más grande del mundo a sólo 85 kilómetros de la costa y con costos de extracción relativamente bajos. Nos ganamos la lotería y ese yacimiento ha sido explotado desde 1979 a la fecha, pero declina inexorablemente (con fuertes inversiones se ha logrado prolongar su vida activa; su pico productivo lo alcanzó en 2004). Si queremos mantener el ritmo de producción y exportación es estúpido apostar a que otra vez nos sacaremos la lotería o aferrarnos a consignas voluntariosas ("sí podemos solitos, porque lo digo yo"), necesitamos entrar a la discusión racional, informada, con datos veraces, apoyada en la ciencia y la técnica. Necesitamos que los políticos se callen y escuchen.

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