martes, 7 de abril de 2009

Evaluación serena del G-20 (3 y final)

En la reunión del G-20 hubo logros parciales, omisiones graves, asuntos que apenas pudieron esbozarse y desacuerdos profundos a los que la declaración final puso sordina.

Es un avance significativo el otorgamiento de mayores recursos al FMI y a otros organismos financieros multilaterales. Queda pendiente la reforma profunda del FMI y del Banco Mundial. Si algo ha mostrado esta crisis es que, a diferencia de hace 50 años, las economías en desarrollo desempeñan un papel crucial en la economía del planeta; es ridícula, por ejemplo, la “regla no escrita” de que la cabeza del FMI deba ser invariablemente un europeo y la cabeza del BM deba ser invariablemente un estadounidense. Los políticos del mundo marchan con medio siglo de retraso, o más, respecto de la realidad económica.

Es una gravísima omisión que la condena al proteccionismo haya quedado en otra declaración retórica. No hay un solo compromiso firme de los 18 países del grupo que han incurrido en prácticas proteccionistas, de noviembre de 2008 al mes de abril de 2009, para dar marcha atrás a dichas prácticas. El buen deseo de concluir con éxito la Ronda de Doha suena a burla: no está sustentado en una sola medida concreta.

Respecto de la regulación ya señalé que fue un acierto atajar el propósito de crear un organismo regulador supranacional burocrático y evitar el afán de multiplicar limitaciones sin ton ni son para los mercados financieros. Ha quedado claro que las reglas de capitalización, creación de reservas y otras de solvencia, que hoy se aplican a los bancos, también deben aplicarse a los “bancos no-bancos”. (Los “bancos –no bancos”, son aquellas entidades financieras que, sin captar directamente recursos del público para ser prestados, y por lo tanto sin ser jurídicamente bancos, en la práctica sí funcionan como tales).

Los desacuerdos que se silenciaron al final de la reunión son profundos: No ha concluido el diferendo entre China y Estados Unidos acerca de la moneda de reserva mundial, no ha concluido el diferendo entre Europa y Estados Unidos acerca de la regulación y los paquetes de estímulo fiscal de cada país, no ha concluido el diferendo entre los “grandes” y las economías emergentes acerca de la nueva configuración del FMI, el Banco Mundial y otros organismos multilaterales.

Lo mejor de la reunión es que tales desacuerdos no se agravaron.

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lunes, 17 de noviembre de 2008

Hu Jintao y el futuro de la economía mundial

No hay que perder de vista a China en medio de esta crisis financiera global. Su estrategia es inteligente y sin aspavientos. Hu Jintao, el Presidente chino, sabe que el mundo necesita de ellos.

Esta crisis es una magnífica oportunidad para estudiar chino. En serio.

Uno de los personajes más relevantes en la reunión del G-20 en Washington estaba unas horas después en La Habana visitando a Raúl Castro. Se llama Hu Jintao, es el presidente de China, es líder del partido comunista, tiene 66 años, es ingeniero y es un “caballero” en el sentido que los chinos suelen dar al término: de trato suave y de bajo perfil.

Pero tratándose de decisiones cruciales para salvaguardar al partido comunista chino Hu Jintao es inflexible y no hace concesiones. Pregunten en el Tíbet, si no.

“Las economías emergentes y en desarrollo deben tener una mayor voz y representación en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial” fue una de las tantas conclusiones de la reunión del G-20, pero para China no fue una declaración retórica. Aportará dos millones de millones (“trillions” en inglés) de dólares para fortalecer el fondo de estabilización del FMI; no lo hará a cambio de nada, sino de un mayor protagonismo en el rediseño del sistema financiero global.

Días antes, y como preámbulo a la reunión en Washington, el gobierno chino anunció un impresionante paquete de estímulos fiscales de 586 mil millones de dólares para la construcción de infraestructura en China, con el fin de mantener elevado el crecimiento económico, disminuir desigualdades regionales y sostener la demanda global por maquinaria, y “commodities”. Sin empacho, el primer ministro chino, Wen Jiabao, calificó el paquete como “la mayor contribución china al mundo” en el umbral de una recesión severa y prolongada.

De alguna forma, la estrategia china marcó la pauta del mensaje conjunto de los países en desarrollo durante la reunión en Washington: En las economías emergentes está la clave para mantener la demanda global con aliento, no cometamos el error de incurrir en el proteccionismo durante esta crisis, fomentemos el comercio global, rediseñemos las instituciones financieras multilaterales dándoles más atribuciones y recursos, pero también dándole a las economías en desarrollo una mayor presencia efectiva.

Tal vez Barack Obama debe empezar a tomar clases de chino. Podrá ser una instrucción muy útil para su próximo trabajo.

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