domingo, 14 de septiembre de 2008

Precios distorsionados, presupuesto e incompetencia

El proyecto de presupuesto de egresos para 2009 está programando un amplio margen de distorsión en los precios de los energéticos. Esto significa, por increíble que parezca, que el gobierno gastará, otra vez, varios miles de millones de pesos en promover la falta de competitividad.



El gobierno procurará en 2009 que el monto de los subsidios a ciertos energéticos – como la gasolina o el diesel – sea menor que en 2008. Bien, pero la mala noticia es que dicho propósito es muy probable que se vea frustrado, toda vez que la trayectoria futura de los precios del petróleo en el mundo es particularmente incierta.

Y una peor noticia – que todo mundo callamos por conveniencia – es que mediante estas distorsiones en el sistema de precios, México se aleja de los estándares de una economía verdaderamente competitiva en la que la búsqueda de una mayor productividad sea la norma.

Cuando en México un litro de gasolina regular sin plomo cuesta 26% menos que el mismo litro de combustible en Estados Unidos es perfectamente lógico que en México los agentes económicos (consumidores, productores, gobiernos) le demos un menor peso al costo de los energéticos en nuestros cálculos económicos cotidianos. Y es por ello por lo que la política económica plasmada en el presupuesto promueve una mala asignación de los recursos.

La gran ventaja de un mercado libre, en el que concurren varios oferentes en competencia frente a miles de consumidores, y en el que el gobierno no interviene fijando los precios, es que los precios ofrecen la información más fidedigna acerca de la escasez o abundancia de los recursos y permiten asignarlos con mayor eficiencia lo que, a su vez (ojo señor secretario de Economía) fomenta una mayor productividad y, por ende, una mayor competitividad.

Estados Unidos tiene un mercado de energéticos mucho más libre que el de México. Los agentes económicos en Estados Unidos reciben, por tanto, una mejor información acerca del valor relativo de los recursos. Y deciden mejor que nosotros acerca de cómo ponderar los factores que intervienen en la producción o acerca de cómo asignar el gasto familiar.

Todo esto se resume así: Los subsidios a los energéticos son un obstáculo para la competitividad.

Que esto, tan claro, no lo entiendan ni el gobierno, ni los negociantes, ni los institutos privados que pretenden medir la competitividad es una gran tragedia.

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