viernes, 18 de abril de 2008

El gran estruendo de los impotentes

Es perfectamente lógico que los traficantes de ruido aumenten el estruendo, en la misma medida que han perdido la capacidad de transformar, (o siquiera incidir en) la realidad.

Por supuesto que es una majadería inaceptable – otra más – que una minoría de legisladores obstruya el funcionamiento del Congreso, pero eso, más que revelar una fragilidad institucional de la democracia, desenmascara la impotencia de los enemigos de la democracia.

Es irritante que adinerados ex gobernadores de estados paupérrimos, como es el caso del zacatecano Ricardo Monreal, hoy devenido en senador de la República, promuevan "tomas de la tribuna" en el clásico estilo de los "porros" reventadores de asambleas estudiantiles y, más tarde, quieran endilgarnos a los ciudadanos pretextos y argumentos tan idiotas que insultan la inteligencia del público.

No sólo eso, también despierta suspicacias el repentino interés de Monreal por cultivar y alentar la faceta más suicida – políticamente hablando- del atribulado Andrés López y de su partido, el PRD, que eso es lisa y llanamente lo que ha hecho al promover la "toma de la tribuna". ¿Apoya Monreal a López o empuja a López al precipicio dándole a la vez estentóreas palmadas en la espalda? Todo puede ser.

Pero por irritantes y repugnantes que sean estos hechos, en la práctica no dejan de ser estruendosas muestras de impotencia: No hay ejemplo más dramático de impotencia legislativa y política que abominar del debate y de la regla democrática de la mayoría. Todo mundo sabe que el PRD no necesita 50, 100 o mil días para decir lo que ya dicho y que se resume en dos letras: "No". Tal vez otros partidos y otros actores requieran discutir, escuchar, dialogar, razonar, rebatir, proponer, porque están a la búsqueda de la verdad o de acuerdos y soluciones viables. Los obcecados del "no" han demostrado sobradamente que no necesitan de debate alguno, que no requieren preguntar, dudar, conjeturar. Tienen "su verdad" de antemano y para siempre, inconmovibles. Y su verdad es simple: No, a todo lo que proponga el otro. Para decir "no" bastan un par de segundos. Pero como es el "no" de los impotentes quieren recubrirlo de estruendos, gritos, sombrerazos, amenazas…, fingen la emoción, el estremecimiento, los temblores, los ojos en blanco, el desenfreno verbal… y quieren que su éxtasis de utilería dure una eternidad. Tal vez tendrían éxito haciendo telenovelas. Quizá por ahí.

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