El rock de los pobres (II)
Lo que los resultados de las investigaciones de Easterly destrozan es la presunción de la sabiduría convencional de que hay una relación causa-efecto entre ayudas financieras a los países pobres y mayor crecimiento económico en esos mismos países (o menor pobreza, si quiere expresarse así). Incluso se insinúa la posibilidad de que la relación sea inversa: A más “ayuda”, mayor pobreza.
En el fondo es un problema de teoría del conocimiento: ¿Hay una relación causa-efecto entre ayudas financieras del exterior y crecimiento económico en los países pobres? Los resultados de las investigaciones de William Easterly indican que no hay tal relación y dejan abierta la posibilidad de que, por asombroso que parezca, la relación causa-efecto podría darse en sentido inverso: A mayores “ayudas” mayor pobreza.
Easterly obtuvo sus resultados a partir de regresiones matemáticas rigurosas, aplicadas a bases de datos confiables para cada variable: ayuda, crecimiento del PIB, crecimiento del PIB por persona. Ponderó, además, otros factores que inciden en la definición de las mismas variables, tales como políticas públicas que favorecen el crecimiento sostenido (finanzas públicas sanas, apertura de los mercados a la competencia, estabilidad política) y cuidó que las series de tiempo fuesen lo suficientemente largas para evitar que hubiese distorsiones atribuibles a factores cíclicos o circunstanciales. Además usó promedios móviles de diez años con el mismo fin: evitar distorsiones por factores cíclicos.
¿Qué obtuvo? Un valioso avance científico podríamos decir siguiendo a Karl Popper: Verificó que una hipótesis que se ha convertido, por la fuerza de la costumbre, en axioma de la sabiduría convencional NO se verifica con un método científico. No hay una correlación positiva y significativa entre “ayuda” – como variable independiente o causa – y crecimiento económico –como variable dependiente o efecto. Podría pensarse, por el contrario, ¡y ése es el efecto perturbador de la gráfica de la gran “X” que comenté ayer!, que la relación causal existe pero es la inversa: Si la “ayuda” es causa de algo sería causa de menor crecimiento económico (o crecimiento negativo) y de mayor pobreza.
Easterly no cae en el error de establecer apresuradamente esta nueva hipótesis. Se limita a verificar que la hipótesis original no se cumple.
Necesitamos revisar a fondo esa sabiduría convencional. Surgen muchas preguntas: ¿De veras la finalidad de la “ayuda” es promover el crecimiento o hay otros propósitos que no se confiesan?, ¿hay un efecto perverso, “dilema del samaritano” le llaman, sobre los países que reciben la ayuda y por ese hecho se vuelven incompetentes para crecer?, ¿el problema se reduce a que los donadores no establecen condiciones adecuadas, como exigir a los países receptores políticas públicas sólidas, a cambio de la ayuda?, ¿o el problema es más grave y en sí mismas las ayudas financieras o bien son irrelevantes para el crecimiento o bien son perversas para el crecimiento? Y en última instancia: ¿Cuál es el factor que de veras impulsa el crecimiento, cuya presencia hace prósperos a unos países en tanto que su ausencia impide el crecimiento en otros?
En el fondo es un problema de teoría del conocimiento: ¿Hay una relación causa-efecto entre ayudas financieras del exterior y crecimiento económico en los países pobres? Los resultados de las investigaciones de William Easterly indican que no hay tal relación y dejan abierta la posibilidad de que, por asombroso que parezca, la relación causa-efecto podría darse en sentido inverso: A mayores “ayudas” mayor pobreza.
Easterly obtuvo sus resultados a partir de regresiones matemáticas rigurosas, aplicadas a bases de datos confiables para cada variable: ayuda, crecimiento del PIB, crecimiento del PIB por persona. Ponderó, además, otros factores que inciden en la definición de las mismas variables, tales como políticas públicas que favorecen el crecimiento sostenido (finanzas públicas sanas, apertura de los mercados a la competencia, estabilidad política) y cuidó que las series de tiempo fuesen lo suficientemente largas para evitar que hubiese distorsiones atribuibles a factores cíclicos o circunstanciales. Además usó promedios móviles de diez años con el mismo fin: evitar distorsiones por factores cíclicos.
¿Qué obtuvo? Un valioso avance científico podríamos decir siguiendo a Karl Popper: Verificó que una hipótesis que se ha convertido, por la fuerza de la costumbre, en axioma de la sabiduría convencional NO se verifica con un método científico. No hay una correlación positiva y significativa entre “ayuda” – como variable independiente o causa – y crecimiento económico –como variable dependiente o efecto. Podría pensarse, por el contrario, ¡y ése es el efecto perturbador de la gráfica de la gran “X” que comenté ayer!, que la relación causal existe pero es la inversa: Si la “ayuda” es causa de algo sería causa de menor crecimiento económico (o crecimiento negativo) y de mayor pobreza.
Easterly no cae en el error de establecer apresuradamente esta nueva hipótesis. Se limita a verificar que la hipótesis original no se cumple.
Necesitamos revisar a fondo esa sabiduría convencional. Surgen muchas preguntas: ¿De veras la finalidad de la “ayuda” es promover el crecimiento o hay otros propósitos que no se confiesan?, ¿hay un efecto perverso, “dilema del samaritano” le llaman, sobre los países que reciben la ayuda y por ese hecho se vuelven incompetentes para crecer?, ¿el problema se reduce a que los donadores no establecen condiciones adecuadas, como exigir a los países receptores políticas públicas sólidas, a cambio de la ayuda?, ¿o el problema es más grave y en sí mismas las ayudas financieras o bien son irrelevantes para el crecimiento o bien son perversas para el crecimiento? Y en última instancia: ¿Cuál es el factor que de veras impulsa el crecimiento, cuya presencia hace prósperos a unos países en tanto que su ausencia impide el crecimiento en otros?
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