Evaluación serena del G-20 (3 y final)
En la reunión del G-20 hubo logros parciales, omisiones graves, asuntos que apenas pudieron esbozarse y desacuerdos profundos a los que la declaración final puso sordina.
Es un avance significativo el otorgamiento de mayores recursos al FMI y a otros organismos financieros multilaterales. Queda pendiente la reforma profunda del FMI y del Banco Mundial. Si algo ha mostrado esta crisis es que, a diferencia de hace 50 años, las economías en desarrollo desempeñan un papel crucial en la economía del planeta; es ridícula, por ejemplo, la “regla no escrita” de que la cabeza del FMI deba ser invariablemente un europeo y la cabeza del BM deba ser invariablemente un estadounidense. Los políticos del mundo marchan con medio siglo de retraso, o más, respecto de la realidad económica.
Es una gravísima omisión que la condena al proteccionismo haya quedado en otra declaración retórica. No hay un solo compromiso firme de los 18 países del grupo que han incurrido en prácticas proteccionistas, de noviembre de 2008 al mes de abril de 2009, para dar marcha atrás a dichas prácticas. El buen deseo de concluir con éxito la Ronda de Doha suena a burla: no está sustentado en una sola medida concreta.
Respecto de la regulación ya señalé que fue un acierto atajar el propósito de crear un organismo regulador supranacional burocrático y evitar el afán de multiplicar limitaciones sin ton ni son para los mercados financieros. Ha quedado claro que las reglas de capitalización, creación de reservas y otras de solvencia, que hoy se aplican a los bancos, también deben aplicarse a los “bancos no-bancos”. (Los “bancos –no bancos”, son aquellas entidades financieras que, sin captar directamente recursos del público para ser prestados, y por lo tanto sin ser jurídicamente bancos, en la práctica sí funcionan como tales).
Los desacuerdos que se silenciaron al final de la reunión son profundos: No ha concluido el diferendo entre China y Estados Unidos acerca de la moneda de reserva mundial, no ha concluido el diferendo entre Europa y Estados Unidos acerca de la regulación y los paquetes de estímulo fiscal de cada país, no ha concluido el diferendo entre los “grandes” y las economías emergentes acerca de la nueva configuración del FMI, el Banco Mundial y otros organismos multilaterales.
Lo mejor de la reunión es que tales desacuerdos no se agravaron.
Es un avance significativo el otorgamiento de mayores recursos al FMI y a otros organismos financieros multilaterales. Queda pendiente la reforma profunda del FMI y del Banco Mundial. Si algo ha mostrado esta crisis es que, a diferencia de hace 50 años, las economías en desarrollo desempeñan un papel crucial en la economía del planeta; es ridícula, por ejemplo, la “regla no escrita” de que la cabeza del FMI deba ser invariablemente un europeo y la cabeza del BM deba ser invariablemente un estadounidense. Los políticos del mundo marchan con medio siglo de retraso, o más, respecto de la realidad económica.
Es una gravísima omisión que la condena al proteccionismo haya quedado en otra declaración retórica. No hay un solo compromiso firme de los 18 países del grupo que han incurrido en prácticas proteccionistas, de noviembre de 2008 al mes de abril de 2009, para dar marcha atrás a dichas prácticas. El buen deseo de concluir con éxito la Ronda de Doha suena a burla: no está sustentado en una sola medida concreta.
Respecto de la regulación ya señalé que fue un acierto atajar el propósito de crear un organismo regulador supranacional burocrático y evitar el afán de multiplicar limitaciones sin ton ni son para los mercados financieros. Ha quedado claro que las reglas de capitalización, creación de reservas y otras de solvencia, que hoy se aplican a los bancos, también deben aplicarse a los “bancos no-bancos”. (Los “bancos –no bancos”, son aquellas entidades financieras que, sin captar directamente recursos del público para ser prestados, y por lo tanto sin ser jurídicamente bancos, en la práctica sí funcionan como tales).
Los desacuerdos que se silenciaron al final de la reunión son profundos: No ha concluido el diferendo entre China y Estados Unidos acerca de la moneda de reserva mundial, no ha concluido el diferendo entre Europa y Estados Unidos acerca de la regulación y los paquetes de estímulo fiscal de cada país, no ha concluido el diferendo entre los “grandes” y las economías emergentes acerca de la nueva configuración del FMI, el Banco Mundial y otros organismos multilaterales.
Lo mejor de la reunión es que tales desacuerdos no se agravaron.
Etiquetas: Banco Mundial, BID, China, economías emergentes, Estados Unidos, FMI, G-20, locos por la crisis, Unión Europea
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