Hablando de países bananeros…
Los políticos de los Estados Unidos están haciendo, involuntariamente, un experimento fascinante y aterrador: Están poniendo a prueba la economía más flexible del mundo aplicando y proponiendo un gran catálogo de políticas populistas propias de un país bananero.
Si la crisis financiera global que fabricaron las políticas irresponsables y populistas aplicadas en Estados Unidos hubiese surgido en un país emergente, como India, México, Brasil, Portugal, Grecia, tendríamos a una legión de expertos estadounidenses, encabezados por Henry Paulson y Ben Bernanke, dándole lecciones de buenas políticas públicas a los gobiernos irresponsables del país infractor.
Puedo imaginarme al Secretario del Tesoro dictando la lección: “El gobierno de (ponga aquí el nombre del país “tropical” que se le antoje) debe entender de una vez por todas que ninguna economía puede sobrevivir gastando lo que no tiene y sin políticas públicas que dejen funcionar a los mercados e incentiven el ahorro y la productividad”.
Puedo imaginarme al gobernador de la Reserva Federal sentenciando: “Si el gobierno de (ponga aquí el nombre del país que le guste) desea que le apoyemos en sus esfuerzos de rescate de sus instituciones financieras tendrá antes que dar muestras claras de responsabilidad fiscal, poniendo en orden sus desastrosas finanzas públicas, al tiempo que su banco central deberá elevar las tasas de interés y parar esa embriagante e irresponsable fiesta de liquidez”.
Puedo imaginarme a George W. Bush sermoneando a ese “país bananero”: “Ojalá el presidente de (ponga aquí el nombre del país elegido) tenga la valentía de decir a sus conciudadanos que sólo saldrán del atolladero ahorrando más y gastando menos. El ejemplo lo debe dar el mismo gobierno reduciendo sus gastos dispendiosos y aplicando la ley y las regulaciones en los mercados financieros sin discrecionalidad ni componendas”.
Esta no es la crisis que anuncia el fin del capitalismo. Es la crisis que comprueba que el poder destructivo de las políticas populistas y de la irresponsabilidad fiscal y monetaria es tal que hasta a la economía más flexible del mundo puede ponerse a temblar cuando le aplican ese veneno.
Si alguien sigue creyendo que la clase política en Estados Unidos representa algo así como un bastión del capitalismo, del libre mercado y de la ortodoxia fiscal y monetaria, ese alguien está majareta (vocablo de origen árabe para decir que alguien está loco o chiflado).
Si la crisis financiera global que fabricaron las políticas irresponsables y populistas aplicadas en Estados Unidos hubiese surgido en un país emergente, como India, México, Brasil, Portugal, Grecia, tendríamos a una legión de expertos estadounidenses, encabezados por Henry Paulson y Ben Bernanke, dándole lecciones de buenas políticas públicas a los gobiernos irresponsables del país infractor.
Puedo imaginarme al Secretario del Tesoro dictando la lección: “El gobierno de (ponga aquí el nombre del país “tropical” que se le antoje) debe entender de una vez por todas que ninguna economía puede sobrevivir gastando lo que no tiene y sin políticas públicas que dejen funcionar a los mercados e incentiven el ahorro y la productividad”.
Puedo imaginarme al gobernador de la Reserva Federal sentenciando: “Si el gobierno de (ponga aquí el nombre del país que le guste) desea que le apoyemos en sus esfuerzos de rescate de sus instituciones financieras tendrá antes que dar muestras claras de responsabilidad fiscal, poniendo en orden sus desastrosas finanzas públicas, al tiempo que su banco central deberá elevar las tasas de interés y parar esa embriagante e irresponsable fiesta de liquidez”.
Puedo imaginarme a George W. Bush sermoneando a ese “país bananero”: “Ojalá el presidente de (ponga aquí el nombre del país elegido) tenga la valentía de decir a sus conciudadanos que sólo saldrán del atolladero ahorrando más y gastando menos. El ejemplo lo debe dar el mismo gobierno reduciendo sus gastos dispendiosos y aplicando la ley y las regulaciones en los mercados financieros sin discrecionalidad ni componendas”.
Esta no es la crisis que anuncia el fin del capitalismo. Es la crisis que comprueba que el poder destructivo de las políticas populistas y de la irresponsabilidad fiscal y monetaria es tal que hasta a la economía más flexible del mundo puede ponerse a temblar cuando le aplican ese veneno.
Si alguien sigue creyendo que la clase política en Estados Unidos representa algo así como un bastión del capitalismo, del libre mercado y de la ortodoxia fiscal y monetaria, ese alguien está majareta (vocablo de origen árabe para decir que alguien está loco o chiflado).
Etiquetas: Ben Bernanke, crisis, economía de Estados Unidos, George W. Bush, Henry Paulson, país bananero, populismo
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