Gasto público, desempleo e inflación
En una crisis como la que hoy padecemos, ¿un incremento en el gasto público deficitario es eficaz para disminuir el desempleo? No. Por el contrario, un mayor gasto público generará una más deficiente asignación de recursos y, a la postre, mayor inestabilidad y mayor desempleo.
Nadie duda que estamos ante una situación económica global extraordinaria que exige soluciones de emergencia. La pregunta es si estamos diagnosticando bien la crisis y específicamente si estamos ante una caída brutal de la demanda agregada que justifique políticas fiscales y monetarias expansionistas como las que se están impulsando. Temo que la respuesta es no.
Se supone que ante una caída brutal de la demanda agregada ya estaríamos viendo en diversos bienes y servicios una auténtica deflación, una caída de precios. Hemos visto en las semanas recientes una fuerte caída de precios –en dólares y en los mercados internacionales- para el caso de los "commodities", como el petróleo, el cobre, el maíz. Burbujas que se desinflan. Pero no vemos una caída concomitante en el nivel general de precios al consumidor, esto es: en la inflación.
Por el contrario, y me refiero específicamente a México, la inflación anual al término de octubre de 2008 fue de 5.78%, esto es ¡más de dos puntos porcentuales por encima de la inflación anual registrada un año antes, que fue de 3.74 por ciento! En 24 meses – de octubre de 2006 a octubre de 2008- el nivel general de precios al consumidor en México creció ¡9.74 por ciento! ¿Esto anticipa alguna próxima deflación? No lo parece.
Desde luego, el mes de octubre pasado fue, para la economía global, un mes terrible y en el caso de México se verificó una devaluación acelerada del tipo de cambio, lo que hizo que varios precios finales al productor, medidos en pesos, registrasen brutales alzas mensuales en octubre, por ejemplo: 8.19% en productos metálicos, maquinaria y equipo (autos y computadoras, entre otros); 6.86% en electricidad y gas; 6.53% en otras industrias manufactureras o 6.02% en papel y sus productos, imprentas y editoriales.
En este entorno inflacionario, priorizar el estímulo a la demanda – con la peregrina esperanza de incrementar el empleo- mediante gasto público deficitario es jugar con fuego e invocar ese monstruo que se ha bautizado en inglés como stagflation (estanflación, en español), el peor de los escenarios: inflación al alza con desempleo al alza.
Nadie duda que estamos ante una situación económica global extraordinaria que exige soluciones de emergencia. La pregunta es si estamos diagnosticando bien la crisis y específicamente si estamos ante una caída brutal de la demanda agregada que justifique políticas fiscales y monetarias expansionistas como las que se están impulsando. Temo que la respuesta es no.
Se supone que ante una caída brutal de la demanda agregada ya estaríamos viendo en diversos bienes y servicios una auténtica deflación, una caída de precios. Hemos visto en las semanas recientes una fuerte caída de precios –en dólares y en los mercados internacionales- para el caso de los "commodities", como el petróleo, el cobre, el maíz. Burbujas que se desinflan. Pero no vemos una caída concomitante en el nivel general de precios al consumidor, esto es: en la inflación.
Por el contrario, y me refiero específicamente a México, la inflación anual al término de octubre de 2008 fue de 5.78%, esto es ¡más de dos puntos porcentuales por encima de la inflación anual registrada un año antes, que fue de 3.74 por ciento! En 24 meses – de octubre de 2006 a octubre de 2008- el nivel general de precios al consumidor en México creció ¡9.74 por ciento! ¿Esto anticipa alguna próxima deflación? No lo parece.
Desde luego, el mes de octubre pasado fue, para la economía global, un mes terrible y en el caso de México se verificó una devaluación acelerada del tipo de cambio, lo que hizo que varios precios finales al productor, medidos en pesos, registrasen brutales alzas mensuales en octubre, por ejemplo: 8.19% en productos metálicos, maquinaria y equipo (autos y computadoras, entre otros); 6.86% en electricidad y gas; 6.53% en otras industrias manufactureras o 6.02% en papel y sus productos, imprentas y editoriales.
En este entorno inflacionario, priorizar el estímulo a la demanda – con la peregrina esperanza de incrementar el empleo- mediante gasto público deficitario es jugar con fuego e invocar ese monstruo que se ha bautizado en inglés como stagflation (estanflación, en español), el peor de los escenarios: inflación al alza con desempleo al alza.
Etiquetas: crisis, estímulos a la demanda, gasto público, inflación, keynesianismo
1 Comentarios:
Oiga.....en su afirmacion hemos de incluir como gasto inconveniente el realizado por los que pagamos impuestos que se destinan finalmente a sostener entidades bancarias y empresas que no los pagan yque son precisamente los que han provocado la crisis.
¿o es que esos gastos, regalos, a ladrilleros y banqueros no generan deficit y encima no sirven para generar actividad economica?
Y es que el plumero del capitalismo liberaloide se acaba a la primera dificultad y entonces deviene en capitalismo intervencionista pro domo sua.
Adios sr. Calleja. Que siga Vd. con sus cuentos.
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal